¿Buscas una manera de empezar el Año Nuevo con más gracia? ¿Sabías que la Iglesia ofrece DOS oportunidades para obtener indulgencias plenarias al comenzar el Año Nuevo?
Nochevieja
La primera oportunidad llega en la Nochevieja, el 31 de diciembre, cuando reflexionamos sobre todo lo que Dios ha hecho en 2024 y nos preparamos para un nuevo año, ¡un Jubileo! Aquellos que reciten públicamente el Te Deum obtendrán una indulgencia plenaria bajo las condiciones normales que se detallan más adelante.
El Te Deum es una oración tradicional de profundo agradecimiento y alegría, originalmente atribuida a san Ambrosio, san Agustín o san Hilario, y ahora atribuida a Nicetas, un obispo del siglo IV de Remesiana. Independientemente de su autor, el himno ciertamente tiene una larga historia de oración y alabanza. Se reza al final del Oficio de Lecturas de la Liturgia de las Horas en ciertos días del año litúrgico y eleva una hermosa alabanza a Dios: “A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos”.
El último día del año, mientras los fieles de todo el mundo meditan lo que Dios ha hecho en el 2024 y se preparan para las bendiciones llenas de gracia que nos traerá el 2025, la Iglesia propone el Te Deum como una poderosa oración de agradecimiento a Dios, en unión con los santos que nos precedieron. Aquellos que reciten públicamente el Te Deum en acción de gracias en la Nochevieja, el 31 de diciembre, recibirán una indulgencia plenaria bajo las condiciones normales que se mencionan abajo.
Día de Año Nuevo
La segunda oportunidad llega el Día de Año Nuevo, el 1 de enero, cuando celebramos la Solemnidad de María, Madre de Dios, que es un día de precepto. Aquellos que reciten públicamente el Veni, Creator Spiritus obtendrán una indulgencia plenaria bajo las condiciones normales que se detallan a continuación.
El Veni, Creator Spiritus es también un antiguo himno de oración en la Iglesia. Atribuido al Rábano Mauro del siglo VIII, se canta frecuentemente en Pentecostés, en la confirmación y en las ordenaciones sacerdotales, así como cuando se invoca solemnemente al Espíritu Santo. De esta forma, la oración pide al Espíritu Santo que venga entre el pueblo de Dios para visitar “las almas de tus fieles”, para llenar “con tu divina gracia, los corazones que creaste”.
En el primer día del año, mientras miramos a la Madre de Dios, María, Esposa del Espíritu Santo, la Iglesia recomienda el Veni, Creator Spiritus como una fuente seria de gracia para este nuevo año. Aquellos que invoquen solemnemente al Espíritu Santo en el Día de Año Nuevo, el 1 de enero, recitando el Veni, Creator Spiritus, recibirán una indulgencia plenaria bajo las condiciones normales detalladas a continuación.
¿Qué es una indulgencia plenaria y cómo la recibo?
Según el Catecismo de la Iglesia Católica (1471) y el Código de Derecho Canónico (992), “La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos”.
En otras palabras, una indulgencia remueve una parte de la pena penitencial por los pecados que ya han sido perdonados, a través del “tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos para la remisión de la pena temporal” (Indulgentiarum doctrina, 8).
Dado que somos parte del Cuerpo de Cristo, podemos beneficiarnos de las gracias que Dios da a su Iglesia por la santidad de ella y la santidad de sus miembros: “Así que la unión de los peregrinos con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe, antes bien, según la constante fe de la Iglesia, se fortalece con la comunicación de los bienes espirituales” (ID, 5).
Un regalo de Dios a través de su Iglesia, las indulgencias —la remisión de la pena temporal por nuestros pecados— nos ayudan en el camino hacia el Cielo. Aunque los pecados son completamente perdonados en el sacramento de la confesión, sigue siendo necesaria una expiación. Esta expiación comienza con nuestras prácticas penitenciales y oraciones, y puede ser fortalecida por oportunidades especiales de indulgencias concedidas por la Iglesia, que tiene la autoridad para perdonar los pecados y dispensar la gracia (cf. Mt 16, 19).
La Iglesia establece las siguientes condiciones para que se conceda una indulgencia plenaria (ID, norma 7):
- Estar en estado de gracia cuando se complete la obra indulgenciada;
- Se excluya todo afecto al pecado, incluso venial;
- Haber realizado una confesión sacramental de los pecados;
- Recibir la Santa Eucaristía;
- Rezar por las intenciones del papa.
La Iglesia también agrega algunas aclaraciones adicionales sobre estas condiciones:
- Una indulgencia plenaria solo puede ser recibida una vez al día (ID, norma 6).
- Se puede hacer una confesión sacramental y recibir la Santa Comunión “algunos días antes o después de la ejecución de la obra prescrita” (ID, norma 8).
- Una sola confesión sacramental puede cumplir con el requisito para varias indulgencias plenarias, pero “con una sola Comunión Eucarística y con una sola oración por las intenciones del sumo pontífice solamente se puede ganar una indulgencia plenaria” (ID, norma 9).
- Se sugieren como oraciones para las intenciones del papa un padrenuestro y un avemaría (ID, norma 10).
- Las indulgencias pueden aplicarse a uno mismo o a las almas de los difuntos, pero no a otras personas vivas (ID, norma 3). Es importante notar que algunas indulgencias solo pueden ser aplicadas a las almas de los fieles difuntos, como las ofrecidas por la Iglesia a principios de noviembre para la Conmemoración de los Fieles Difuntos (Día de los Muertos).
Te Deum
Latín:
Te Deum laudamus: te Dominum confitemur. Te aeternum Patrem omnis terra veneratur. Tibi omnes Angeli; tibi caeli et universae Potestates; Tibi Cherubim et Seraphim incessabili voce proclamant: Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt caeli et terra maiestatis gloriae tuae. Te gloriosus Apostolorum chorus, Te Prophetarum laudabilis numerus, Te Martyrum candidatus laudat exercitus. Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia, Patrem immensae maiestatis: Venerandum tuum verum et unicum Filium; Sanctum quoque Paraclitum Spiritum. Tu Rex gloriae, Christe. Tu Patris sempiternus es Filius. Tu ad liberandum suscepturus hominem, non horruisti Virginis uterum. Tu, devicto mortis aculeo, aperuisti credentibus regna caelorum. Tu ad dexteram Dei sedes, in gloria Patris. Iudex crederis esse venturus. Te ergo quaesumus, tuis famulis subveni: quos pretioso sanguine redemisti. Aeterna fac cum sanctis tuis in gloria numerari.
V. Salvum fac populum tuum, Domine, et benedic hereditati tuae.
R. Et rege eos, et extolle illos usque in aeternum.
V. Per singulos dies benedicimus te.
R. Et laudamus nomen tuum in saeculum, et in saeculum saeculi.
V. Dignare, Domine, die isto sine peccato nos custodire.
R. Miserere nostri, Domine, miserere nostri.
V. Fiat misericordia tua, Domine, super nos, quemadmodum speravimus in te.
R. In te, Domine, speravi: non confundar in aeternum.
Español:
A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti, eterno Padre, te venera toda la creación. Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran. Los querubines y serafines te cantan sin cesar: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria. A ti te ensalza el glorioso coro de los Apóstoles, la multitud admirable de los Profetas, el blanco ejército de los mártires. A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra, te proclama: Padre de inmensa majestad, Hijo único y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo, Defensor. Tú eres el Rey de la gloria, Cristo. Tú eres el Hijo único del Padre. Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen. Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el reino del cielo. Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre. Creemos que un día has de venir como juez. Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre. Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus santos.
V. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad.
R. Sé su pastor y ensálzalo eternamente.
V. Día tras día te bendecimos,
R. y alabamos tu nombre para siempre, por eternidad de eternidades.
V. Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado.
R. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.
V. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
R. En ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre.
Veni, Creator Spiritus
Latin:
Veni, Creator Spiritus,
mentes tuorum visita,
imple superna gratia
quae tu creasti pectora.
Qui diceris Paraclitus,
altissima donum Dei,
fons vivus, ignis,
caritas, et spiritalis unctio.
Tu, septiformis munere,
digitus paternae dexterae,
Tu rite promissum Patris,
sermone ditans guttura.
Accende lumen sensibus:
infunde amorem cordibus:
infirma nostri corporis
virtute firmans perpeti.
Hostem repellas longius,
pacemque dones protinus:
ductore sic te praevio
vitemus omne noxium.
Per te sciamus da Patrem,
noscamus atque Filium;
Teque utrisque Spiritum
credamus omni tempore.
Deo Patri sit gloria,
et Filio, qui a mortuis surrexit,
ac Paraclito,
in saeculorum saecula. Amen.
Español:
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
llena con tu divina gracia,
los corazones que creaste.
Tú, a quien llamamos Paráclito,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego,
caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre;
Tú, fiel promesa del Padre;
que inspiras nuestras palabras.
Ilumina nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé nuestro director y nuestro guía,
para que evitemos todo mal.
Por ti conozcamos al Padre,
al Hijo revélanos también;
Creamos en ti, su Espíritu,
por los siglos de los siglos.
Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos. Amén.