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lunes, abril 21, 2025
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La santa más joven con el corazón más grande

Santa María Goretti nos muestra el poder santificador del perdón

Cuando se trata de perdonar, es mucho más fácil aferrarse al deseo de justicia que a la misericordia. Sin embargo, Jesús nos llama no solo a perdonar, sino a poner la otra mejilla y ofrecer nuestros sufrimientos por el bien del otro. Para santa María Goretti, la misericordia y el perdón eran lo primero y lo más importante.

Crimen atroz

María era la tercera hija de seis. Creció en la pobreza en una zona rural de Italia. Su padre murió cuando tenía apenas nueve años. A partir de entonces, su madre trabajó en el campo mientras que María se hacía cargo de sus hermanos. Se le conocía por su alegría y su piedad. Todas las noches rezaba el rosario por el descanso del alma de su padre.

La vida de la familia Goretti se vio destrozada en el verano de 1902, cuando Alessandro Serenelli, hijo de un vecino y compañero de trabajo de la madre de María, comenzó a insinuarse a María, de 11 años. Sus continuos rechazos llevaron a Alessandro a una mayor insistencia y a la violencia.

En julio de 1902, Alessandro intentó violar a María. Al negarse, María gritó: “¡No! ¡Es pecado! ¡Dios no lo quiere!”. Enfurecido, Alessandro apuñaló a María 14 veces antes de huir.

María fue llevada de urgencia al médico. Este, al ver las heridas, le pidió a María que lo recordara en el cielo. “Bueno, quién sabe quién de nosotros llegue allí primero”, María respondió, sin darse cuenta de la gravedad de su estado. “Tú, María”, respondió el cirujano. “Entonces con gusto pensaré en ti”, respondió la joven santa.

Al cabo de 20 horas de someterse a una cirugía sin anestesia y de grandes sufrimientos, María murió sosteniendo un crucifijo y mirando una imagen de la Virgen María.

Llamas de perdón

Antes de morir, le preguntaron a María si perdonaba a Alessandro. Ella respondió firmemente: “Sí, por el amor a Jesús lo perdono… y quiero que esté conmigo en el paraíso”.

Alessandro fue sentenciado a 30 años de cárcel, pero algo inesperado sucedió al cabo de 11 años de prisión. Mientras Alessandro dormía, vio a una joven vestida de blanco recogiendo lirios en un jardín. Ella se acercó a él, sonriendo, y le ofreció los lirios uno por uno. Cuando los aceptó, cada lirio se convirtió en una llama blanca.

Al despertar, Alessandro se arrepintió de su crimen y decidió enmendar su vida buscando el perdón y la reconciliación. En una carta abierta que escribió años después, dijo: “La pequeña María fue realmente mi luz, mi protectora; con su ayuda, me porté bien durante los años de prisión y traté de vivir honestamente cuando fui nuevamente aceptado entre los miembros de la sociedad”.

Tras su liberación, después de 28 años, fue directamente con la madre de María para pedirle perdón. Ella lo perdonó diciendo: “Si mi hija puede perdonarlo, ¿quién soy yo para negarle el perdón?”. Alessandro se convirtió en un laico franciscano y se dedicó a trabajar en el huerto del monasterio. Fue uno de los testigos de la causa de canonización de santa María Goretti. Antes de su muerte, llegó a decir: “María Goretti, ahora santa, fue mi ángel bueno. Fue enviada a mí por la Providencia para guiarme y salvarme. Todavía tengo impresas en mi corazón sus palabras de reprensión y de perdón. Ella oró por mí, ella intercedió por su asesino”.

Elección radical

Si bien esta historia puede convertirse fácilmente en un relato del horrible mal que cometió Alessandro, un mal todavía demasiado frecuente en nuestro mundo, es la respuesta de María la que nos enseña una lección.

En medio de tantas heridas, daños y perjuicios causados por la oscuridad y maldad en nuestro mundo, recurrimos al ejemplo de una niña de 11 años para recoger un rayo de luz. Jesús pone en medio de nosotros a la pequeña santa María Goretti, la santa canonizada más joven de la Iglesia, y nos anima a aprender de ella con toda humildad.

En lugar de guardar rencor hasta su último aliento, santa María Goretti optó por perdonar, mirar a la eternidad y abrazar la cruz de Cristo. San Juan Pablo II, en su mensaje con motivo del centenario de la muerte de santa María Goretti, dijo: “En María Goretti resplandece el radicalismo de las opciones evangélicas, no impedido, sino más bien confirmado por los inevitables sacrificios que exige la pertenencia fiel a Cristo”.

Su elección radical de seguir a Jesús la llevó a detestar el pecado y a rechazarlo en todas sus formas, lo que la llevó a la muerte. Sin embargo, en su lecho de muerte, eligió vivir la misericordia de Jesús de una manera aún más radical, una misericordia que transformó su alma y el alma de todos los que la rodeaban, incluso su agresor.

Santa María Goretti es la prueba de que podemos vivir el perdón radical de Jesús, de que ningún pecado es demasiado grande para ser perdonado. Ella es la prueba de que la misericordia y el perdón de Jesús están ahí para nosotros si lo pedimos.

André Escaleira, Jr.
André Escaleira, Jr.
André Escaleira es el editor de Denver Catholic y El Pueblo Católico. Nacido en Connecticut, André se mudó a Denver en 2018 para servir como misionero con Christ in the City, donde servió por dos años.
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