¡El arzobispo Samuel llega a su semisesquicentenario!
Si, como yo, tuviste que buscar esa palabra, no te preocupes: aún podemos celebrar el cumpleaños de nuestro arzobispo, dando gracias al Señor por su ministerio y servicio al pueblo del norte de Colorado.
Con ese mismo espíritu de gratitud, el centro pastoral de la Arquidiócesis de Denver se reunió con el arzobispo para una Misa especial al mediodía el miércoles, en la capilla Christ the King del Seminario St. John Vianney en Denver.
“Primero quiero dar gracias al Señor y a mis padres por el don de la vida”, dijo el arzobispo Samuel durante su homilía. “Es difícil creer que ahora tengo 75 años —¡y eso parece mucho!— aunque sigo sintiéndome joven y con buena energía. El Señor me ha bendecido con eso”.
Al haber alcanzado la edad canónica en la que los obispos deben presentar su renuncia al santo padre, el arzobispo Samuel —junto con toda la arquidiócesis— espera la respuesta de Roma.
Mientras tanto, la misión de Jesucristo en el norte de Colorado continúa con entusiasmo. Hasta que el papa León XIV acepte su renuncia, el arzobispo afirmó que sigue comprometido a predicar, enseñar y señalar siempre a la persona de Jesucristo.
“La tarea de toda mi vida, y especialmente en estos casi 50 años, ha sido proclamar a Jesucristo como Señor”, explicó. “Anunciar la buena nueva que Jesús confió a los doce, y que también me confió a mí como sacerdote y como obispo: proclamar el Reino de Dios y ser quien señale constantemente a los demás hacia ese encuentro con Jesucristo”.
Ese anuncio de conversión sigue siendo tan importante hoy como en tiempos del profeta Esdras, de cuyo libro se tomó la primera lectura. Relatando el regreso de los israelitas del exilio en Babilonia, el libro —y las lecturas de este tiempo ordinario— invitan a la conversión, a dejar los ídolos falsos y volver a Dios.
“Cada vez que se recurre a dioses falsos, ya sea en el Antiguo Testamento o incluso en nuestro tiempo, hay consecuencias muy reales. Y lo vemos en todo el odio y la violencia del mundo de hoy”, dijo el arzobispo. “Es vital volvernos al Señor. Nuestro Dios no nos ha abandonado. La misericordia nos ha venido de parte del Señor nuestro Dios. Y por eso debemos reconocer esa misericordia regresando al Señor y abriendo nuestro corazón a él. Lo mismo sucede en nuestro tiempo: estamos llamados a volver al Señor.
“Cuando nos arrepentimos, él siempre está dispuesto a perdonar. Nuestro Dios nunca deja de perdonar”, continuó. “Es importante tenerlo siempre presente y reconocer en nuestra propia vida, en nuestras rupturas y en nuestra sencillez, que la misericordia vino a nosotros de parte del Señor nuestro Dios. Nuestro Señor aún hoy, nunca nos ha abandonado”.
En el cumpleaños del arzobispo Samuel, en el día en que la arquidiócesis de Denver reciba un nuevo arzobispo y, en realidad, cada día, los fieles están llamados a llevar a Cristo a todos los que encontremos.
“Es precisamente esta buena nueva la que debemos proclamar: que Jesucristo es verdaderamente el único Salvador del mundo”, agregó el arzobispo. “Él es la Buena Nueva que debemos llevar a los demás al invitarles a encontrarse con el Señor”.
Y aunque todavía queda mucho por hacer para hacer presente el Reino en la tierra, la fiesta del día no estaría completa sin un anticipo de la dulzura del evangelio y de las promesas de Cristo. Por eso, después de la Misa con el arzobispo Samuel, el personal arquidiocesano se reunió para compartir un almuerzo, gelato y convivencia, una manera muy adecuada de honrar al pastor ítaloamericano del norte de Colorado.
Antes de despedirse con un arrivederci, el arzobispo exhortó a todos a volver nuestra mirada a la santísima Virgen, “que siempre señaló a su hijo Jesús, así como Juan el Bautista señaló a Jesús.
“Nosotros también debemos estar en esa misión, seguir proclamando la buena nueva al mundo de hoy y reconocer que Dios está con nosotros en su Hijo, Jesucristo”, concluyó.