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miércoles, abril 16, 2025
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Cuando la oración se vuelve dolorosamente imposible

Por Derek Rusnak
St. Raphael Counseling, un ministerio de Caridades Católicas

Muchas personas prefieren soportar descargas eléctricas antes que estar solas con sus pensamientos.

Este sorprendente hallazgo de un estudio del 2015 publicado en la revista Science, refleja la famosa frase de Blaise Pascal: «Todos los problemas de la humanidad provienen de la incapacidad del hombre para estar tranquilo en una habitación solo».

Veo que esto hace eco en mi trabajo en St. Raphael Counseling, un ministerio de Caridades Católicas y la práctica católica de terapia más grande del país, donde los clientes que antes experimentaban una vida de oración profunda y satisfactoria se encuentran ahora en una fase difícil en la que la oración, especialmente la oración mental, se vuelve dolorosamente imposible.

Esta lucha puede aumentar su sufrimiento, dejándolos no solo desconectados de Dios, sino también sintiéndose culpables por no orar. Aunque muchos factores naturales y espirituales pueden contribuir a esto, he observado un hilo común que, cuando se aborda, puede traer sanación y revitalizar la vida de oración.

Según el discernimiento de espíritus de san Ignacio de Loyola, la razón principal por la que las personas a menudo luchan con la oración es la desolación, una experiencia marcada por la sensación de estar distante de Dios, nublado por el desaliento, la distracción y la aridez en oración. Este estado es completamente opuesto a la consolación, la bendita experiencia de sentirse cercano a Dios, lo que hace que la oración se sienta como un regalo en lugar de una tarea. Mientras que la consolación proviene del Espíritu Santo, la desolación, tal como la describe san Ignacio, puede ser agitada por el enemigo, ya sea por el mundo, la carne o el diablo.

Al incorporar el discernimiento de espíritus en nuestra vida espiritual, el padre Timothy Gallagher, OMV, nos aconseja:

  1. Ser conscientes — identificar si estamos experimentando consolación o desolación;
  2. Comprender — explorar cómo comenzó y cómo nos impacta;
  3. Actuar — trabajar para rechazar la desolación y abrazar la consolación.

El padre Timothy también aclara la diferencia entre la consolación y desolación espirituales y no espirituales (físicas o psicológicas). Aunque son distintas, estas están interrelacionadas: la consolación no espiritual puede hacer que la oración se sienta naturalmente vivificante, mientras que la desolación no espiritual puede hacer que se sienta casi insoportablemente difícil.

Para nuestra discusión aquí, recomiendo explorar el trabajo del padre Timothy para obtener una comprensión más profunda del discernimiento de espíritus. Quiero enfocarme en la influencia de la desolación y la consolación no espirituales, particularmente a través del modelo polivagal del sistema nervioso autónomo (SNA), desarrollado por el investigador Stephen Porges y popularizado por la terapeuta Deb Dana.

En términos simples, este modelo aborda cómo nuestro SNA — la parte de nuestro sistema nervioso que regula funciones automáticamente como el ritmo cardíaco, la respiración y la digestión — opera más allá de nuestra conciencia, evaluando continuamente si estamos a salvo o amenazados.

El SNA se organiza en tres partes: ventral, simpatético y dorsal, cada una correlacionada con diferentes respuestas a nuestro entorno. Cuando nuestro SNA percibe seguridad, activa la parte ventral, que fomenta la conexión, la presencia y la calma con los demás. Frente a una amenaza percibida, activa el estado simpatético, lo que desencadena respuestas de lucha o huida. Cuando se enfrenta a una amenaza abrumadora, activa la parte dorsal, que trae sensaciones de congelación, aturdimiento y desconexión.

Las personas suelen encontrar angustiante o incluso vergonzoso el estado simpatético o dorsal. Sin embargo, son mecanismos naturales diseñados para mantenernos a salvo. En lugar de evitar estos estados, el objetivo terapéutico es mantener una base en el estado ventral para que cualquier cambio hacia los estados simpatético o dorsal sea temporal y equilibrado, ayudándonos a vivir nuestras vocaciones para la gloria de Dios.

Entonces, ¿cómo se aplica esto a la oración? A nivel experiencial, la consolación no espiritual se alinea con el estado ventral, mientras que la desolación no espiritual se alinea con los estados simpatético y dorsal. Cuando el sistema nervioso de un cliente se queda atascado en el estado simpatético o dorsal, la oración puede sentirse dolorosamente imposible. La respuesta de su cuerpo al peligro percibido hace que sentarse quieto se sienta aterrador o incluso angustiante, como si la oración requiriera anular sus instintos naturales de lucha, huida o congelación.

Sin embargo, cuando los clientes aprenden a reconocer y comprender su estado del SNA en cualquier momento, pueden trabajar para pasar del estado simpatético o dorsal al ventral. Esta práctica puede hacer que la oración sea más posible y agradable, y que la capacidad de navegar por su SNA ayuda a reducir la angustia que sienten durante los estados desafiantes. Esta práctica también les hace menos propensos a sentirse «atascados», fomentando una sensación de libertad y una mayor conciencia de cómo Jesús trae liberación a los cautivos en todos los niveles de nuestro ser, incluso dentro de la silenciosa lucha de nuestra vida de oración.

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St. Raphael Counseling, la práctica católica de terapia más grande del país, ofrece asesoramiento individual, de pareja, familiar y escolar. Sirviendo a la arquidiócesis de Denver y parte de Caridades Católicas, nuestro equipo de médicos brinda terapia y asesoramiento en consonancia con las enseñanzas de la Iglesia católica. Para más información o comenzar, llama al 720-377-1359 o visita straphaelcounseling.com.

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