Respect Life Denver, un ministerio de Caridades Católicas, tiene la misión de ayudar a transformar Colorado en un santuario donde toda persona sea valorada y protegida en cada etapa de su vida.
Aunque esa misión comienza con los no nacidos —los más vulnerables entre nosotros—, no termina ahí. El respeto por la vida es un principio fundamental que abarca todo el recorrido humano, y Respect Life Denver se compromete a honrar la dignidad de cada persona en cada momento de su existencia.
Junto con la recientemente formada Red de Atención al Final de la Vida, una iniciativa local dedicada a defender la dignidad humana en los últimos momentos de la vida, Respect Life Denver busca proteger la vida “del vientre a la tumba”, como dice la conocida frase. Sin la defensa de la vida en el vientre, no habría vida que proteger; pero si el cuidado termina ahí, la misión queda incompleta. Cada persona —ya sea joven y fuerte, enferma o cercana a su último aliento— merece ser vista, amada y acompañada en su dignidad dada por Dios.
Emma Ramírez, directora de Respect Life Denver, vivió esta verdad mientras servía como misionera con Christ in the City, una organización católica local que atiende a personas sin hogar en Denver y Filadelfia. En el 2017, conoció a un hombre de 73 años llamado Albert Lee, cariñosamente conocido como Al, a quien encontró sentado en la entrada de su departamento cerca de las calles Colfax y Grant.
Originario de Nueva Orleans, Al amaba el gumbo, el cangrejo y el Mardi Gras. También tenía debilidad por los hotcakes de McDonald’s y los conos de helado de vainilla. Con el tiempo, Emma desarrolló una estrecha amistad con él, visitándolo con frecuencia y compartiendo muchas conversaciones.
Hacia el otoño del 2019, Al comenzó a sufrir problemas de memoria y de salud, lo que lo llevó a mudarse a un asilo para recibir atención constante. Emma siguió visitándolo, a menudo llevándole sus golosinas favoritas: McCafé con doce cucharadas de azúcar o una rebanada de pastel de chocolate.
“Cuando su salud empeoraba, solía preguntar por mí y si estaba bien”, recordó Emma. “Cada vez que entraba, respiraba con alivio al saber que no me había perdido».
Durante la pandemia de COVID-19, cuando las visitas se complicaron, Emma se mantuvo en contacto por teléfono. En mayo deL 2020, Al falleció a causa de complicaciones derivadas de su enfermedad.
Durante gran parte de su vida, Al sufrió lo que santa Teresa de Calcuta llamaba la “pobreza de la soledad”. Sin embargo, a través de los misioneros de Christ in the City, y más tarde mediante su amistad con Emma, descubrió que no estaba solo.
“Cuando murió, recé para que supiera cuánto se le amaba y el impacto que tuvo en quienes lo rodeaban”, dijo Emma. “Fue un gran privilegio acompañarlo en el final de su vida».
Historias como la de Al revelan por qué morir con verdadera dignidad es una parte esencial de la misión provida. En una cultura que a menudo equipa la dignidad con la independencia, la productividad o la ausencia de sufrimiento, la enfermedad y la vejez suelen considerarse una carga. La visión católica, en cambio, proclama algo distinto: la dignidad humana nunca se pierde, porque está enraizada en la verdad inmutable de que cada persona está hecha a imagen y semejanza de Dios.
“Defender la verdadera dignidad al final de la vida significa resistir la falsa misericordia de la eutanasia y el suicidio asistido”, afirmó Emma. “Estas prácticas terminan con la vida, en lugar de honrarla».
A través de la Red de Atención al Final de la Vida, Respect Life Denver busca asegurar que quienes se acercan a la muerte nunca sean abandonados, sino que reciban reverencia, cuidado y apoyo espiritual. Esto incluye el acceso a los sacramentos, el acompañamiento pastoral y recursos para las familias que enfrentan decisiones difíciles.
En el sentido católico, morir con dignidad no significa apresurar la muerte, sino rodear a la persona de compasión, brindarle atención física y espiritual, y confiar su vida al tiempo de Dios.
La manera en que honramos la vida en su final da testimonio de la santidad de toda vida humana —cada instante—, desde el primer latido hasta el último aliento.

