Por John Ramírez
Crecí católico, rezaba todas las noches con mis padres y rara la vez que faltaba Misa los domingos. Nunca cuestioné por qué era católico; era simplemente lo que sabía.
Sin embargo, mi fe se puso a prueba cuando me fui a estudiar a la Universidad de Central Arkansas. Al comenzar mi tercer año, ya no practicaba la fe de mi niñez. Empecé a ir a iglesias cristianas porque sus servicios se sentían más animados en comparación a la Misa. Además, enseñaban cosas opuestas a lo que enseña la Iglesia Católica. Comenzaron a convencerme de que la Iglesia Católica estaba equivocada en cuestiones teológicas y no era la verdadera Iglesia que fundó Jesús. A este punto, la Iglesia Católica me parecía anticuada, carente de autenticidad y pasión.
No fue hasta que me topé con un libro en una tienda de segunda —Cruzando el Umbral de la Esperanza, del papa san Juan Pablo II— que las cosas empezaron a cambiar. Me atrajo el libro porque me pareció cool el sello papal en la portada, y sabía que a mi madre le habría hecho feliz saber que lo había comprado.
Nunca imaginé que se convertiría en un momento crucial de mi conversión.
Me enganché de inmediato tras leer con curiosidad las primeras páginas. Muchas de mis preguntas y dudas sobre la fe fueron respondidas de una manera sencilla y poética. Por ejemplo, mis inquietudes sobre el papel de María en nuestra salvación, la oración a los santos y, por supuesto, la presencia real de Jesús en la Eucaristía dejaron de ser una duda para mí. San Juan Pablo II abordó estos y muchos otros temas polémicos de una manera que me pareció comprensible. El papa encendió mi fe por completo y sus palabras me devolvieron a Jesús. El libro me abrió las puertas para ver lo que realmente estaba detrás de mis falsas ideas sobre la Iglesia Católica.
Después de terminar el libro, volví a Misa, a la adoración eucarística e incluso me uní a la comunidad católica de mi universidad. Poco a poco, mi relación con Jesús creció hasta el punto de querer entregarme por completo a él. Elegí seguirlo porque sentía que era la autenticidad que siempre había anhelado. Siempre había deseado algo real y apasionante. Eso es lo que ha sido para mí seguir a Jesús –real y apasionante.
Hasta ahora, mi relación con Jesús se ha profundizado. Después de graduarme de la universidad, sentí el llamado a seguir a Jesús a Colorado y a servir dos años en Creatio, un ministerio que se centra en acercar a las personas a Cristo a través de la belleza de la naturaleza.
Este «sí» a Colorado me llevó a conocer a mi esposa y, finalmente, a decir «sí» a la vocación del matrimonio. Desde entonces, Jesús nos ha bendecido con un hijo y muchas oportunidades para una conversión personal más profunda. El matrimonio nos ha dado un espacio para vivir nuestra fe en acción, encarnar el amor de Dios y compartir este mismo amor con los demás.
La autenticidad, belleza y pasión que anhelé toda mi vida ahora las vivo con Cristo y a través de mi familia. Sin Jesucristo, nada de esto hubiera sido posible, y estoy muy agradecido por haberme traído a casa, a la Iglesia Católica.