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Elecciones 2016: Formar la conciencia para elegir correctamente

Por: Martha Fernandez-Sardina

Llegó el año de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. En esta y en posteriores ediciones ofreceremos artículos que busquen formar a nuestros lectores en cómo votar a conciencia, iluminados por la luz del Evangelio.

Gobernar no es fácil. Elegir a nuestros gobernantes tampoco lo es. Por eso Dios, quien gobierna el universo y nos mandó gobernar la tierra, nos exige una profunda conversión que nos permita gobernar nuestras vidas según su plan original: “no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rom. 12, 1-2). Así podremos elegir con cuidado a nuestros gobernantes e interceder por ellos “para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1 Tim. 2:1-4).

 Cada ciudadano tiene el derecho y el deber de ponderar las necesidades de los habitantes del mundo para estudiar las posiciones y propuestas de cada partido y la visión y la experiencia de cada candidato presidencial para elegir el líder que mejor asegure el bien común conforme a las propuestas y demandas de Dios para la humanidad.

Los creyentes no podemos ser “partidistas”. La elección de líderes que demuestren tener una visión conforme a principios éticos y morales a favor de cada ser humano desde su concepción hasta su muerte no puede estar regido meramente por preferencias personales ni apegos indiscriminados a un partido político, lo cual podría poner en juego no sólo el presente, sino también el futuro de nuestra nación y del mundo por ser los Estados Unidos de América un líder mundial.

 

Un llamado a escuchar la voz de Dios

La Conferencia Episcopal de los Obispos Católicos de los Estados Unidos ha publicado un documento actualizado sobre la responsabilidad política de los católicos con el propósito de ayudar a católicos en este crucial año de elección presidencial. La Nota introductoria dice:

“Instamos a nuestros pastores y pueblo católicos a seguir utilizando esta importante declaración para ayudarles a formar sus conciencias, contribuir a un diálogo público cordial y respetuoso y concretar sus opciones en las próximas elecciones a la luz de las enseñanzas de la Iglesia”. (Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles: Nota introductoria;  http://www.usccb.org/issues-and-action/faithful-citizenship/formando-la-conciencia-para-ser-ciudadanos-fieles-nota-introductoria.cfm)

Este es un llamado oportuno y urgente dado las polémicas y las protestas respecto a posturas y propuestas radicales y reaccionarias a favor de o en contra de uno o más derechos humanos que han ido aumentando la polarización y el “partidismo” en esta campaña electoral. Con una conciencia bien formada podremos ejercer nuestra vocación bautismal de ser “profetas” en el foro público y defender los derechos inalienables de todo ser humano, empezando con las personas más vulnerables e indefensas.

 

Un reto y una obligación, una guía y una decisión

La participación ciudadana responsable es un reto y una obligación. Ningún partido ni candidato abraza plenamente el plan que Dios ha revelado para el bienestar temporal y transcendente de cada ser humano. Suelen proponer soluciones a retos reales que a menudo contradicen las soluciones que Dios propone y las demandas que impone para el bien de cada hombre, mujer y niño. El documento episcopal sirve de guía para discernir y decidir:

“No ofrece un listado cuantitativo de temáticas para su consideración por igual, sino que describe y hace importantes distinciones entre cuestiones morales reconociendo que algunas implican la clara obligación de oponerse a males intrínsecos que nunca pueden ser justificados y que otras requieren acciones para buscar la justicia y promover el bien común. En resumen, llama a los católicos a formar sus conciencias a la luz de su fe católica y llevar nuestros principios morales al debate y las decisiones sobre candidatos y temáticas” (ibid).

Los obispos nos aseguran que no estamos solos y sin ayuda a la hora de abogar y votar con una conciencia cristiana bien formada a favor del bien común – todo lo contrario:

“La declaración reconoce nuestro patrimonio doble como fieles católicos y como ciudadanos estadounidenses. Somos miembros de una comunidad de fe con una larga tradición de enseñanza y acción sobre la vida y dignidad humanas, el matrimonio y la familia, la justicia y la paz, el cuidado por la creación y el bien común. Como estadounidenses, estamos también bendecidos con la libertad religiosa que salvaguarda nuestro derecho a llevar nuestros principios y convicciones morales a la escena pública. Estas libertades constitucionales deben a la vez ser ejercidas y protegidas, en la medida en que algunos pretenden silenciar las voces o limitar las libertades de los creyentes religiosos y las instituciones religiosas. Los católicos tienen los mismos derechos y deberes que los demás de participar plenamente en la vida pública. La Iglesia a través de sus instituciones debe ser libre para llevar a cabo su misión y contribuir al bien común sin ser presionada a sacrificar sus enseñanzas y principios morales fundamentales” (ibid).

 

La voz de Dios en la conciencia humana

El “seguir mi conciencia” en privado y en público no puede significar hacer lo que nos parezca. Más bien, es seguir la diáfana voz de Dios en la conciencia y en la Iglesia. El Concilio Vaticano  II en la Constitución Pastoral Gaudium et spes declara:

“El hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándolo siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal: haz esto, evita aquello. […] La conciencia es el centro más secreto del hombre, el santuario en el que está solo con Dios y en el que su voz se hace oír” (§ 16).

Para ejercer nuestros deberes como ciudadanos fieles es necesario escuchar la voz de Dios en nuestro interior, en la conciencia bien formada, en ese “santuario” donde Dios habla al hombre, creado a Su imagen y semejanza, para que opte por y obre según el bien de todos en todo, es decir, según los dictámenes de una conciencia bien formada por la revelación divina.

 

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