Por Kristen Lanier
Directora de servicios estudiantiles
Oficina de Escuelas Católicas de la arquidiócesis de Denver
Es una alegría para nuestras escuelas católicas ser refugios para la educación. Nuestra misión es asegurar que los estudiantes sepan que serán vistos en la plenitud de quienes Dios los creó para ser, en sus entornos educativos únicos. Necesitan sentirse seguros, cuidados, amados y alentados a ser los agentes del evangelio que todos estamos llamados a ser, para poder aprender y crecer.
Al celebrar la Semana de las Escuelas Católicas 2025, es con gran alegría que celebramos las muchas maneras en que el Señor ha bendecido el trabajo del servicio a los estudiantes excepcionales dentro de la arquidiócesis de Denver. Según la Asociación Nacional de Educación Católica, solo el 7-8% de los estudiantes en las escuelas católicas de EE. UU. tienen una discapacidad diagnosticada y reciben servicios dentro de sus escuelas católicas. De los estudiantes que tenemos el privilegio de servir en la arquidiócesis de Denver, el 11% ha sido diagnosticado con necesidades excepcionales, y el 15.6% de nuestra población estudiantil total recibe instrucción especializada basada en sus necesidades, diagnosticadas o no. Estos números realmente rivalizan con los de nuestras escuelas públicas.
En las profundas palabras del Mons. James Shea, el presidente de la Universidad de María en Dakota del Norte, compartidas en la primera gala de la Fundación FIRE de Denver en 2022: “Estamos en un momento clave en el que nuestras escuelas seculares, debido a la filosofía sobre la persona humana que está en el ambiente, no tienen los recursos para cuidar a aquellos que tienen necesidades especiales. No los tienen. Todo lo que tienen es una tremenda cantidad de dinero. Nosotros tenemos todo lo demás. Tenemos una visión coherente de lo que es la persona humana, de para qué fue hecha la persona humana. Tenemos una visión clara de lo que es la educación. No se trata solo de entrenamiento en habilidades para la vida, sino de la formación del corazón y la mente. Tenemos cuidado pastoral. Tenemos los sacramentos. Tenemos la oración. Tenemos el mandamiento de amar. Tenemos el evangelio, y el evangelio de Jesucristo, por cierto, es educación para todos nosotros que somos débiles, sufrientes y necesitados frente al trono de Dios. Tenemos todo, todo”.
No es secreto que el servicio a los estudiantes excepcional en escuelas no públicas es inherentemente desafiante. Las escuelas privadas pueden carecer de la abundancia financiera que acompaña este trabajo en las escuelas públicas, pero como señala Mons. James, nosotros tenemos todo lo demás. Entonces, ¿qué hemos encontrado que hace posible este trabajo?
- El poder del Espíritu Santo. La misión del Departamento de Apoyo Estudiantil en la Oficina de Escuelas Católicas es simple: Enseñamos la verdad completa a la persona completa para su uso en toda su vida, para que los estudiantes sepan, comprendan y sirvan en la misión única para la que fueron creados. Este trabajo es profundamente único, firmemente enraizado en la realidad de que cada estudiante fue creado para una misión específica en servicio a nuestro Creador. Esa verdad debe informar y guiar cada acción que tomemos en servicio a los estudiantes excepcionales. El papel de nuestras escuelas católicas es acercarlos cada vez más a esa realidad.
- Participación familiar: Las familias son los educadores primarios y expertos en la vida de sus hijos. El papel de involucrar a las familias en este trabajo no puede ser subestimado. Nuestro objetivo es incluir a las familias en nuestro servicio a los estudiantes excepcionales, ya que es a través de su perspectiva dada por Dios que podemos ver plenamente a cada estudiante.
- Desarrollo profesional: Equipar a los maestros y las escuelas con las habilidades y conocimientos necesarios para apoyar a los estudiantes diversos es clave. Durante el último año, hemos ofrecido al menos un taller por mes, cuatro cursos totalmente remotos de varias semanas (para honrar el vasto territorio geográfico de la arquidiócesis de Denver), y 14 días de capacitación intensiva en intervención en lectura y matemáticas. Estas ofertas han beneficiado a más de 300 educadores —un tercio de nuestro cuerpo docente— para capacitarlos mejor para servir a los estudiantes excepcionales. Hemos abordado presentaciones específicas de discapacidades y estrategias, documentación, construcción de asociaciones con las familias, alfabetización estructurada, modelos de cambio de comportamiento, y mucho más.
- Estructura: Al reconocer que la raíz de este trabajo es la justicia, nos hemos enfocado en establecer estructuras que comuniquen lo que nuestras escuelas son capaces de hacer en servicio a cada estudiante, al tiempo que honramos todo lo que los proveedores externos de servicios traen a la mesa. Lo hemos hecho a través de plantillas de documentación, software, orientación y capacitación que sirven como guías para satisfacer mejor las necesidades de los estudiantes.
- Socios colaborativos: Es crucial fomentar asociaciones fuertes dentro de nuestras escuelas entre maestros de educación general, maestros de educación especial, paraprofesionales, terapeutas y proveedores de servicios relacionados. Este enfoque colaborativo asegura que los estudiantes reciban el apoyo integral que necesitan. También nos hemos enfocado en generar conciencia y asociaciones externas con agencias educativas locales, programas externos y proveedores de servicios que ayuden a avanzar nuestra misión.
- Ambientes escolares de apoyo: Sin lugar a duda, los verdaderos héroes de la educación son nuestros maestros y todos los que acompañan a los estudiantes en sus diversos entornos de aprendizaje. Crear aulas de apoyo que honren y sirvan la plenitud de la dignidad humana mediante prácticas basadas en evidencia y los principios de diseño universal ha sido fundamental. Estos ambientes ayudan a los estudiantes a desarrollar no solo las habilidades académicas necesarias, sino también a crecer en relación unos con otros y con el Señor.
Nuestras escuelas católicas son testigos vivos del evangelio en su servicio a los estudiantes excepcionales. Están creando entornos donde los estudiantes pueden aprender y crecer juntos, celebrando su singularidad y reconociendo su humanidad compartida. Al hacer esto, no solo cumplen su misión como escuelas católicas, sino que también contribuyen a una sociedad que es un testimonio integral de la plenitud de la creación. Aún tenemos mucho trabajo por hacer, pero estamos profundamente agradecidos por nuestros esfuerzos actuales.
Debemos encontrarnos con el Dios vivo para buscarlo, y qué verdadera alegría es ser testigos de la belleza de nuestras escuelas católicas, que guían a nuestros estudiantes hacia Jesús al honrar a cada uno como único e irrepetible.
El papa san León Magno lo resumió muy bien cuando dijo: “¡Cristiano, recuerda tu dignidad!”. Damos gracias por la gracia ofrecida a nuestras escuelas católicas, que han asumido la misión de mirar a cada estudiante y decir: “Estudiante, vemos tu dignidad y te ayudaremos a conocerla”.