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¿Es la Asunción de María un día de precepto en 2024?

Celebrado el 15 de agosto cada año, la solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María conmemora la asunción de nuestra Madre María al cielo, cuerpo y alma. Desde el siglo V, la Iglesia ha enseñado que María fue asunta o elevada al cielo por el Padre.

No debe confundirse con la Ascensión de Jesús al cielo, cuerpo y alma, que se celebra 40 días después de la Pascua cada año, la solemnidad de la Asunción honra la profunda santidad de María, quien fue preservada de la mancha del pecado original.

Aunque la fiesta solemne cae en jueves este año, la Asunción es un día de precepto y las parroquias en todo el mundo ofrecerán Misas para los fieles. Ya sea que te encuentres en la Arquidiócesis de Denver o de vacaciones antes de que comience el año escolar, ¡habrá una Misa para ti! Asegúrate de usar el buscador de la arquidiócesis y/o masstimes.org para encontrar la Misa que mejor se adapte a ti.

Aunque solo se alude a ella en las Sagradas Escrituras, esta solemnidad está inmersa en la rica tradición de la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia Católica refleja:

«La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte. La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos: En el parto te conservaste Virgen, en tu tránsito no desamparaste al mundo, oh Madre de Dios. Alcanzaste la fuente de la Vida porque concebiste al Dios viviente, y con tu intercesión salvas de la muerte nuestras almas» (CCC 966).

A través de su asunción al Cielo, nuestra Santísima Madre fue llevada a una unión cada vez más cercana con Jesús, su Hijo y nuestro Salvador. A su lado en el cielo, ella ora por sus hijos. ¡Qué regalo tan bendecido! Su poderosa intercesión es una fuente profunda de esperanza para los cristianos que recurren a ella. En la Misa de la Jornada Mundial de la Juventud 1993 en Denver, el papa san Juan Pablo II predicó:

«En el momento de su Asunción, María fue «llevada a la vida», en cuerpo y alma. Ya es parte de las «primicias» (1 Cor 15, 20) de la muerte y resurrección redentora de nuestro Salvador. El Hijo recibió de ella su vida humana; él, en cambio, le dio a ella la plenitud de la comunión en la vida divina. Ella es el único ser —además de Cristo— en el que el misterio ya se ha realizado plenamente. En María, la victoria final de la vida sobre la muerte ya es realidad. Y, como enseña el concilio Vaticano II: «La Iglesia ha alcanzado en la santísima Virgen la perfección, en virtud de la cual no tiene mancha ni arruga» (Lumen gentium, 65). En La Iglesia y por ella, también nosotros esperamos «una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible, reservada en los cielos para nosotros» (1 Pedro 1, 4)».

Mientras nos preparamos para conmemorar esta gran fiesta en honor a nuestra Santísima Madre, tenemos grandes razones para regocijarnos. San Bernardo de Clairvaux dijo lo siguiente sobre la fiesta gozosa:

«¡Qué ocasión tenemos de solemnidad en su asunción, qué causa de alegría, qué materia de gozo! Con la presencia de María se ilustraba todo el orbe, de tal suerte que aun la misma patria celestial brilla más lucidamente iluminada con el resplandor de esta lámpara virginal».

¡Que las oraciones y el ejemplo de María iluminen nuestros corazones y nos acerquen cada vez más a Jesús, nuestro Salvador! Únete a los fieles de todo el mundo en la Misa este jueves y considera rezar esta oración atribuida a san Pablo VI para la celebración de la Asunción.

Oh María Inmaculada, Asunta al cielo, tú que eres la más bendita en la visión de Dios: de Dios Padre que te exaltó entre todas las criaturas, de Dios Hijo que quiso que lo llevaras como Hijo tuyo y que fueras su Madre, de Dios Espíritu Santo que realizó en ti la concepción humana del Salvador. Oh María, purísima Oh María, dulcísima y hermosa Oh María, mujer fuerte y reflexiva Oh María, pobre y dolorosa Oh María, virgen y madre mujer muy humana como Eva, más que Eva. Estás cerca de Dios por tu gracia y por tus privilegios en tus misterios en tu misión, en tu gloria. Oh María, asumida en la gloria de Cristo en la perfección completa y transfigurada de nuestra naturaleza humana. Oh María, puerta del cielo, espejo de la luz divina, arca de la Alianza entre Dios y los hombres, deja que nuestras almas vuelen tras de ti, que vuelen a lo largo de tu camino radiante, transportadas por la esperanza de que el mundo no contiene la bienaventuranza eterna. Consuélanos desde el cielo, oh Madre misericordiosa, y guíanos por tus caminos de pureza y esperanza hasta el día de ese encuentro bendito contigo y con tu divino Hijo nuestro Salvador, Jesús. Amén.

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