Dos semanas antes de que el papa Francisco fuera hospitalizado el 14 de febrero, Sandra Miley, feligrés de la parroquia St. Cajetan en Denver y parte del equipo de la arquidiócesis de Denver, le estrechó la mano al santo padre.
La sorpresiva oportunidad surgió en agosto del 2024, cuando Sandra y sus hermanas recibieron una invitación a una audiencia privada con el papa Francisco, que estaba programada para el viernes 31 de enero.
“Mis hermanas y yo no sabíamos qué esperar”, compartió a El Pueblo Católico.
Comenzaron a planear su viaje y se dirigieron a la Ciudad Eterna, donde quedaron maravilladas por el increíble e inesperado privilegio de conocer al santo padre.
“Se hizo evidente el día antes de que tuviéramos previsto encontrarnos con el santo padre, el papa Francisco, lo personal e íntima que sería nuestra audiencia. Después de recibir instrucciones específicas e información sobre lo que implicaría la audiencia privada, mis hermanas y yo pasamos el resto del día en silencio. Cada una orando, discerniendo y preguntando a Dios: ‘¿Por qué a mí?’”, recordó Sandra.
El día culminó con una Misa privada con el cardenal Pietro Parolin, secretario de estado del Vaticano, en la Capilla La Clementina, en las grutas subterráneas de la Basílica de San Pedro, lugar donde se cree que fue crucificado san Pedro.
Con tanta cercanía a san Pedro y a su sucesor, Sandra no pudo evitar emocionarse.
“Todo en él era surrealista y celestial”, dijo. “Mientras estaba sentada en la capilla, esperando que comenzara la Misa, no podía controlar mis lágrimas. Le preguntaba a Dios una y otra vez: ‘¿Por qué yo, Señor?’.
Después de la Misa, fueron conducidas a su audiencia con el papa Francisco, una experiencia tan conmovedora que Sandra apenas pudo describirla.
“Podía oír y sentir los latidos de mi corazón. La emoción de alegría era demasiado para contenerla. Con la mirada de sus ojos y su sonrisa acogedora, sentí su cálido abrazo. La delicada calidez y suavidad de su mano me hicieron sentir como si no fuera nuestro primer encuentro; más bien como si estuviera feliz de verme de nuevo. Sentí la presencia de Dios”, compartió. “Sentí como si el papa Francisco pudiera ver a través de mí y no hubiera nada que yo pudiera hacer para que me amara más o menos. Me saludó como un padre saludaría a su hijo. En ese momento comprendí que Dios me había elegido para estar allí. Si así es como se siente estar en casa, espero con ansias la vida eterna. Cada día desde mi encuentro con el santo padre me ha hecho anhelar el día en que esté con mi Padre Celestial”.
A tan solo dos semanas después de su experiencia celestial con el santo padre, Sandra y el resto del mundo se enteraron de la hospitalización del papa Francisco. Con la respiración contenida y las lágrimas fluyendo, ella, sus hermanas y los católicos de todo el mundo velaron y oraron por su padre espiritual durante el mes que pasó en el Hospital Gemelli de Roma. Ahora que el papa Francisco ha sido dado de alta y se recupera, Sandra se siente agradecida por su recuperación, por la oportunidad de haber conocido a un padre espiritual como él y por la oportunidad de volver a hacerlo este verano.
«Las oraciones son poderosas cuando pedimos que se haga la voluntad de Dios», agregó. «¡Agradezco a Dios y a todos en el mundo por sus oraciones! Sigamos orando por la fortaleza y la recuperación completa del papa Francisco durante este Año Jubilar de la Esperanza. Espero ver al papa Francisco de nuevo en junio como parte de un grupo de peregrinos que viajan con el obispo Jorge Rodríguez, monseñor Jorge de los Santos y el padre Matt Magee. Mi esperanza es continuar mi renovación como ‘peregrina de la esperanza'».
