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miércoles, abril 16, 2025
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Sabiduría de Walburga: Liturgia de las horas y oración de intercesión

Esta serie, que durará varias semanas, es un recuento de la “Sabiduría de Walburga” desde la mente y el corazón de la madre Maria-Michael, O.S.B., la abadesa de la comunidad, en respuesta a algunas de las preguntas y preocupaciones fundamentales de innumerables católicos en el camino al Cielo.

La liturgia de las horas y oración de intercesión

La oración oficial de la Iglesia, la liturgia de las horas, se reza a lo largo del día y la noche por sacerdotes, diáconos y religiosos en todo el mundo. En cualquier momento de cualquier día, alguien, en alguna parte del mundo, está rezando por la Iglesia con las palabras de las escrituras, con las palabras de Jesús.

“El oficio divino es un verdadero regalo”, dijo la madre María-Michael, reflexionando sobre la dinámica de esta poderosa forma de oración. “A menudo pienso que, si estás en el oficio divino, estás rezando los salmos, y tú pronuncias una frase, y ellos te responden con otra, y luego tú les rezas otra a ellos. Y cuando llegas al final, ya no podemos decir más, así que vamos a orar, ‘¡Gloria al Padre!’ hemos alcanzado el punto más alto. Solo vamos a ponernos de pie y alabarlo”.

Las palabras de las escrituras, especialmente los salmos, están entrelazadas en esta antigua oración. Usualmente rezada en grupos llamados coros, cada estrofa de cada salmo alterna de grupo a grupo. Después de cada salmo, se reza un Gloria, devolviendo toda la alabanza y honor a la Trinidad. De esta manera, los consagrados que rezan el oficio divino usan las palabras de las escrituras para orar y alabar a Dios.

“Los salmos son antiguos, pero aún están vivos”, continuó la madre. “Es hermoso cuando oras las escrituras. Oh, Dios mío, hay un poder inmenso en ello porque las escrituras son el corazón de la Iglesia”.

Además de rezar a Dios, las monjas de Walburga y otras en todo el mundo oran por la Iglesia. En esta antigua forma de oración de intercesión, el oficio divino les permite ofrecer cualquier sufrimiento, desafío, enfermedad u otra necesidad a Dios en y a través de sus propias palabras, confiando en su amorosa provisión.

Como sus esposas, las monjas de Walburga tienen un acceso especial con esta oración de intercesión. La madre Maria-Michael dijo: “Si tu esposo es el Rey, llevas a la gente al Rey. Le imploras a Dios, tu Rey, ‘Por favor, cuida de tu pueblo. Muéstrales el camino’”.

La oración de las monjas de Walburga y sus contrapartes contemplativas en todo el mundo, esposas de Cristo, es una tremenda bendición para la Iglesia y el mundo. Para aquellos que no tienen ninguna promesa de rezar el oficio divino, la liturgia de las horas y la oración de intercesión pueden seguir siendo una fuente de gran gracia.

“Cuando llevas a la gente a Dios, es su amor el que se encarga de ellos. No va a ser como nosotros queremos, pero tienes que tener fe y confianza”, dijo la madre. “Creo que la oración de intercesión es poderosa. Creo que cuando amamos a las personas y las llevamos a Dios, y lo hacemos por puro amor a la Iglesia, Dios responderá.

“Solo quiero honrar a Dios. Es su elección cómo hacerlo. Solo puedo orar, y estoy feliz de hacerlo”, concluyó.

La sabiduría de Walburga es doble: radica en una antigua fuente de sabiduría dada a la Iglesia, la liturgia de las horas, y en una invitación siempre nueva a orar e interceder por nuestros hermanos y hermanas. Al rezar el oficio divino con fidelidad e interceder por la Iglesia y las necesidades de nuestra comunidad, nos acercamos al Rey de Reyes. Ya sea en la liturgia de las horas o de otra manera, tenemos el privilegio de llevar las necesidades de nuestros vecinos a Dios con fe confiada, pidiéndole que cuide de su pueblo —y que nos dé la gracia para hacer lo mismo.

André Escaleira, Jr.
André Escaleira, Jr.
André Escaleira es el editor de Denver Catholic y El Pueblo Católico. Nacido en Connecticut, André se mudó a Denver en 2018 para servir como misionero con Christ in the City, donde servió por dos años.
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