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«Sea cual sea tu voluntad, es tu voluntad»: Del cáncer a la fe y a un propósito de vida

Cuando Devin Hays sintió el primer bulto en la cabeza, estaba más preocupado por sus exámenes finales que por su salud.

“Ese semestre me dio faringitis estreptocócica dos veces, lo cual ya era raro, pero cuando apareció el bulto pensé que solo tenía un resfriado extraño”, dijo. “Estaba tosiendo, agotado y no me podía concentrar en clase, ni siquiera con una taza grande de café. Pensé que podía aguantar hasta el fin de semana”.

Para el viernes ya tenía un tercer bulto y la tos había empeorado, por lo que decidió ir a la clínica del campus el lunes por la mañana.

“Pensé, ‘Ojalá me den algo para aguantar la semana de exámenes y luego me preocupo por esto cuando regrese a casa’”, recuerda Devin.

Lo que nunca se imaginó, es que le dijeran que tenía que ir al hospital lo antes posible.

“No podían encontrar mi corazón en la radiografía”, explicó. “Había algo en la tráquea y el mediastino. Ahí supe que se trataba de algo serio”.

Criado en un hogar católico en Erie, Devin se había alejado de la fe en la secundaria, ya que el hockey competitivo ocupaba mucho de su tiempo familiar.

Pero en ese momento de incertidumbre médica, algo más profundo despertó en él.

“Por primera vez en mi vida, me entregué a Dios. Le dije: ‘Sea cual sea tu voluntad, es tu voluntad. Solo ayúdame a superar la parte mental’. Ese fue mi momento de rendición”, recuerda.

Al principio, los médicos pensaron que tenía linfoma —un tipo de cáncer tratable con buen pronóstico. Pero luego llegó la mala noticia: “Me dijeron que no era linfoma. Era leucemia. Agresiva. Incurable. Con una tasa de supervivencia a cinco años de apenas el 50%. Después de eso, baja”.

Parecía que todo se derrumbaba. Pero luego llegaron los resultados de la biopsia de una clínica en Iowa.

“Me dijeron que sí era linfoma, y que era curable. Lo que sucedió fue que, o un patólogo del Mayo Clinic se equivocó, o algo cambió. Yo elijo creer que algo cambió”.

El tratamiento comenzó rápidamente y, aunque el cáncer respondió bien, la quimioterapia fue brutal.

“En muchas ocasiones, la quimio casi me mata”, dijo. “Perdí todo el cabello. Mi cara se hinchó. Me veía muy enfermo”.

Fue durante esa época que la comunidad que lo rodeaba intervino, especialmente en su parroquia natal, St. Scholastica en Erie.

“Me acerqué mucho al padre Rob Wedow, y él me ayudó a superarlo”, recuerda Devin. “Los Caballeros de Colón también fueron fundamentales. Aunque me veía enfermo, me trataron como a cualquier otro. Me dieron las mismas responsabilidades que a los demás, y en ese momento, eso significó muchísimo para mí”.

A pesar del tratamiento intenso, Devin se negó a atrasarse en sus estudios.

“Hacía exámenes y pruebas mientras recibía quimio”, dijo. “Después me transferí a CU Boulder. Por la gracia de Dios, la universidad me va a tomar solo cuatro años, incluso con el cáncer.”

Ahora en remisión, Devin dedica su energía al servicio y a construir algo más grande que él. Es voluntario en la pastoral universitaria de CU Boulder, ayuda con el grupo juvenil de St. Scholastica y sigue activo con los Caballeros de Colón.

“La parte más difícil del cáncer fue ver cómo afectaba a mis amigos y a mi familia, especialmente a mi mamá, y ver a otros niños pasar por lo mismo; me trataron en pediatría casi todo el tiempo, y ver sufrir a los niños es muy duro”, compartió. “Ese octubre, cuando ya estaba en remisión, pero aún en tratamiento, nos disfrazamos y repartimos dulces a los niños que también estaban hospitalizados”.

De esa experiencia nació su proyecto más ambicioso: Hospital Homies, una organización sin fines de lucro que acompaña a niños enfermos y a sus familias.

“Tuve la bendición de conocer a Tim Tebow, un gran cristiano, y verlo amar a la gente me inspiró mucho. La noche antes de un viaje para recaudar fondos, me vino el nombre ‘Hospital Homies’. Fue algo demasiado bueno para que se me ocurriera a mí, especialmente con el cerebro afectado por la quimio”, dijo entre risas.

La organización ahora es una entidad registrada 501(c)(3) dedicada a visitar a niños en hospitales y apoyar a sus familias.

“No ocultamos que somos cristianos y católicos”, dijo Devin. “Pero también nos conectamos con las persona en su situación. Visitar a los enfermos es una Obra Corporal de Misericordia. Y a veces, esas visitas abren la puerta a conversaciones más profundas”.

“Me emociona pensar en regresar en 20 años como exalumno y ver lo que estos estudiantes están haciendo”, dijo.

Después de graduarse este mes, el próximo proyecto de Devin es una empresa: una tienda física y en línea centrada en artículos coleccionables, especialmente monedas de metales preciosos.

“La idea es crear una fuente de ingreso estable para financiar Hospital Homies”, explicó. “Necesitas medios para sostener tu misión, y esta es mi forma de hacerlo realidad”.

Su tienda, que abrirá en mayo, también tendrá una sección religiosa con medallas de santos, monedas papales antiguas y otros artículos devocionales.

Al mirar atrás, Devin ve una transformación en sí mismo mucho más profunda que lo físico.

“Antes del diagnóstico, el hockey era sin dudar mi ídolo,” admitió. “Me siento agradecido por haber pasado por esto porque cambió mi perspectiva. Me enseñó cuán grande es el dolor en el mundo, pero también sobre la gracia extrema que Cristo derrama a través de ese dolor.”

Y esa gracia es la que Devin espera compartir por el resto de su vida.

Por su profundo camino de entrega llena de fe a la voluntad del Señor y su profunda devoción al servicio a los demás, especialmente a quienes sufren profundamente, Devin Hays ha sido reconocido como el Discípulo del Mes de mayo.

¡Felicidades, Devin, por ser nombrado Discípulo del Mes de la Colecta Anual del Arzobispo!

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Marie O'Neal
Marie O'Neal
Marie San José es la escritora y periodista para Denver Catholic y El Pueblo Católico.
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