52.1 F
Denver
martes, abril 15, 2025
InicioLocalesArquidiócesis de Denver"Sin la Eucaristía no se puede vivir", Abram León y su testimonio...

«Sin la Eucaristía no se puede vivir», Abram León y su testimonio de fe, compromiso y servicio

Abram León, director asociado de movimientos eclesiales laicales de la arquidiócesis de Denver, nació y creció en una familia católica donde siempre se le inculcó la fe. Originario del estado de Guanajuato, México, a tan solo 5 días de nacido, fue bautizado en la fiesta de Santa Rosa de Lima, un 30 de agosto.

Aunque sus padres siempre le inculcaron la fe y el amor de Dios, enfrentó retos que lo apartaron del camino de Dios, cuando tuvo que migrar a los Estados Unidos a sus 14 años.

“Empecé a hacer del trabajo lo más importante en mi vida y eso me hizo vivir una relación con Dios de una manera muy tibia. Sentía un vacío interior muy grande que no llenaba el trabajo, el dinero o los lujos. Siempre había un vacío o la necesidad de algo más”, compartió.

Sin embargo, a pesar de esta “tibieza” con Dios, Abram estaba consciente de que el camino de Dios era lo único que le daría verdadero sentido a su vida.

Abram y su esposa María Josefa León. (Foto proporcionada)

A los 18 años, contrajo matrimonio con su esposa María Josefa León, quien siempre lo invitaba a regresar a su fe. Pero no fue hasta que se vio forzado a asistir a un grupo de formación para que una de sus hijas pudiera hacer su primera comunión, que Abram volvió. El primer día, se compartió una cita bíblica que cambió todo.

“Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita (2 Tim 3, 2-5)”.

“Sentí que me ardía la cara de vergüenza. Mi corazón comenzó a palpitar a una velocidad tan grande, como si estuviese siendo expuesto delante de todos. En ese momento sentí que tenía que hacer algo, que todo ese texto era para mí”, recuerda.

A partir de ese día, Abram se concentró más en la clase y la comenzó a vivir por voluntad propia. Poco tiempo después, en febrero del 2004, asistió a un retiro carismático donde asegura haber tenido un encuentro persona con Cristo.

“Fue un parteaguas en mi vida. A partir de ahí, mi vida dio un giro de 180 grados”, compartió.

Al salir del retiro, Abram inmediatamente se unió a un grupo de oración de renovación carismática.

“Fue el lunes más feliz de mi vida. Sabía que iba a recibir algo más que un pago”, dijo al recordar su primer día en el grupo. Desde entonces, Abram supo que no podía seguir viviendo como antes.

“Cuando uno tiene una experiencia con Dios, uno no puede seguir viviendo igual,” explicó. “Cuando experimentas el amor de Cristo Jesús, cuando tienes un encuentro y una experiencia con el Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, se abren los ojos del alma y comienzas a ver la vida de una manera distinta”.

Abram como su esposa e hijos. (Foto proporcionada)

Abram comenzó a vivir su fe dedicando más tiempo a Dios, leyendo las escrituras, estando más presente en su familia, orando, bendiciendo los alimentos, hablándole a su familia sobre la fe, pero, sobre todo, poniendo siempre a Dios en primer plan. En sus propias palabras, comenzó a ser una “esponja” que absorbía toda la enseñanza que Dios le estaba brindando.

“Sentía una gran ambición espiritual, un gran deseo de conocer más y de recibir más, y sobre todo el gran deseo de hablar de lo que Dios estaba haciendo en mi vida con los demás, de dar testimonio”, expresó. “Cuando uno tiene verdaderamente un encuentro, uno no puede dejar de hablar de lo que ha visto y oído”.

A través su comunidad de fe y la oración, Abram comenzó a descubrir carismas y dones que no sabía que tenía. Deseaba hablar de Dios, comunicar la buena nueva y servir en la Iglesia. Del año 2004 al 2008, de lunes a viernes, Abram dedicaba sus tardes a estar en presencia del Señor.

“Sentí una gran atracción, como un imán grande que me atraía a ir al Santísimo, a la capilla de adoración. Todos los días pasaba una hora con él. No sabía de meditaciones, ni oraciones, solamente lo contemplaba y eso me llenaba y me descansaba, y por eso volvía, por cuatro años seguidos”, recuerda.

Durante este tiempo Abram trabajaba en la construcción. Aunque siempre salía cansado físicamente, nunca faltaba a su encuentro con el Señor. Un día estando en presencia de Jesús, le hizo una petición, “Señor, yo ya estoy cansado de trabajar en esto, ¿Por qué no me consigues un trabajo donde yo pueda reparar parroquias que necesiten reparación de ladrillos?”.

Dios no solo escuchó su oración, sino que le tenía algo mucho mejor. Poco tiempo después, Abram se convirtió en el coordinador del movimiento de Renovación Carismática de la arquidiócesis de Denver.

“Yo estaba trabajando en la construcción en la cárcel de Denver, haciendo celdas, para encerrar a las personas. El Señor me sacó de ahí y me dediqué a construir caminos para liberar a la gente a través del movimiento, sus obras, su visión, su espiritualidad, su carisma de evangelizar y llevar más almas a Cristo”, aseguró.

En un nuevo trabajo y con un nuevo horario, dejó de asistir a la capilla de adoración todos los días, pero tuvo la oportunidad de comenzar a asistir a Misa todas las mañanas antes de comenzar su jornada laboral, algo que hace hasta el día de hoy. “Sin la Eucaristía no se puede vivir”, expresó.

“Cada vez que yo he tenido necesidad de hablar con Jesús, siempre voy a la capilla. Sé que podemos hablar con él en cualquier lugar, pero en la Eucaristía está su presencia real, vivo, cuerpo, alma y divinidad. Para adorarlo, para escucharlo, para contemplarlo y sobre todo para dejarnos amar por él. Así es como yo defino mi devoción a la Eucaristía, a la Misa”, compartió Abram.

Abram durante su graduación de la Universidad de Anáhuac. (Foto proporcionada)

Además de su formación de fe continua que ha llevado por los últimos años, Abram logró completar su educación básica y se graduó de la Universidad de Anáhuac con una licenciatura en Ciencias Religiosas, a través del convenio entre Centro San Juan Diego y la universidad.

“Yo definí ese momento como un sueño no soñado. Todos tenemos sueños y metas, pero hay sueños que ni siquiera nos atrevemos a soñar. Y para mí este fue un sueño que yo no me atrevía a soñar”, recuerda con emoción. “Lo que Dios quiere hacer con mi vida sobrepasa mi imaginación”.

En julio del 2021, luego de varios llamados de Dios a través de otras personas, con el apoyo de su esposa, tiempo en oración y discernimiento, Abram decidió comenzar su formación para el diaconado permanente.

“Yo sentía que lo que estaba haciendo era suficiente. Evangelizar en los movimientos, dar prédicas o talleres, formación, etc. Pero el Señor me decía ‘Yo quiero algo más. Todavía hay algo más que yo te quiero pedir’”, compartió.

Abram sabe que todos sus logros en su camino de fe han sido obra de Dios, sin embargo, también se los atribuye a su familia que siempre lo ha apoyado.

“Mi familia no es perfecta. Mi familia, al igual que otras familias aun lucha, pero no por la perfección que entiende el mundo actual, sino hacia la santidad a la que toda familia humana está llamada. Esta lucha es diaria y solo unidos a Cristo, salimos adelante en las batallas de cada día”, expresó.

El próximo mes de junio, después de varios años de formación, Abram será ordenado diácono permanente de la arquidiócesis de Denver.

“Dios te da una misión, y si tú la abrazas, por muy pequeña que sea, él es fiel para ayudarte a cumplirla. Si el Señor ha puesto esto en mi corazón, yo voy a hacer mi parte y que Dios se encargue de lo demás”, concluyó.

 

Rocio Madera
Rocio Madera
Rocio Madera es especialista en comunicaciones y publicidad para la arquidiócesis de Denver.
Artículos relacionados

Lo último