Los últimos cuatro años han sido un tiempo de renovación y crecimiento para mí y para la arquidiócesis en torno a la misión. Hemos obtenido y discernido una gran claridad en cuanto se refiere al corazón y al plan del Padre para la Iglesia en el norte de Colorado. A través de ese proceso, he sido bendecido al llegar a una comprensión y apreciación más profunda del inmenso amor de Dios Padre por cada persona.
La arquidiócesis existe para que, en Jesucristo, todos puedan ser rescatados y tener vida abundante para la gloria del Padre. El Padre nos otorga nuestra identidad como cristianos y nuestra relación con él (así como con el Hijo y el Espíritu Santo) es la relación principal de nuestras vidas. El podcast, Restore the Glory, ilustró maravillosamente este punto en un episodio. Uno de los presentadores reflexionaba sobre el hecho de que, en el proceso de concebir una vida, hay un periodo de unas dos semanas antes de que la mujer descubra que está embarazada. Durante ese tiempo, durante esas preciosas dos semanas, la única persona que sabía que existías era Dios. Cuando nadie más sabía que existías, le importabas al Padre. ¡El padre te amó y se deleitó contigo!
En la arquidiócesis de Denver tenemos un valor de la misión sobre el que predico y hablo muy a menudo. Lo llamamos “Permanece en relación”. Es simplemente el valor por el que permanecemos y crecemos en la caridad, en la intimidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cuando permanecemos en esa relación primordial nos sentimos movidos a abrazar la misión del redentor. El papa san Juan Pablo II escribió: “La vocación universal a la santidad está estrechamente unida a la vocación universal a la misión. Todo fiel está llamado a la santidad y a la misión” (Redemptoris Missio, 90).
El llamado a la misión es tan universal como el deseo de Jesús de atraer a todos hacia él (Jn 12, 32). La misión brota de nuestra relación con Dios (santidad), mas luego debe conducir a la acción de la misión. Pero ¿cómo debe vivir el pueblo de Dios ese llamado? ¿Siendo ujier o lector en la Misa? ¿O sirviendo como catequista de niños? Todo esto es bueno, pero el llamado a la misión siempre implica un elemento crítico. El papa san Pablo VI explica: “…el que ha sido evangelizado evangeliza a su vez. He ahí la prueba de la verdad, la piedra de toque de la evangelización: es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al reino sin convertirse en alguien que a su vez da testimonio y anuncia” (Evangelii Nuntiandi, 24).
Tenemos un segundo valor de la misión, “Sé la caballería”. Es el valor que nos permite abrazar con valentía y entrar en la misión por la que Jesús murió para darnos. Le decimos a la gente: “Nadie más vendrá, no hay caballería, Dios te llamó y te equipó. Sé la caballería”. Cada uno de ustedes, a través de su bautismo, tiene dentro de sí mismo una dignidad increíble y un poder verdadero para hacer avanzar el reino de Dios. Probablemente no tengas idea de lo importante que eres y de lo mucho que tu vida personal le importa a Jesús y a las miles de personas que tu vida toca.
Finalmente, nuestro tercer valor de la misión es, “Confunde al mundo”. Este es el valor de que cuando permanecemos en relación, y asumimos con valentía nuestra misión como caballería, actuaremos de maneras que no tienen sentido para el mundo. En las Escrituras, la gente se siente confundida por Jesús y, a su vez, por los apóstoles. Su estilo de vida cristiano radical crea confusión y preguntas. Estas preguntas tienen una manera de abrir los corazones a la propuesta de Jesús.
Mis queridos hermanos y hermanas, comparto esta buena noticia porque sé cuánto los ama Dios a todos y a cada uno de ustedes. También sé que tú eres muy importante para el trabajo que Jesús quiere hacer y está haciendo en la arquidiócesis de Denver. Tú importas. Tu vida, tu misión, tus relaciones, incluso y especialmente tu sufrimiento le importa mucho a Jesús. Te animo a reflexionar sobre esto y a considerar lo que Dios te está ofreciendo y cómo vas a responder. Jesús murió para darnos esta misión y a través del Espíritu Santo, la misión vive en TI. Permanece en relación. Sé la caballería. Confunde al mundo. ¡Tú importas!