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lunes, septiembre 29, 2025
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Cómo hablar con los niños sobre la violencia: una guía para familias y educadores

Por la Dra. Angela Wall
St. Raphael Counseling, un ministerio de Caridades Católicas

Los actos de violencia, especialmente en las escuelas, pueden dejar a los niños ansiosos y con miedo. Pueden preguntarse si ellos o sus seres queridos corren peligro. En esos momentos, los niños buscan consuelo en sus padres, maestros y cuidadores.

Como personas de fe, estamos llamados a consolar a nuestros hijos, recordarles la presencia amorosa de Dios y guiarlos hacia la paz y la esperanza.

Aquí tienes 10 puntos a considerar al hablar con tus hijos sobre actos recientes de violencia, como los ocurridos en Minneapolis, Evergreen, Utah y Míchigan:

1. Reafírmalos en su seguridad

Diles que están seguros y recuérdales que Dios ha puesto adultos responsables —padres, maestros y personas de la comunidad— para protegerlos. Aunque las noticias puedan sonar aterradoras, las escuelas siguen siendo de los lugares más seguros para los niños.

2. Escucha y valida sus sentimientos

Todo sentimiento es válido después de una tragedia. Permite que los niños expresen sus preocupaciones con palabras, dibujos o juegos. Reconoce sus miedos, pero también ofrece esperanza: la violencia es real, pero muchas personas trabajan por hacer del mundo un lugar más seguro.

3. Haz espacio para la conversación

Deja que sus preguntas te guíen. Los más pequeños necesitan la simple certeza de que el hogar y la escuela son lugares seguros, mientras que los mayores quizá quieran hablar sobre las causas y posibles soluciones. Recuérdales que los adultos llevan la principal responsabilidad de la seguridad, pero los estudiantes también ayudan al reportar amenazas, seguir las reglas y tratar a los demás con respeto.

4. Mantén a Dios en la conversación

Reza con tus hijos por las víctimas de la violencia, por la paz en las escuelas y por la sanación de los corazones. Recuérdales que Jesús nos llama a ser constructores de paz y que Dios puede sacar bien incluso de las peores situaciones.

5. Revisa la seguridad y el apoyo

Hablen de las medidas de seguridad en la escuela y la comunidad. Anima a tu hijo a identificar a los adultos de confianza a quienes puede acudir si alguna vez se siente inseguro.

6. Observa señales de angustia

Los niños pueden mostrar ansiedad a través de cambios en el comportamiento, el sueño o el apetito. Aunque la mayoría mejora con amor y rutina, algunos necesitarán ayuda profesional, especialmente si tienen antecedentes de trauma o necesidades especiales. Busca apoyo a tiempo si lo consideras necesario.

7. Limita la exposición a los medios

Las imágenes gráficas y las noticias constantes aumentan el miedo. Cuida lo que escuchan en conversaciones y redes sociales. En su lugar, promueve actividades familiares, oración y tiempo al aire libre.

8. Corrige la desinformación

Los niños pueden escuchar rumores o estereotipos sobre la violencia. Corrige suavemente esos errores y recuérdales que la mayoría de las personas, incluidas aquellas con enfermedades mentales, no son peligrosas. Destaca que la violencia nunca resuelve los problemas.

9. Mantén la rutina y hábitos saludables

Las rutinas —comidas, descanso, escuela, juego— brindan seguridad. Fomenta actividades que despierten alegría, conexión y gratitud.

10. Anima a la acción positiva

Ayuda a tus hijos a ser resilientes invitándolos a rezar, ser voluntarios o participar en actividades escolares y parroquiales que promuevan la oración y la paz. Los pequeños actos de amor hacen una gran diferencia.

Puntos clave para enfatizar con los niños

  • Las escuelas son lugares seguros donde los adultos trabajan arduamente para protegerlos.
  • Los adultos son responsables de la seguridad, pero los niños pueden ayudar al hablar cuando algo no parece bien.
  • La violencia nunca es la respuesta de Dios; estamos llamados a resolver los conflictos en paz.
  • Las armas son peligrosas: siempre hay que avisar a un adulto si se ve una.
  • Estar cerca de la familia, los amigos y Dios nos da fuerza y paz.

Aunque la violencia es difícil de comprender, nuestra fe católica nos recuerda que Cristo está con nosotros siempre, especialmente en los momentos de miedo. Con oración, amor y confianza en el cuidado de Dios, las familias y escuelas pueden ayudar a los niños a sentirse seguros y crecer como instrumentos de paz.

(Referencia: National Association of School Psychologists)

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