Por Gregory Effinger
Las campanas de la iglesia sonaron a las 10:00 a.m. en la parroquia St. Michael, en Craig, un domingo de finales de septiembre. Estas campanas no se habían escuchado recientemente, y su sonido alegre marcó una ocasión histórica: el 100 aniversario de esta comunidad católica del noroeste de Colorado.
Feligreses e invitados de todo el valle de Yampa —Hayden, Rangely, Meeker, Oak Creek y Steamboat Springs— llenaron la iglesia a su máxima capacidad. El día no fue solo una celebración del siglo pasado, sino también una renovación de fe para las generaciones por venir.
El arzobispo Samuel J. Aquila presidió la Misa del centenario, que incluyó el bautismo de un niño, un símbolo de unión entre el pasado y el futuro de la parroquia.
“El bautismo es el sacramento que abre la puerta a todos los demás sacramentos”, dijo el arzobispo en su homilía. “Es una pequeña semilla de fe que abre nuestros corazones al Señor”.
La celebración eucarística se llevo a cabo en inglés y en español, uniendo los diversos orígenes culturales de la comunidad católica de Craig: descendientes de mineros y rancheros junto a familias de jóvenes y trabajadores del sector hotelero y restaurantero. Los rostros en las bancas reflejaban la gran diversidad del valle de Yampa y sus dones.
“Como arzobispo, me da gran alegría celebrar 100 años de fe en Craig. Han ocurrido cambios enormes en el último siglo, pero la fe de esta comunidad permanece fuerte, especialmente dentro de la comunidad hispana. Es una gran bendición”, comentó el arzobispo. “Tener un bautismo al inicio de esta Misa muestra la nueva vida de la parroquia. Todo comienza con la familia, y eso es realmente hermoso de ver en el bautismo, cuando los padres traen a sus hijos para ser bautizados”.
“Los próximos 100 años comienzan con la familia”, continuó.
Al final de la Misa, el padre John Croghan, párroco desde el 2024, agradeció a los voluntarios que dedicaron incontables horas a preparar la celebración. La iglesia estaba adornada con flores, vasos sagrados relucientes, manteles de altar nuevos y nubes de incienso.
“Asistió más gente de la que nadie recuerda”, dijo David López, coordinador de monaguillos y encargado de las flores. “Tuvimos que mover velas, sillas e incluso la mesa de comunión del presbiterio para dar espacio a celebrantes, músicos y monaguillos”.
La parroquia también sorprendió al arzobispo Samuel con regalos de cumpleaños: una estatua de san Miguel Arcángel, patrono de la parroquia, y una mitra de Polonia con bordado dorado.
Afuera, carpas y largas mesas de servicio cubrían el estacionamiento. Mientras dentro se tomaban fotos con el arzobispo, familias y amigos formaban fila alrededor de la cuadra, compartiendo comida y postres bajo el sol otoñal.
Bennie y Diann Otero, feligreses desde 1980, recordaron sus décadas de servicio en St. Michael.
“Es el amor por nuestro pueblo y por nuestra iglesia”, dijo Bennie, quien en el antiguo templo (ubicado donde ahora está el estacionamiento) entrenaba a los monaguillos. Diann elogió a los párrocos a lo largo de los años, especialmente al padre John, “que siempre relaciona el evangelio de una forma que podemos entender”.
Jim y Margie Hibbard, feligreses de medio tiempo que pasan casi todos los veranos en Craig desde 1977, también expresaron gratitud.
“Siempre, cada sacerdote nos ha recibido como en casa”, dijo Jim, Caballero de Colón del Consejo 4131.
Ed Coverston, también caballero, fue bautizado en Oak Creek por el padre Prinster, quien viajaba cada domingo en una carreta tirada por caballos desde Steamboat Springs hasta Hayden y Oak Creek para celebrar Misa en los inicios de la parroquia St. Michael. Años después, Ed se casó con su esposa, Corky, en St. Michael durante la Vigilia Pascual del 2000.
“Después de tantos años, seguimos siendo fieles y amando a nuestra comunidad parroquial”, afirmó.
Nissa y Tim Brodman, rancheros al norte de Steamboat Springs, asistieron con sus hijos.
“Amamos al padre John y queríamos apoyar a nuestra parroquia vecina más cercana”, dijo Nissa.
Tim añadió: “Felicidades a la parroquia St. Michael. Es maravilloso ver cómo florece después de 100 años”.
El centenario es un hito profundamente significativo, reflexionó el padre John.
“Cien años son la celebración de la constancia del amor de Dios”, compartió. “Celebramos con san Miguel y con todos los santos ángeles al anunciar la palabra del Señor por otro siglo, compartiendo la Eucaristía. ¡Los niños tienen hambre de verdad! Nuestra sociedad solo ofrece muerte, pero la Iglesia les ofrece al Señor de la vida”.
Entre los asistentes estaban Mary, madre del padre John, y la feligresa de toda la vida Dorothy Seip, quien mostró orgullosa su librito de primera comunión de 1942, cuando era conocida como Dorothy Martínez.
“Son tan buenos conmigo”, dijo Dorothy sobre su familia parroquial.