El aire en el centro de Denver se sentía un poco más pesado de lo normal este lunes, cuando cientos de personas se reunieron en la Catedral Basílica de la Inmaculada Concepción para asistir a una Miss de mediodía ofrecida por el papa Francisco tras su fallecimiento.
La Misa y otras oraciones dedicadas al papa Francisco reunieron a personas de todas las edades, culturas y experiencias — un homenaje muy apropiado al primer papa del Nuevo Mundo, un pontífice que tocó el corazón de millones en todo el mundo.

Para cuando los fieles llegaron, la Catedral ya había hecho ciertos preparativos solemnes. Con la ayuda del Departamento de Bomberos de Denver, se colgó un listón negro sobre las puertas principales de la basílica, en señal del luto de la Iglesia por su padre espiritual. A la izquierda del santuario, frente al altar lateral dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, se instaló un sencillo memorial para la oración en silencio. El ombrellino, símbolo de la autoridad del papa otorgado sólo a las basílicas del mundo para mostrar su conexión con el santo padre, estaba completamente cerrado, simbolizando la sede vacante — la Sede Apostólica vacante.
Una hora antes de la Misa, el padre Samuel Morehead, rector de la catedral, dirigió a los presentes en oraciones por el santo padre, tomadas de los ritos de la Iglesia. Después de eso, se rezó el rosario, pidiendo la intercesión de María por el querido papa. Mientras tanto, las campanas de la Catedral Basílica sonaban de forma constante, solemne y lenta, como un lamento en medio del ajetreo del centro de Denver.
Aunque la Iglesia comienza la Octava de Pascua — los ocho días que siguen a la Resurrección del Señor, y que se celebran como «mini-Pascuas» —, también llora la muerte de su padre espiritual con los tradicionales novemdiales, el periodo de nueve días de luto tras la muerte de un papa.
Sin embargo, el hecho de que ambos periodos coincidan, revela al mundo y a la Iglesia una hermosa verdad del evangelio, así lo expresó el arzobispo de Denver, Samuel J. Aquila, en su homilía.
“El Señor nos recuerda que puede llamarnos en cualquier momento, que su tiempo no siempre es nuestro tiempo. También nos recuerda que la muerte ha sido vencida — fue un lunes de Pascua cuando fue llamado a la casa del Padre — que mientras celebramos la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo y la vida eterna, Jesús verdaderamente ha resucitado de entre los muertos”, agregó el arzobispo en su homilía.
Con la resurrección de Jesús, celebrada ayer y durante los próximos 50 días, el mundo recibe un gran regalo — el de la vida eterna. Al morir en el primer día de este periodo tan importante, el papa Francisco sigue mostrando la gran esperanza que la Iglesia tiene en Jesús, resucitado de entre los muertos.
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“El papa Francisco fue alguien que proclamó la Buena Nueva de Jesucristo, incluso en medio del mundo y de toda la confusión y el caos que hay. Siempre señalaba a Jesucristo como la única solución”, continuó el arzobispo.
Durante todo su pontificado, señaló el arzobispo, este papa reformador mostró un cuidado especial por los pobres, los que sufren y los marginados, exhortando a la Iglesia a encontrar a Jesús en los pobres, a servir a Jesús en los pobres y a ser Jesús para los pobres.
“El papa Francisco fue alguien que predicó sobre la misericordia de Dios, alguien que se acercó a los pobres, a los rechazados, a los que están en las periferias de la sociedad, ya sea que estén en la cárcel, enfermos, ancianos, abandonados, sin hogar o que sean inmigrantes. Siempre nos recordaba la importancia de reflejar la misericordia de Dios”, dijo a los presentes.
Por su puesto que, esta cercanía con los marginados no contradecía el llamado a la conversión que se encuentra en todo el evangelio, especialmente en las historias de la samaritana, la mujer sorprendida en adulterio, Zaqueo o Pedro, tras negar a Cristo, explicó el arzobispo Samuel. De hecho, el papa Francisco encarnó ese llamado, pidiendo regularmente y con humildad oraciones y perdón a lo largo de su pontificado.
“Esa fue la invitación constante que el papa Francisco nos dio durante sus doce años como nuestro santo padre. Sí, él sabía que era pecador. Sí, sabía que necesitaba la misericordia de Jesucristo, e invitaba a otros a entrar en esa verdad”, explicó el arzobispo. “Y hoy, confiamos en el Señor al celebrar esta Eucaristía, que él también celebra ahora ese don de la vida eterna — la promesa para quienes son fieles a Jesucristo y a su enseñanza. Y elevamos nuestros corazones en gratitud al Padre por el regalo de su vida, por el testimonio que dio, por su sencillez, por su cercanía a quienes estaban en los márgenes de la sociedad”.
Al dar gracias por el testimonio evangélico de un santo padre, la Iglesia también debe recordar que ella misma está llamada a seguir sus pasos — los pasos de Cristo.
“Recordamos también que nosotros, como sus discípulos, estamos llamados a dar testimonio, a ser quienes señalan a Jesucristo y llevan a cabo las obras de misericordia corporales, las obras de misericordia espirituales, y a ser personas que viven el evangelio. Proclamamos que Jesucristo ha resucitado, y así como elevamos nuestras oraciones por el descanso de su alma, como elevamos nuestras oraciones en gratitud al Padre por el testimonio de su vida, como oramos por todos los que están de luto — sabemos que debemos sentirnos consolados por nuestra fe en Jesucristo”, dijo.
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Para los fieles reunidos, fue una ocasión solemne y triste, pero llena de un espíritu de esperanza.
“Es muy triste que el papa Francisco haya muerto, pero es como si hubiera sido el momento perfecto. El papa Francisco sufrió mucho en la Cuaresma y, durante el tiempo de Pascua, entra al banquete celestial. Es como si Dios nos hubiera dado al papa Francisco como muestra de esperanza en la Resurrección, muy apropiado para este Año Jubilar,” dijo Daniel Sasala.
“Naturalmente, me entristeció la noticia de la muerte del papa Francisco porque ha sido el santo padre durante la mayor parte de mi vida. Se siente como perder a un miembro querido de la familia. Aun así, agradezco que el Señor le permitiera partir después de la llegada de la Pascua. Creo que, incluso hasta su muerte, el papa Francisco fue testimonio de perseverancia y valentía para seguir la voluntad de Dios cada día. ¿Quién sobrevive una doble neumonía con un solo pulmón a los 88 años, y con tanta fidelidad a Dios? Me inspira cómo desafió a su rebaño a ser un testimonio firme del amor auténtico y liberador de Cristo,” dijo Deisy Muñoz.
Con más noticias y servicios de oración por venir, la Iglesia permanece en este periodo misterioso de esperanza con luto. Aunque llora la partida del santo padre, celebra la esperanza que trae la Resurrección de Jesús — ayer, Domingo de Pascua, hoy y para siempre.
“Hoy abramos el corazón, mientras oramos por el descanso de su alma, a la verdad que se nos ha dado en el evangelio: que así como las mujeres vieron la tumba vacía y escucharon el anuncio de los ángeles, se encontraron con Jesús y oyeron sus palabras, ‘No tengan miedo. Vayan y díganles a mis hermanos que vayan a Galilea; allá me verán’ (Mateo 28,10). Nosotros también estamos llamados a proclamar lo mismo hoy, a verdaderamente ver que Jesús ha resucitado y a reconocer las vidas de santidad que otros viven. Que siempre seamos quienes señalan hacia él”, concluyó el arzobispo.