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miércoles, octubre 1, 2025
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Intención del arzobispo Samuel para octubre: Por la conversión de nuestra nación

“Si mi pueblo, sobre el cual es invocado mi nombre, se humilla, orando y buscando mi rostro, y se vuelven de sus malos caminos, yo les oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra». (2 Crónicas 7:14)

Vivimos tiempos difíciles en nuestra nación. Los recientes actos de violencia, el aumento de la división y la pérdida de valores nos recuerdan que, como sociedad, hemos ido dejando a Dios a un lado. Las heridas de nuestra tierra se hacen cada vez más visibles: familias quebrantadas, comunidades polarizadas, jóvenes desorientados y una cultura que muchas veces prefiere la indiferencia al compromiso con el bien común.

Ante este panorama, la Palabra de Dios nos ofrece esperanza y un camino claro: “Si mi pueblo se humilla, ora, me busca y se convierte…”.

La conversión comienza con un acto de humildad, reconociendo que no podemos salvarnos solos, que necesitamos de Dios y de su misericordia. Es un llamado urgente a postrarnos como nación y pedir perdón, no solo por los pecados personales, sino también por los males que colectivamente hemos permitido: la violencia, la injusticia, el desprecio por la vida y la dignidad humana.

La oración se convierte entonces en nuestra arma más poderosa. Orar no es huir de la realidad, sino transformarla desde dentro, invitando a Dios a entrar en nuestras ciudades, en nuestras escuelas, en nuestros hogares y en el corazón de cada ciudadano. Como pueblo de fe, tenemos la misión de interceder, de levantar las manos al cielo y clamar: “Señor, sana nuestra tierra”.

Pero la promesa de Dios no termina en el perdón. Él asegura: “Yo sanaré su tierra”. ¡Qué esperanza tan grande! La sanación de nuestra nación no vendrá solo de nuevas leyes o de acuerdos humanos, sino del poder transformador del evangelio. Recordemos que los valores sobre los cuales se fundó este país —la fe, la libertad, la justicia, el respeto por la vida y la dignidad de cada persona— son profundamente evangélicos. Volver al evangelio no es un retroceso, sino la única manera de avanzar hacia un futuro de verdadera paz.

Hoy, el llamado es claro: humillarnos, orar, buscar a Dios y convertirnos de nuestros malos caminos. Si respondemos a este llamado, la promesa divina se cumplirá: Dios escuchará, perdonará y sanará nuestra tierra. Y todo esto comienza con un encuentro personal con Jesucristo, que transforma el corazón y nos hace instrumentos de renovación para nuestra nación.

El arzobispo Samuel Aquila nos pide que nos unamos a su intención de oración este mes de octubre: que nuestra nación se convierta y crea en el evangelio. Y ya que octubre es el mes del santo rosario, los invito a que cada familia ofrezca un rosario por esta intención. Confiemos en María, la Virgen del Rosario, y pidámosle: “María del Santo Rosario, ruega por nuestra tierra». 

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