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domingo, abril 20, 2025
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La asombrosa bondad de la creación de Dios

Este artículo fue publicado en la edición de la revisa de El Pueblo Católico titulada “¿Por qué estoy aquí?”. Para suscribirte y recibir la revista en casa, HAZ CLIC AQUÍ.

A mi niño de año y medio le encantan los pájaros. Lo primero que hace cuando salimos de la casa es mirar hacia el cielo. Y si llega a ver uno que otro volando, se emociona, patalea, apunta con el dedo y grita: “¡Mira, mira, mira!”, para que me emocione con él mientras se mueve de alegría. Ahora hasta a mí me han empezado a fascinar los pájaros.
Este tipo de experiencias me hacen pensar. En verdad, es asombroso el vuelo de un pájaro. Hay tanta belleza, tanto ingenio, tanta intención, tanto detalle en él, que en sí parece ser un milagro. Y luego se me ocurre que el simple hecho que mi niño y yo –vivos, respirando, conscientes– podemos contemplar el vuelo de un pájaro es igualmente asombroso y milagroso.
Como dijo una escritora: “Existimos. Aquí estamos. Respirando. Aprendiendo. Eligiendo. Amando. Viviendo… ¡Qué cosa tan profunda!”.
En el fondo, todo este asombro suscita las preguntas más profundas e inevitables sobre nuestra vida y existencia: “¿Por qué estoy aquí?, ¿por qué nací en este tiempo y no hace siglos?, ¿fui creado o soy un producto del azar?, ¿para qué nací?”.

APRENDER A VER DE NUEVO

En medio de los tiempos turbulentos en los que vivimos, nos hace falta ver la realidad como realmente es y descubrir nuestro lugar en ella. Pero ¿cómo lo hacemos?, ¿cómo podemos saber por qué y para qué estamos aquí? Cuando uno quiere saber el propósito de un objeto, lo razonable es preguntárselo a quien lo hizo. Así que, para saber cuál es nuestro propósito, lo lógico es preguntarle a nuestro Creador por qué y para qué nos creó.
Suena complicado, pero él ya lo ha hecho a través de las Escrituras y de manera cercana, para que podamos entender. Como dijo San Agustín: “Dios habla a los hombres a la manera de los hombres en la Escritura”.
La forma en que Dios habla al hombre es a través de una historia que cuenta el drama de la humanidad y, a la vez, nuestro propio drama. Para poder ver la realidad como verdaderamente es, debemos conocer esta historia, que es nuestra historia. Si no la conocemos, nos quedamos estancados, como si intentáramos armar un mueble complicado sin el manual de instrucciones, y nos equivocamos una y otra vez.

LA BIBLIA: VERDAD O FICCIÓN

La historia de la creación se encuentra en el primer libro de la Biblia, el Génesis. Quizá este libro nos cause algo de incomodidad, como a un ateo famoso, quien dijo que el mejor argumento en contra del cristianismo era la misma Biblia y que solo hacía falta leerla para saber que era absurdo creer en  ella. Se refería principalmente al libro del Génesis. Quizá nosotros nos hemos hecho la misma pregunta: ¿es verdad lo que contiene?
La respuesta es “Sí”… pero debemos saber leerlo adecuadamente. Un libro de historia no se puede leer de la misma manera que se lee un libro de poesía, y muchas veces cometemos ese error al leer las Escrituras.
La Biblia significa “libros” en griego. Del mismo término se deriva la palabra “biblioteca” (caja o lugar donde se guardan libros). La Biblia es, en realidad, similar a una biblioteca: tiene diferentes libros y diferentes géneros literarios. En ella encontramos libros históricos, poéticos, proféticos, cartas y más. Para poder entenderla, tenemos que preguntarnos qué es lo que el autor quiso comunicar y cómo quiso hacerlo.
 

EL GÉNESIS Y LA CIENCIA

La primera parte del libro del Génesis se podría denominar como un libro “poético inspirado”. Esto no significa que no contenga verdad. A veces creemos que la verdad solo depende de pruebas científicas, pero si nos fijamos en algo como el amor (que no se reduce a las emociones), nos damos cuenta de que es tan real como todo lo demás, a pesar de que no podemos comprobarlo o medirlo científicamente.
Lo que la primera parte del Génesis busca transmitir es el porqué, más que el cómo. Así, no necesariamente busca dar una explicación científica de cómo se formó el mundo. Esto queda claro en el primer capítulo. Por ejemplo, se dice que el sol y la luna fueron creados en el cuarto día, pero ¿cómo es que ya había “días” si aún no había sol? Este tipo de detalles nos dicen que, al menos, los primeros capítulos del Génesis no deberían interpretarse de forma literal.
Se podría decir que los primeros capítulos del Génesis pretenden responder a preguntas como “¿Por qué hay algo en vez de nada?, ¿fuimos creados por alguien?, ¿por qué hay tanta maldad en el mundo?”.
 

¿POR QUÉ FUIMOS CREADOS POR DIOS?

Quizá una sola palabra baste para contestar la pregunta: amor. Fuimos creados por amor. Esto nos dice Dios en el libro del Génesis.
Dios no tenía necesidad de crearnos a nosotros o al universo entero. No necesita de nosotros, ni del sol, la luna o las estrellas. Ya es perfecto. Pero, como es bueno y amoroso, quiso compartir su bondad y amor con alguien más que él mismo. Hizo el universo y lo ha coronado con algo maravilloso: el ser humano, a quien creó a su “imagen y semejanza” como algo bueno (Gen 1:27). Todo lo hizo bueno (Gen 1:31). ¿Qué significa esto?

¡Lee la segunda parte de este artículo!

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Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez fue el editor de El Pueblo Católico y el gerente de comunicaciones y medios de habla hispana de la arquidiócesis de Denver.
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