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domingo, abril 20, 2025
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Mujeres agradecen la bendición de ser madres

Ser mamá: “me enseñó a amar de una manera que nunca pensé podría amar”, “es experimentar un amor como el de Jesús”, “es una bendición maravillosa”. Estos son los testimonios de mujeres de nuestra comunidad, que en los últimos meses fueron bendecidas con el don de la maternidad.  De las 3, sólo una de ellas es primeriza. Pero todas comparten la maravilla que cada hijo significa para sus vidas, y lo profundamente agradecidas que están a Dios por ese inmenso don, que les cambió la vida; no sólo a ellas sino a toda su familia.

Un misterio amar tanto

Jeanette y su esposo Juan Andrés en el bautizo de su bebé Christian.
Jeanette y su esposo Juan Andrés en el bautizo de su bebé Christian.

“Ni bien supe que estaba embarazada, y más aún cuando mi cuerpo empezó a cambiar y pude sentir al niño dentro de mí, mi corazón empezó a crecer en ternura”, dijo a El Pueblo Católico Jeanette DeMelo, editora del reconocido periódico National Catholic Register. Hace sólo dos meses dio a luz por primera vez a su bebé, Christian Andrés Maura. Y desde entonces la vida le cambio: “Cuando di a luz, sentí que mi corazón quedó totalmente expuesto. Nunca antes he sentido un amor como éste. Sigo llena de asombro y estoy profundamente agradecida a Dios por este regalo. Cada parte de mi quiere proteger a mi bebito” agregó Jeanette, quien hace dos años se casó con el dentista peruano, Juan Andrés Maura.

Liliana Flores, quien fue por muchos años líder de la Pastoral Juvenil Hispana y hoy se dedica por completo a su familia, también fue bendecida recientemente con una nueva bebé: Mariana. Para ella la experiencia no fue nueva, pues junto a su esposo Fernando Aguirre, de México, ya tienen dos hijitas, y otro bebé en el cielo. Pero según Lily, cada una es una bendición. “La maternidad es una experiencia de un amor que no conoces hasta que tienes hijos. No se entiende cómo puedes amar a alguien tanto, sin ni siquiera haberlo visto o conocido. Pero así es, es muy especial”, dijo Lily, mientras atendía a su bebita Mariana,  que tiene sólo tres semanas de nacida.

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La conocida periodista Mavy, celebra la llegada de Khloe junto a su esposo Oscar y sus hijas Alexia y Ashley

El caso de la periodista Mavy Barraza, conocida en el mundo hispano, es diferente. Si bien ella acaba de tener a su tercera hija, Khloe,  han pasado muchos años desde la última vez que dio a luz y todo parece nuevo.  “Ser mamá otra vez es una bendición, y me siento como una primeriza, porque todo ha cambiado”, afirmó Mavy. “Es bien diferente pues tuve a mi primera hija hace 18 años y a la segunda hace diez. Y como ya estoy más grande –agregó-  veo la vida completamente diferente, y siento mucha más responsabilidad frente a la bendición de ser mamá”.

Se trata pues de 3 mujeres, felizmente casadas, que agradecen profundamente el don de la maternidad; cosa cada vez más sorprendente, pues es cada vez más común escuchar en distintos ámbitos, que la maternidad implica demasiados sacrificios y renuncias, al punto de convertirse muchas veces en un obstáculo para la realización de la mujer.

Cuesta pero vale la pena

“Nos hemos vuelto egoístas y por no cambiar nuestras comodidades, no nos arriesgamos a amar, pero un hijo nos enseña a vivir el amor como Dios quiere que lo vivamos y experimentemos”,  señaló Lily cuando le preguntamos si la maternidad era una carga para ella. “Es una pena que la gente, por no sufrir o batallar, se esté perdiendo de cosas maravillosas, como que en la mañana tus hijos se despierten con sus ojos grandes y te digan: Mami te amo, mami me das un beso, mami ya me desperté”.  Pero ¿qué hay de los sacrificios? “Sin duda es estresante y exigente -señaló la líder hispana-, pero no cambio esto por nada del mundo. Aunque cueste, trae amor, plenitud, explosión”, agregó.

Jeanette afirma por su parte que la maternidad sí es demandante, física y emocionalmente. “Estoy cansada porque en las noches me levantó a dar de comer a Christian. ¡Quisiera poder dormir 6 horas seguidas! Incluso he tenido que cambiar mi alimentación porque mi bebé ha reaccionado frente a algunos alimentos”, comparte la nueva mamá. Pero luego agrega que al ver que Christian “sonríe y se arrulla, mirándome con unos ojos tan dulces y llenos de amor, todo lo demás, todas las exigencias y sacrificios se derriten”.

Papá y mamá

Para ser buenas madres, tanto Mavy, como Liliana y Jeanette, reconocen que necesitan de sus esposos, pues con ellos se complementan, y sus hijos los necesitan a ambos.  Y las tres agradecen profundamente la ayuda que de ellos han recibido.

“No tienes una idea de lo presente que ha estado Oscar”, dice Mavy al compartir lo importante que ha sido para ella la presencia de su marido. “Desde el embarazo, tuve muchos problemas para comer, lo poco que comía me lo traía él, o me llevaba a lugares que sabía me caerían bien. Y  también en el parto estuvo todo el tiempo ahí”.

Con el mismo amor y gratitud, Jeanette compartió que a lo largo de todo su embarazo, su esposo Juan Andrés la acompañó al médico así como a los ejercicios de preparación para un buen parto.  “Estuvo siempre ahí, y mientras daba a luz me acompañó y sostuvo mi mano”, dándole seguridad, cariño y fuerza.

“Fernando es el mejor papá del mundo, y el mejor compañero”, dijo por su parte Liliana. “Él me apoya mucho, toma su tiempo para mis hijas, juega con ellas, y las cuida; y claro, las educa también y eso es fundamental”.  Y ahora con Mariana, que tiene sólo 3 semanas de nacida, “él se levanta en las madrugadas a darle de comer, así también lo hizo con las otras”, nos confiesa Liliana.

Con toda la familia

Estas tres mujeres reconocen que la maternidad es sin duda un inmenso regalo, pero también una gran responsabilidad. Y según Mavy, no lo es sólo para papá y mamá, sino para toda la familia. Con mucha alegría comparte que una noche su hija mayor, Alexia, de 18 años, la sorprendió: “yo estaba muy cansada y mi niña grande se quedó despierta hasta las 3 ó 4 de la mañana, cuidando a la bebé; ya luego vino a despertarme porque la niña tenía hambre. Fue algo muy bonito que agradezco”.

De la mano de Dios y de la Virgen

En la conversación con El Pueblo Católico, estas tres jóvenes madres, compartieron con sonrisas que se sienten muy bendecidas por el Señor. Y que por ello se han acercado más a Él y a su Madre, la Virgen. “La maternidad me cambió la perspectiva de la vida”, dijo Lily. “Yo siempre había tenido una buena relación con Dios. Pero ahora veo a María de manera distinta y valoro su amor y fortaleza. Y cuando las cosas se ponen difíciles, le pido a Ella que nos de fuerza”.

Mavy por su parte cuenta que “a la hora del  embarazo y del parto, y en estos primeros días con Khloe, me he acercado un poco más a Dios, pidiéndole por la salud de mi hija y para que todo saliera bien”. Y especialmente en el momento del parto, dice la periodista hispana, “le dije a la Virgen: Tú ya fuiste madre, Tú  ya pasaste por esto. Ayúdame”.

En el caso de Jeanette, la presencia de la Virgen fue muy especial. “Me sentí muy cerca de Ella especialmente en el tiempo de Adviento. Entonces estaba embarazada y podía identificarme con María mientras Ella esperaba el nacimiento del Señor. Y también durante la celebración de la Pasión del Señor, me sentí mucho más cerca de María. Ahora que mi corazón se ha enternecido frente a mi hijo –continúa Jeanette- no me puedo imaginar verlo sufrir una agonía tal. Me da una nueva comprensión de lo que la Virgen tuvo que asumir. Sé que tengo que crecer más aún en mi relación con Ella. Necesitaré su fortaleza para ser una madre santa”.

El camino que Jeanette, Mavy y Liliana tienen por delante, no estará libre de exigencias, pues como todas ellas reconocen, la maternidad es todo un desafío. Pero sin duda, comparten la mejor disposición para que sus bebés, Christian, Mariana y Khloe, sean niños felices y reciban el profundo amor que su corazón les puede dar.

Es claro que las tres lo hacen con el deseo de, responder a las palabras que el hoy San Juan Pablo II dirigió a las madres en su Carta a las Mujeres: “¡Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida”.

“Espero que algún día pueda verdaderamente ser una madre así”, concluyó Jeanette.

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