Este mes de febrero inicia con un hecho lamentable: la presentación del proyecto de ley HB 1135 que aboga por la legalización del suicidio médico asistido. Una ley que refleja nuestro deseo de ponernos en el lugar de Dios y decidir de esta manera cuándo y cómo moriremos sin acoger las bondades y bendiciones que el Señor nos ofrece, aún en medio de la enfermedad.
También este mes, se estrenará en Estados Unidos la película 50 sombras de Grey (50 Shades of Grey), basada en el libro de E. L. James, considerado como como una “novela porno para mamás”, que ha superado las 100 millones de ventas (el primero de la saga ha vendido más que toda la colección de Harry Potter junta). Además su autora, es considerada una de las cien personas más influyentes del mundo. El estreno de esta película será justo un día antes de la fiesta de San Valentín en la que muchas parejas celebran la alegría de estar enamorados.
50 sombras de Grey promueve el sadomasoquismo, las relaciones sexuales enfermizas, una lectura erotizante de la realidad y una fuga de la misma por medio de la fantasía. Felizmente algo de pudor le queda a la madre y al padrastro de la protagonista Dakota Johnson, quienes han decidido no asistir al estreno de la película para no hacer avergonzar a su hija de las escenas que interpreta. Aunque ambos dicen estar orgullosos de ella y de su trabajo en esta producción cinematográfica.
Por estos días abundan los comentarios en las redes sociales sobre esta película. Personas del común expresan su deseo de ir a verla y comentan que han disfrutado mucho leyendo el libro. El problema es que aquí no estamos hablando de una película pornográfica que se exhibe exclusivamente en una sala X a la cual va la gente de manera un poco clandestina. Estamos más bien hablando de una película con el éxito de sagas como Harry Potter, Crepúsculo, Juegos del Hambre o Divergente.
Muchos expertos en literatura han criticado el libro por su pobre capacidad literaria. Sin embargo, el éxito en las ventas, según quienes lo han leído, ha radicado más en cómo el libro atrapa al lector, no con una narrativa interesante, sino más bien, incitando a las mujeres a tener relaciones sexuales donde no es el amor sino el mero placer, el que las dirige.
Encontré en la página https://laopcionv.wordpress.com/page/3/ un artículo que titula “Siete razones para no leer ni ver 50 sombras de Grey”. La autora, bajo el seudónimo de Karina, cuenta que ha leído el libro y que se arrepiente de ello. Lo califica como un libro que excita, que aumenta la curiosidad de las mujeres y las lleva a buscar pornografía, a huir de la realidad, adormecer los pensamientos y alimentar la soledad, en últimas, es un libro que “temes que la gente sepa que has leído”.
Resulta contradictorio que en una cultura que defiende la dignidad de la mujer, sus derechos y su igualdad, este best seller oriente a la mujer a la búsqueda de un “hombre macho” al que se ve sometida como un objeto de placer, que hace que él se sienta “dueño” de ella, en lugar de verla como una compañera de camino. Me pregunto cuán negativa puede ser la influencia para jóvenes que están formando su conciencia y que empiezan a adoptar patrones que cosifican a la mujer y que pueden causar profundas heridas en la integridad de sí mismos y de los demás.
Pienso en la necesidad de tenemos los laicos de ser cada vez más apóstoles, de anunciar al Señor en este mundo lleno de heridas, de portar un mensaje mucho más atractivo, más lleno de fuerza: el mensaje de la salvación que nos trae el Señor.
Este mes además de las manifestaciones de la cultura de muerte que acabo de mencionar trae una gran bendición: el tiempo de cuaresma, que es un tiempo de purificación. De caminar con Jesús en sus sacrificios, en sus dolores, de acompañarlo en su pasión y su cruz para luego resucitar con Él a una vida nueva.
Que este tiempo nos dé la gracia necesaria para testimoniar su amor en un mundo herido por el mal moral y que podamos siempre vencer el mal con el bien y la muerte con la vida.