El papa san Juan Pablo II escribió al comienzo de su papado: “A través de la encarnación, Dios ha dado a la vida humana la dimensión que quería dar al hombre desde sus comienzos” (Redemptor hominis, 1). Aunque Dios había hecho alianzas con la humanidad y el pueblo de Israel, aunque los había liberado de la esclavitud en Egipto, compartido con ellos su ley y sus estatutos y les había hablado a través de los profetas, ninguna de estas acciones nos redimió por sí sola.
Por el contrario, estas acciones prepararon la redención dada en la encarnación. Cada Adviento tenemos la oportunidad de reflexionar sobre este gran misterio y preparar nuestros corazones para la llegada de Jesucristo en Navidad y en su segunda venida. Al comienzo de este nuevo año litúrgico, deseo subrayar un aspecto central de la Navidad, a saber, que en Navidad Dios irrumpe en la historia humana.
Para empezar, recordemos el mensaje del ángel a los pastores en el Evangelio de Lucas: “No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor” (Lc 2,10-11).
En esta escena vemos la integridad del mensaje por la acción del ángel. El mensaje es una buena noticia de gran alegría. No es solo para unos pocos elegidos, sino para todo el mundo. A todos les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Este punto se ve reforzado por el hecho de que el mensaje no se da a personas de importante relación familiar con Jesús ni de alto rango, sino a pastores normales, cotidianos, de la clase trabajadora. Son personas que no tienen ningún papel que desempeñar en el plan de Dios en este momento. Sin embargo, Dios envió a sus ángeles para anunciarles que el Salvador venía por ellos.
Este es un mensaje que el mundo necesita oír ahora. Cuando vemos nuestra propia vida y el mundo que nos rodea, nos damos cuenta del sufrimiento que aflige a tantas personas; sufrimiento por la guerra, la adicción, la pobreza y la soledad. Jesús no quiere ser un Dios que está lejos de los afligidos. Al contrario, está cerca de cada uno de nosotros si abrimos nuestros corazones para recibir la buena nueva de la primera Navidad. El mensaje de la Navidad es que Jesús está vivo, y todavía viene a entrar en tu historia si le abres la puerta. Es un Dios personal que te conoce y te ama, que solamente desea tu bien, que quiere ser tu amigo, tu hermano y tu salvador. Le importan tus sufrimientos, tus pruebas y todo lo que te aflige.
Si somos fieles a la tarea de compartir el anuncio del ángel, tenemos la fundada esperanza de que quienes escuchen el mensaje responderán de manera similar a los pastores. En primer lugar, ellos buscaron la confirmación de lo que oían, no con escepticismo, sino con expectación. Al hacerlo, encontraron y entraron en relación no solo con Jesús, sino con la Sagrada Familia. El resultado es la conversión de sus corazones a Dios, a la fidelidad de sus promesas y al crecimiento de su reino. «Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido» (Lc 2,20).
Al hacerse hombre, Jesús cambió el curso de la historia de la humanidad. Su vida, que continúa después de su resurrección, tiene un impacto profundamente personal en todos nosotros. Jesús, a través de su encarnación, vida, muerte, resurrección y del envío del Espíritu Santo, ha vencido al pecado, a la muerte y al diablo. El mayor drama de la historia de la humanidad comienza con la Navidad. En esta Navidad, recordemos cómo Jesús ha cambiado nuestra historia personal y anunciemos con confianza su gloriosa redención.
Que Dios los bendiga en este Adviento y los prepare para recibir de un modo más profundo la “buena noticia de mucha alegría» en Navidad: ¡Cristo, nuestro salvador, ha nacido! ¡Que sus corazones ardan de amor por Jesús, cuyo corazón arde de amor por ustedes!
Este artículo se publicó en la edición de la revista de El Pueblo Católico titulada «¿Estás listo para recibirlo?». Lee todos los artículos o la edición digital de la revista AQUÍ. Para suscribirte a la revista, haz clic AQUÍ.