Después de una lucha contra un agresivo cáncer, la hermana Mary Adriana González, integrante de la comunidad Capuchin Poor Clare Sisters (Hermanas capuchinas) de Denver, fue llamada a la Casa del Padre el pasado 29 de agosto, con 41 años de edad.
Adriana, la primera vocación de esta comunidad en Denver, nació en Ciudad de México en 1974. Tenía seis hermanos y doce sobrinos.
En 1995 ingresó al monasterio y en 2002 realizó sus votos perpetuos.
Su nombre de pila era Adriana, pero al tomar sus hábitos como novicia, eligió agregar el nombre de Mary, debido a su amor hacia la Madre de Jesús. Escogió este nombre en inglés como símbolo de acogida de una nueva vida en un nuevo país y una cultura que hizo cada vez más suya. Al recibir la ciudadanía americana, esta religiosa escogió agregar su nuevo nombre para así hacerlo también legal.
Sus hermanas de comunidad la recuerdan como una mujer “muy entusiasta y creativa”. Amaba “emprender nuevos proyectos y retos”.
En su comunidad se destacó como formadora, directora vocacional, tesorera, cocinera, secretaria pero “encima de todo siempre como hermana con una gran capacidad de amar y servir a los demás y siempre preocupada de nuestra propia vida espiritual y de nuestra vocación”, cuentan sus hermanas de comunidad.
En el año 2012, la hermana Mary Adriana fue invitada a participar en un programa de formación y capacitación de las Hermanas Capuchinas en Roma, donde permaneció por dos años. Regresó en julio del año pasado con “alegría y expectativas”, según cuentan sus hermanas. Solo ocho meses después le fue diagnosticado un agresivo cáncer. Entró así a una última etapa de su vida “no sin luchas pero con serenidad y aceptación del plan de Dios, fuera lo que fuere”.
“Vimos en ella un muy buen ejemplo de entrega con paz. Siempre encontró fortaleza en la oración y pidió a otros que oraran por ella. Ella recibió muchas gracias y bendiciones y nosotras como comunidad también hemos recibido a través de ella”, cuentan sus hermanas.
Las Hermanas Capuchinas profesan la regla de Santa Clara de Asís por medio de los votos de pobreza, obediencia y celibato.
Los ideales de esta congregación son vivir en suma pobreza sin dote ni posesión alguna, la austeridad de la vida, el retiro del mundo bajo rígida clausura, la sencillez en la vida fraterna y especialmente una vida intensa de oración de día y de noche. Están presentes Denver desde 1988 enriqueciendo espiritualmente esta arquidiócesis con sus oraciones.