El Arzobispo de Denver, Samuel Aquila, acompañado del cardenal James Francis Stafford, quien fuera arzobispo de esta arquidiócesis desde 1986 a 1996, se unieron con los líderes de la Iglesia ortodoxa de Denver a principios de agosto para condenar, de manera conjunta, la violencia perpetrada por el Estado Islámico y otros conflictos presentes en el Medio Oriente.
“Con las guerras en Siria e Irak y con el surgimiento del Estado Islámico, viene creciendo un fundamentalismo perverso y tóxico, como una plaga que aflige a todos los pueblos del Medio Oriente y que está llegando a Europa y América”, señala la declaración conjunta que fue presentada el pasado 18 de agosto en la parroquia St. Rafka de Lakewood y que pertenece al rito Maronita de la Iglesia católica.
Tanto el arzobispo Aquila como el cardenal Stafford se unieron con otros 16 líderes religiosos para firmar el documento denominado “Paz, amor y coexistencia entre los hijos de Abraham”. Entre los firmantes estuvo también el obispo Zaidan de la eparquía Our Lady of Lebanon de Los Ángeles. Los firmantes invitaron a todos los ciudadanos de los Estados Unidos a asumir con responsabilidad el cuidado y la protección de los cristianos perseguidos en Medio Oriente.
Fue la primera vez que el Arzobispo de Denver Samuel Aquila y Su Eminencia Metropolitana Isaiah, líder de la Iglesia ortodoxa griega metropolitana, estuvieron juntos en un evento público.
Esta reunión sirvió como antesala de la gran oración ecuménica que tendrá lugar en Washington D.C. entre el 7 y 9 de septiembre y que está siendo organizada por el padre Andre Mahanna, párroco de St. Rafka.
El documento invita a los fieles a solicitar a la Casa Blanca y al Congreso que protejan a los hermanos cristianos perseguidos en el Medio Oriente y reclama que otros funcionarios actúen teniendo este tema en su mente. “Tenemos que permanecer todos unidos, pidiendo justicia para nuestros hermanas y hermanos cristianos y para otras almas inocentes”, dice el documento.
La declaración también hace mención a las recientes víctimas de terrorismo, incluyendo al padre Jacques Hamel, quien fue asesinado el 26 de julio mientras celebraba la Misa en su parroquia en Normandía, así como a los obispos de Alepo, Boulos Yazigi y Gregorios Yohanna Ibrahim, ambos secuestrados en Siria el 22 de abril de 2013.
La declaración detalla las dificultades y problemas de vivir en el Medio Oriente, y se refiere particularmente al número cada vez más reducido de cristianos que realizan grandes esfuerzos para resistir la violencia y permanecer en sus tierras ancestrales.
“Por primera vez en la historia, enfrentamos la posibilidad real de que el cristianismo deje de existir en la tierra donde nació Jesús”, advierte el documento. “Es tiempo de una acción mayor, es decir, es tiempo de ponernos de pie unidos en la fe y trabajar por detener el mal. Es tiempo de que gobiernos, iglesias y personas nos opongamos radicalmente a este genocidio y lo declaremos como un grave mal, con una voz tan fuerte que pueda detenerlo hasta su raíz”.