Por el padre Enrique Alvarado, vicario del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Denver.
Es así, una ardua tarea entender la muerte y su significado, labor que abarca momentos de innumerables reflexiones, rituales y ceremonias de diversa índole, lo que ha erigido el máximo símbolo plástico de la representación de esta festividad: el altar de muertos. Dicha representación es quizá la tradición más importante de la cultura popular mexicana y una de las más conocidas internacionalmente; incluso es considerada y protegida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
En la actualidad, un altar tradicional del Día de los Muertos en un hogar católico contiene tres niveles, que simbolizan la “Iglesia militante”, la “Iglesia purgante” y la “Iglesia triunfante”; que contienen: fotografías de miembros de la familia que han fallecido, para recordar rezar por ellos; y una cruz hecha con flores de cempasúchil o cempoalxóchitl, en la cual la cruz simboliza la muerte y resurrección de Cristo.
Entre los elementos más representativos del altar se hallan los siguientes:
- La flor de cempasúchil, desde la cosmovisión náhuatl, representaba el camino de luz que guiaba a los muertos al mundo de los vivos para que pudieran regresar a visitar a sus seres queridos, desde la cosmovisión cristiana representa la luz de Cristo que nos hace vivir en comunión en una convivencia entre vivos, porque nuestro Dios es un Dios de vivos y no de muertos (Mt. 22, 32;). Las flores son el ornato usual en los altares y en el sepulcro. La flor de cempasúchil es la flor que, por su aroma, sirve de guía a los espíritus en este mundo y el otro.
- Las calaveras puestas en los altares del Día de los Muertos simbolizan la muerte. En la tradición hispana, la muerte es sagrada, es morir al mundo a nosotros mismos. San Francisco, junto a otros santos se les representa iconográficamente con la calavera porque fueron almas penitentes; la calavera es alegoría de la mortificación (cuya raíz etimológica es “hacer muerte”). Además, en el hermano de Asís encontramos una particular familiaridad y serenidad con la muerte, la cual integró en su vida llamándola “hermana muerte”. Las calaveras son distribuidas en todo el altar y pueden ser de azúcar, barro o yeso, con adornos de colores; se le considera una alusión a la muerte y recuerdan que esta siempre se encuentra presente.
- Imagen del difunto. Dicha imagen es el rostro la esencia del ser, a medida que recuerdo tu rostro vives con todo tu dinamismo en mi corazón… rostro-corazon.
- La cruz. Utilizada en todos los altares, es un símbolo introducido por los evangelizadores españoles con el fin de incorporar el catecismo a una tradición tan arraigada entre los indígenas como la veneración de los muertos. La cruz va en la parte superior del altar, a un lado de la imagen del difunto, y puede ser de sal o de ceniza.
- Imagen de las ánimas del purgatorio. Esta se coloca para que, en caso de que el espíritu del muerto se encuentre en el purgatorio, se facilite su salida. Según la religión católica, los que mueren habiendo cometido pecados veniales sin confesarse deben de expiar sus culpas en el purgatorio.
- Copal e incienso. El copal es un elemento prehispánico que limpia y purifica las energías de un lugar y las de quien lo utiliza; el incienso santifica el ambiente, significa las oraciones que suben como suave aroma al trono de Dios.
- Arco. El arco se coloca en la cúspide del altar y simboliza la entrada al mundo de los vivos es la luz de Cristo que ilumina el camino al cielo, Se le adorna con limonarias y flor de cempasúchil.
- Papel picado. Es considerado como una representación de la alegría festiva del Día de Muertos y del viento, porque celebramos la vida eterna ganada por Cristo quien murió para darnos vida.
- Velas, veladoras y cirios. Todos estos elementos se consideran como una luz que guía en este mundo. Son, por tradición, de color morado y blanco, ya que significan duelo y pureza, respectivamente. Los cirios pueden ser colocados según los puntos cardinales, y las veladoras se extienden a modo de sendero para llegar al altar.
- Agua. El agua tiene gran importancia ya que, entre otros significados, refleja la pureza del alma, el cielo continuo de la regeneración de la vida y de las siembras; además, así como un solo elemento dio fin al pecado y origen a la virtud esta agua por su signo bautismal recuerda que morimos en Cristo, pero renacemos en él.
- Comida. El alimento tradicional o el que era del agrado de los fallecidos se pone como signo de comunión entre la iglesia triunfante, iglesia peregrina e iglesia purgante que honra la memoria de los que ya no están físicamente con nosotros, pero a través de su legado continúan en nuestro corazón.
- Pan. El pan es una representación de la eucaristía, y fue agregado por los evangelizadores españoles. Puede ser en forma de muertito de Pátzcuaro o de domo redondo, adornado con formas de huesos en alusión a la cruz, espolvoreado con azúcar y hecho con anís.
- Bebidas alcohólicas. Son bebidas del gusto del difunto denominados “trago” Generalmente son “caballitos” de tequila, pulque o mezcal elementos que nos ayudan a recordar gustos y costumbres de quienes ya no están con nosotros, pero si su recuerdo.
- Objetos personales. Se colocan igualmente artículos pertenecientes en vida a los difuntos, con la finalidad de que se pueda recordar los momentos de su vida. En caso de los niños, se emplean sus juguetes preferidos.
Conclusión los tres niveles de los altares representan los tres estados de la iglesia: triunfante, peregrina y purgante. En el primer nivel va todo lo relacionado con el cielo, segundo nivel lo relacionado con lo terreno, y el primer nivel con lo relacionado a la purificación.
En la próxima parte de esta serie, el padre Enrique nos explica sobre el significado de las catrinas y cómo estos personajes emblematicos se relacionan con nuestra fe.