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«Aquí nos van a matar»: Huyendo del régimen socialista venezolano

Juan Pablo Galviz se encontraba despierto acostado en su cama en las primeras horas de la madrugada, escuchando cada sonido de la calle cercana. No recordaba cuántos días había pasado sin dormir desde el día en que pensó́ que él y su familia no escaparían de las manos de los colectivos, los grupos paramilitares armados en apoyo del presidente socialista Nicolás Maduro, en Venezuela. Le rogó a Dios que lo protegiera a él y a su familia.

“Cuando me gradué como periodista, nunca me imaginé que viviría algo como esto… que Venezuela pasaría por algo así”, recordó Juan Pablo.

Solo unos meses antes de llegar a Florida en busca de asilo, el periodista había recibido amenazas de muerte de los colectivos en su propia casa debido a su trabajo como locutor de un programa de radio, en el que contaba historias de personas que sufrían a causa de la economía o el maltrato del gobierno.

EL COMIENZO

“En el 2014 Venezuela comenzó el viacrucis fuerte. Empiezan las protestas, a cerrarse las calles, empiezan a amedrentar a todas las personas que hacían algún tipo de manifestación, así sea pacífica, tanto por entes oficiales como por los pagados por el régimen, a esos los llamábamos ‘colectivos’”.

Juan Pablo recuerda cómo los manifestantes bloqueaban las calles como una forma de protección, algo que ellos llamaban “guarimbas”. Pero algunas personas, conocidas como “los sapos”, le avisaban al gobierno sobre estas protestas, por lo que los grupos armados del gobierno siempre llegaban a amenazar a las personas con armas y diciéndoles todo tipo de obscenidades.

Durante aproximadamente 4 meses, el país estuvo para- lizado. El gobierno implementó un toque de queda, que en la ciudad de Juan Pablo comenzaba a la 1 p.m.

“En mi ciudad San Cristóbal, se quemaron muchas cosas, hubo muertes terribles de jóvenes estudiantes y la universidad se paralizó… Con esto empezamos a vivir en el año 2014, uno de los momentos más trágicos de la historia de Venezuela, sin saber qué era lo que venía después”.

Juan Pablo Galviz se vio obligado a huir de su país natal de Venezuela luego de que recibiera amenazas de muerte por su programa de radio. (Fotos provistas)

Después de la reapertura del país, Juan Pablo, quien también tiene un posgrado en educación y estaba enseñando en la universidad local, inició una campaña de videos con algunos de sus estudiantes para promover los buenos valores en la sociedad, “porque la ciudad quedó destruida”.

Además, inició los sábados un programa de radio de noticias en una emisora, algo que más tarde sería el motivo de su persecución.

“Más que información, yo trabajaba con temas de actualidad. Por ejemplo, la gente no sabe que muchas madres venezolanas, para poder darles comida y comprar leche a sus hijos, tenían que ir a la frontera con Colombia y donar su cabello por unos pesos Colombianos”, dijo.

Durante unos 3 años destacó este tipo de historias a través de su programa «Portal Informativo», provocando que el descontento del régimen creciera.

LA AMENAZA

En el 2017, las protestas, cierres, barricadas y conflictos resurgieron, “pero esta vez los colectivos ya venían más violentos”, dijo.

La oposición organizó un “plantón nacional”, en el que, en una fecha y hora determinada, las personas interrumpían sus actividades y se paralizaban en forma de protesta dondequiera que estuvieran.

Durante el “plantón”, Juan Pablo se encontraba en su casa, y muchos vecinos decidieron protestar afuera de sus viviendas, hasta que llegaron los colectivos.

“Como ellos sabían que yo vivía ahí, aprovecharon el momento y llegaron a mi casa. Comenzaron a amenazarme, patearon los portones e hicieron cantidad de cosas, provocando una crisis de nervios

a mi esposa y a mi mamá. Yo decía: ‘Aquí nos van a matar’; por mi mente pasaron una gran cantidad de cosas”.

Después de este incidente, no podía salir de su casa en paz. Los colectivos seguían vigilando de cerca su barrio, una situación que lo obligó a mudarse con su familia en secreto a casa de su hermano.

CONSECUENCIAS

Estos incidentes dejaron muchas cicatrices no solo en su madre y su esposa, sino también en él, hasta el punto de que tuvo que buscar ayuda psicológica.

“Aunque yo trataba de no mostrarme frágil, por dentro yo estaba destruido totalmente”, recuerda Juan Pablo.

Por miedo, se vio obligado a cambiar el contenido de su programa de radio, y unos meses después renunció.

“Yo dejé mi programa de radio porque de verdad ya no dormía. Me sentía amenazado. Yo decía: ‘o es mi trabajo o es mi familia’”.

Las historias y testimonios que Juan Pablo contaba en su programa de radio «Portal Informativo» hicieron que el gobierno creciera en descontento. (Fotos provistas)

Luego comenzó una crisis aun más fuerte, ya que la comida y las medicinas de su mamá comenzaron a escasear, por lo que tuvo que encontrar diferentes medios para poder mantener a su familia. En algún punto recolectaba hojas de papel usado para reciclarlos en la fron- tera con Colombia por algo de dinero.

Los resultados de toda esta situación traerían más sufrimiento.

“Mi esposa y yo nos enteramos de que estábamos esperando un hijo, algo que reanimó a la familia. Pero a las 6 semanas nos informaron que el corazón del bebé dejó de latir”, dijo, asegurando que la tensión y los nervios que sentía su esposa por la situación habían tenido mucho que ver.

Aunque logró volver a su posición en la universidad, su situación empeoraba. Sus vecinos le comunicaron que los colectivos visitaban con frecuencia su antigua casa gritando: “¡Te vamos a matar! ¡Vas
a morir!” y todo tipo de obscenidades. Tenían que encontrar una solución.

LA HUIDA

Unos meses después, gracias a la ayuda de su suegro y su yerno, que habían logrado mudarse a Estados Unidos, Juan Pablo, su esposa y su madre pudieron volar a Miami en busca de asilo.

“Veníamos con miedo de que no nos iban a dejar pasar, pero gracias a Dios nos atendieron bien y entramos a Miami. Esa noche en el hotel, la sensación era impresionante, ya contentos porque nos sentíamos libres”, recordó.

Durante los últimos dos años la familia Galviz ha pasado por un proceso de sanación, de tratar de comprender por qué tuvieron que salir de su amado país “como delincuentes”, de acostumbrarse a la idea de que tal vez no puedan regresar dentro de largo tiempo.

“Fue muy duro porque dejamos todo. Dejamos casa, carro, familia… Me tocó renunciar a la universidad y adaptarme”, dijo. Juan Pablo aseguró que no solo los periodistas han sido perseguidos por el gobierno totalitario, sino que todo aquel que se atreve a criticar al régimen, incluyendo personas de fe. “Los sacerdotes tampoco pueden hablar mucho. En una ocasión, el padre Luis Toro dio una de las homilías más impresionantes que yo haya escuchado. Él hablaba con la palabra en mano, pero le decía la verdad al gobierno. Fue la última misa que dio en Venezuela y se tuvo que salir”, aseguró el periodista.

En medio de las dificultades, Juan Pablo está muy agradecido por la ayuda y la comunidad que su familia ha encontrado en la parroquia San Pío X en Aurora. Su fe y comunidad lo han fortalecido durante tantas pruebas. Ha estado trabajando en varios trabajos nuevos para él, pero hace poco regresó al mundo de las comunicaciones como locutor del programa “Buenos Días, Denver” en la 1150 AM.

“No es fácil salir del país y dejar todo lo que uno tiene para venir a trabajar en cosas que uno nunca ha hecho. Después de todo lo que ya hemos vivido, yo digo que he madurado, he crecido, me siento más fortalecido, mucho más tranquilo…”, concluyó Juan Pablo, agradecido.

Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez fue el editor de El Pueblo Católico y el gerente de comunicaciones y medios de habla hispana de la arquidiócesis de Denver.
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