Redacción de la Oficina de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Denver.
Por muy dolorosa que fue la decisión de suspender todas las misas públicas en la Arquidiócesis de Denver, el procedimiento fue directo y muy necesario para el bien común.
Cuando las restricciones de salud se levanten y podamos volver a reunirnos, es importante que todos comprendan que las cosas no volverán a la normalidad de inmediato.
Expertos de salud y funcionarios electos se encuentran en estos momentos determinando nuevas pautas y restricciones para las próximas semanas y meses, al mismo tiempo que la Arquidiócesis de Denver está planeando cómo se celebrarán las misas públicas con respecto a las nuevas regulaciones.
Sabemos que el deseo de regresar a sus parroquias, participar en la liturgia y recibir la Eucaristía es muy fuerte, pero les pedimos a todos abordar esta próxima fase con paciencia, amor y caridad.
Los detalles específicos de cuándo y cómo se reanudarán las misas públicas se están determinando, pero aquí presentamos 5 cosas importantes para las que todos debemos estar preparados.
1. La asistencia será limitada.
Sabemos que las restricciones de grandes reuniones continuarán en vigor, por lo que estamos trabajando con las parroquias para determinar una manera justa de limitar la asistencia en las misas. Es muy importante que las personas se inscriban para recibir notificaciones de la Arquidiócesis y de sus parroquias para que sepan cómo su parroquia va a manejar cuántas personas pueden asistir a una misa determinada y quiénes serán esas personas; por ejemplo, a través de un sistema de inscripción, días asignados, etc. Nadie debe esperar poder asistir a misa con regularidad.
2. Se practicará el distanciamiento social.
Espere ver bancos/filas obstruidos con cinta en su parroquia y que se les pida a las familias mantenerse a 6 pies de distancia de otras familias. Esté preparado para usar un cubre bocas en misa para protegerse contra la propagación de gérmenes. Si tiene algunos síntomas de enfermedad, por favor quédese en casa.
3. Se realizarán cambios litúrgicos.
Además de los protocolos establecidos a principios de marzo, se tomarán precauciones adicionales, como suspender la distribución del cáliz y recibir la Sagrada Comunión solo en la mano.
4. Se mantendrá la excepción general de la obligación dominical.
Para los grupos que están en riesgo, aquellas personas que tienen síntomas y cualquiera que se sienta más seguro quedándose en casa, no será requerido asistir a misa. Debido a que su familia solo podrá asistir a misa de manera irregular, y no necesariamente el domingo, planee continuar santificando el sábado, participando de la Liturgia de la Iglesia desde casa.
5. Aún habrá un riesgo para cualquiera que asista a una misa pública.
Incluso con las mejores prácticas de salud y un estricto distanciamiento social, cualquier persona que ingrese a un espacio público debe saber que existe el riesgo de contraer el coronavirus. Se aumentará la limpieza en nuestras iglesias, pero nadie debe esperar estar más seguro contra los gérmenes allí que en otros espacios públicos.
Finalmente, luchemos por el progreso y no por la perfección. Sin duda habrá desafíos y frustraciones. Es posible que su familia no pueda asistir a misa en las primeras semanas después de la reanudación. Es posible que una parroquia encuentre obstáculos en el proceso y que las cosas no salgan según el plan. Pero creemos que seguir estas pautas es un sacrificio razonable. Por el interés del bien común y, en última instancia, para servir mejor a nuestra propia comunidad, no queremos contribuir a un efecto contraproducente que demore la asistencia normal a misa aún más.
Si todos trabajamos juntos podemos facilitar las cosas y continuar agregando gradualmente más personas y opciones. Sin embargo, no podemos evadir las regulaciones, porque así estaríamos creando situaciones que podrían obligarnos a retroceder.
* Este artículo fue actualizado el 22 de abril del 2020.