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sábado, abril 27, 2024
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Roguemos para que el Señor nos conceda sacerdotes santos

Considero que una de las grandes bendiciones de mi ministerio como arzobispo de Denver es la presencia de nuestros dos seminarios, el seminario teológico St. John Vianney y el seminario Redemptoris Mater. Como padre espiritual, disfruto pasar tiempo con los jóvenes del seminario, compartir comidas y verlos madurar y crecer en sus responsabilidades vocacionales. Debo admitir que mi gran cariño a la experiencia del seminario se debe que tuve el privilegio de ayudar a establecer St. John Vianney y a que fui nombrado el primer rector.

El objetivo del seminario es preparar a hombres para la ordenación sacerdotal y para que sean santos. Los santos sacerdotes son uno de los mayores regalos que Dios puede ofrecer a su pueblo, y el seminario juega un papel clave en su crecimiento de santidad. El seminario primero enseña a los seminaristas a orar, crecer y permanecer en una relación personal con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En una carta a los sacerdotes, el papa Francisco escribió: “En el corazón de nuestra vida no está el frenesí de la actividad, sino permanecer en el Señor para dar fruto (Jn 15). Él es nuestro descanso”. En St. John Vianney, el primer año se dedica a desarrollar la vida espiritual de los hombres para ayudarlos a crecer en la caridad y discernir la voluntad de Dios para su vida.

La búsqueda de la santidad sacerdotal se ve claramente en la vida del propio san Juan Vianney. Como patrón tanto de los sacerdotes como de nuestro seminario, san Juan Vianney sirve como ejemplo al que se dirige nuestra formación. Se dice que cuando lo asignaron por primera vez a Ars, se perdió en el camino, y un pastor local lo guio hasta el pueblo. Cuando llegaron a la iglesia, san Juan Vianney le dijo al niño: «Gracias por mostrarme el camino a Ars… Yo te mostraré el camino al cielo».

Los sacerdotes no son formados para ir y ejercer autoridad sobre las parroquias y comunidades de fieles, sino que, como Jesús, hemos venido a servir, y no a ser servidos (Mt 20,28). El ministerio de un sacerdote, de manera única, pastorea a los fieles al encuentro de Jesucristo para alcanzar la vida eterna en el cielo. Hacemos esto enamorándonos de la Trinidad y, a partir de allí, viviendo una vida de caridad y devoción, celebrando el sacrificio de la Misa y los otros sacramentos a través de la predicación y muchos otros medios.

A menudo escucho a la gente decir que somos bendecidos en la arquidiócesis de Denver porque tenemos tantos sacerdotes. Estoy increíblemente agradecido por cada hombre que ha dicho sí al llamado al sacerdocio y por cada hombre que honestamente ha discernido ese llamado. Aunque es posible que estemos en una mejor posición que otras diócesis, todavía estamos experimentando una escasez, especialmente cuando consideramos de dónde provienen todos los sacerdotes que sirven en la arquidiócesis.

Menos del 40 % de los sacerdotes que actualmente sirven en la arquidiócesis de Denver ingresaron al seminario para ser ordenados aquí como sacerdotes diocesanos. Muchos de nuestros sacerdotes activos son de órdenes religiosas, del Camino Neocatecumenal, sacerdotes que se han incardinado aquí desde otras comunidades religiosas o diócesis, y sacerdotes que son enviados desde otros países a servir. Estoy profundamente agradecido por estos sacerdotes, pero debemos reconocer que muchos de ellos podrían ser enviados a otros lugares para ministrar en cualquier momento.

Es mi deseo promover más vocaciones al sacerdocio en la arquidiócesis de Denver. San Juan Vianney nació y creció en la diócesis de Lyon en Francia. Fue ordenado sacerdote de la diócesis y pasó su vida al servicio de la gente de su parroquia. La Iglesia prospera y es más ella misma cuando tiene abundancia de sacerdotes santos. Nunca veremos eso si no promovemos vigorosamente las vocaciones y buscamos seriamente la más alta calidad de formación para nuestros seminaristas.

En un nivel más práctico, el funcionamiento y la mejora continua del seminario cuestan dinero. Considere hacer un donativo a nuestra Colecta Anual para los Seminarios, ya que es a través de su generosidad que podemos educar y formar a nuestros seminaristas a nivel local. El trabajo del seminario está cerca de mi corazón como arzobispo, y espero que esté cerca del suyo. Muchos de los sacerdotes que sirven en nuestras parroquias se han beneficiado grandemente del ministerio de nuestros seminarios. Agradezco su generosidad y apoyo continuo.

Respondamos a la invitación que nos hace el Señor: “La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 37-38). Oremos con fervor para que el Señor llame a más jóvenes del norte de Colorado al ministerio sacerdotal y que nuestros seminarios continúen formando hombres para guiar a otros a un encuentro con Jesucristo, el único que nos muestra el camino al cielo.

Arzobispo Samuel J. Aquila
Arzobispo Samuel J. Aquila
Mons. Samuel J. Aquila es el octavo obispo de Denver y el quinto arzobispo. Su lema es "Haced lo que él les diga" (Jn 2,5).
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