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Conoce a los nuevos diáconos transitorios de la arquidiócesis de Denver, ordenados el 18 de febrero

El 18 de febrero, el arzobispo Samuel J. Aquila ordenó a siete hombres al diaconado transitorio en la Catedral Basílica de la Inmaculada Concepción. Seis están estudiando en el seminario teológico St. John Vianney, mientras que uno estudia en el seminario Redemptoris Mater.

A continuación, conoce a cada uno de los nuevos diáconos de la arquidiócesis de Denver y entérate cómo discernieron su llamado al sacerdocio.*

Diácono Patricio Chuquimarca

¿Cuál es tu ciudad de origen?

Nací en Quito, Ecuador.

¿Cómo fue tu niñez?

Mi educación fue algo normal. Soy el mayor de cinco hijos y el único varón. Crecí yendo a misa todos los domingos con mis padres y rezando en casa todas las mañanas. Yo era un chico típico de mi barrio, iba a la escuela por la mañana y pasaba las tardes trabajando con mi padre en su taller mecánico.

¿Cuándo descubriste que el Señor te estaba llamando a ser sacerdote?

Mi vocación siempre estuvo ahí. Desde niño supe que Dios me estaba llamando. Sin embargo, durante mi adolescencia, no quería pensar en eso. El llamado de Dios se convirtió en una idea simple e ingenua que pertenecía a mi infancia. Pero el Señor, que es fiel, tuvo mucha paciencia conmigo. Ya había experimentado la acción de Dios en mi vida. En el 2005, mi familia tuvo una profunda conversión a través del Camino Neocatecumenal. En ese momento, el matrimonio de mis padres estaba pasando por un momento muy difícil. Ver la reconciliación de mis padres fue una señal de la fidelidad de Dios. Como fruto de esta reconciliación, nacieron mis dos hermanas menores. Hay una diferencia de 20 años entre mi hermana menor y yo. La apertura a la vida de mis padres, el apoyo de mi comunidad y mis catequistas fueron los que me ayudaron a abrirme al llamado de Dios y eventualmente a ser enviado al seminario Redemptoris Mater en el 2012 a la edad de 22 años.

¿Qué es lo que más esperas de ser sacerdote?

Me di cuenta de que, sin la gracia de Dios, no estaría aquí hoy. La misión a la que me llama el Señor es anunciar a los demás el amor de Dios, ¡anunciar que Cristo ha resucitado! Y viene con el poder para arrebatar a las personas de las garras del maligno, que nos miente todos los días diciéndonos que Dios no es amor.

¿Quiénes son algunos de los santos, mentores o figuras importantes que te han ayudado en tu vocación?

Santa Teresita de Lisieux se ha convertido en mi compañera. No la conocía hasta que llegué al seminario. Cuando veo hacia atrás a estos años de formación, me doy cuenta de que ella me estaba protegiendo de maneras muy simples. No es casualidad que sea la patrona de los misioneros. Ruego que me ayude a mí también a tener un espíritu misionero. Además, estoy muy agradecido con el padre Felipe González, quien estuvo a cargo de mi equipo misionero durante tres años. Él sufría dolor crónico todo el tiempo. Me corregiría y me invitaba a la conversión de forma clara y directa, pero también con misericordia y perdón.

 

Diácono Zachary Michalczyk

¿Cuál es tu ciudad de origen?

Actualmente, mi ciudad natal es Commerce City, Colorado, y mi parroquia es la parroquia Assumption of the Blessed Virgin Mary.

¿Cómo fue tu crianza?

Crecí en un pueblo en las montañas de Colorado llamado Bailey. Aunque era bastante la distancia para llegar a Misa, mis padres siempre lo tuvieron como prioridad, así que íbamos a Misa todos los domingos. Eventualmente nos mudamos a la ciudad cuando estaba en séptimo grado por el trabajo de mi mamá. Fue entonces cuando fui por primera vez a la escuela católica de St. James y donde realmente comencé a aprender de una manera más profunda sobre nuestras creencias. Mi madre es actualmente la presidenta de la Academia Católica Frassati, y mi padre trabaja en informática en la arquidiócesis de Denver y el seminario. Además, tengo dos hermanas y un hermano menores.

¿Cuándo descubriste que el Señor te estaba llamando a ser sacerdote?

Escuché por primera vez el llamado a ser sacerdote en St. James, cuando estaba sirviendo de monaguillo en el octavo grado. Mientras el sacerdote daba su homilía, escuché en el fondo de mi cabeza una voz que decía: “¡Tu podrías hacer eso!”. Lo ignoré por un tiempo y terminé yendo a la preparatoria Bishop Machebeuf y luego a la universidad por un año en Loras College en Dubuque, Iowa, donde obtuve mi certificación en enfermería. Antes de ingresar al seminario, trabajé en un centro de cuidados paliativos con pacientes con demencia durante unos seis meses.

¿Qué es lo que más esperas de ser sacerdote?

Tengo muchas ganas de poder ofrecer los sacramentos a la gente. Los sacramentos han desempeñado un papel crucial en mi vida, y tengo un deseo muy fuerte de llevárselos a los demás.

¿Quiénes son algunos de los santos, mentores o figuras importantes que te han ayudado en tu vocación?

Mis santos favoritos son san Felipe Neri y santa Teresa de Calcuta. También he aprendido mucho de grandes sacerdotes como el padre Jorge Agüera en St. Pius X, el padre Nick Larkin, el padre Rocco Porter y el padre Félix Medina.

 

Diácono Jacob Machado

¿Cuál es tu ciudad de origen?

Denver, Colorado. Nacido y criado aquí.

¿Cómo fue tu crianza?

Crecí en Denver y tuve una infancia muy buena y sin incidentes. Asistí a escuelas públicas hasta el segundo grado. Después fui educado en casa hasta el octavo grado, asistí a la preparatoria Bishop Machebeuf y luego a la Universidad Franciscana de Steubenville. Crecí jugando béisbol, fútbol y trepando cualquier árbol que estaba a la vista. Siguiendo el ejemplo de mi hermano mayor, me convertí en un lector voraz, un amor que continúa hasta el día de hoy. También fomenté intereses artísticos a través de las manualidades con mi madre y con mis hermanos. Mi infancia estuvo abierta a la aventura; pude aceptar nuevos desafíos y buscar nuevos descubrimientos.

¿Cuándo descubriste que el Señor te estaba llamando a ser sacerdote?

Mi llamado al sacerdocio no ocurrió en un momento en particular. Fue una invitación bastante larga y prolongada. Primero lo vi como una posibilidad cuando era muy joven. Después durante mi tiempo en la preparatoria sentí algo parecido a un llamado. Durante la universidad, hubo momentos en los que también sentí el llamado, especialmente en mi segundo año, cuando estudié en Roma por un semestre. Sin embargo, a pesar de sentir que estaba siendo llamado, no quise entrar al seminario. Me gradué y, después de trabajar durante cuatro años en Denver, tuve la sensación de que no estaba alcanzando el verdadero motivo de mi vida. Fue entonces que, durante la oración, sentí que Dios me estaba diciendo: “¿Recuerdas la idea del sacerdocio? Sí, ahora es el momento de irte”. Entonces, entré al seminario. A medida que puse mi confianza en el llamado y me mantuve en el seminario, creció el deseo de la ordenación y de la vida al sacerdocio. Dios es fiel a sus promesas, y no nos invita a algo en lo que no nos sostendrá y nos llenará. Dios puso la semilla de un llamado vocacional en mi corazón a una corta edad y lo dejó crecer lentamente, a menudo de manera oculta, a lo largo de mi vida.

¿Qué es lo que más esperas de ser sacerdote?

Espero con ansias la aventura de ser guiado por el Espíritu Santo. Como sacerdote, nunca sabes lo que vendrá cada día, a quién conocerás, qué altibajos de la vida espiritual atravesarás a través de ti mismo o con otros. Aunque me encantan las aventuras materiales de esta vida, el encuentro con otras culturas, países y pueblos, el viaje hacia el misterio infinito de Dios es la mayor aventura que podemos emprender. El sacerdote llega a participar en la vida y obra de Cristo de una manera particular y única. ¡Qué gran, desconocida, y emocionante aventura!

¿Quiénes son algunos de los santos, mentores o figuras importantes que te han ayudado en tu vocación?

San Ignacio de Loyola ha sido un importante intercesor a lo largo de mi vida, así como san Miguel. Recientemente a través del seminario, he sentido la intercesión de santa Teresita de Lisieux, santa María Magdalena, san Agustín, san Juan Crisóstomo, san Juan Pablo II y santo Tomás de Aquino. También he sentido una estrecha afinidad con los profetas Jeremías y Elías. De la misma manera, me encanta que los dos apóstoles a los que llamamos Santiago el mayor y Santiago el menor se llamen de hecho Jacob, ya que Santiago es una traducción del nombre hebreo Jacob. Por llevar el mismo nombre, también siento una cercanía especial con ellos.

 

Diácono Quoc Bui

¿Cuál es tu ciudad de origen? ¿Cómo fue tu crianza?

Nací y crecí en la provincia de Nam Dinh, que está a unas 40 millas de Hanoi, la capital de Vietnam.

¿Cuándo descubriste que el Señor te estaba llamando a ser sacerdote?

Creo que mi vocación sacerdotal comenzó cuando tenía unos cinco años, cuando mi mamá me llevó a un sacerdote, quien ahora es mi padrino, en Tet, el Año Nuevo Lunar. Recuerdo que me dio un caramelo y me preguntó qué quería ser en el futuro. Guardé silencio, pero después de un momento respondí con confianza y alegría que quería ser sacerdote. Alimenté mi vocación sacerdotal rezando el rosario diario y yendo a la iglesia a rezar al menos dos veces al día. En diciembre del 2017, respondiendo al llamado del Señor a través del arzobispo Samuel Aquila, me mudé a Denver para estudiar en la arquidiócesis de Denver. Estoy muy feliz de estar aquí.

¿Qué es lo que más esperas de ser sacerdote?

Tengo muchas ganas de ser ordenado sacerdote, un instrumento eficaz y productivo que lleva la salvación de Dios a las personas. Cuando sea sacerdote, tres tareas en las que debo enfocarme especialmente son la hora santa diaria, escuchar confesiones y prepararme para la homilía de la Misa diaria.

La hora santa será la prioridad de mi día. Escuchar confesiones también es importante. La confesión es un sacramento por el cual los fieles pueden reconciliarse con el Señor y recibir el perdón y las gracias necesarias fortaleciéndolos para vencer la tentación y seducción del demonio. A través de la confesión, las personas experimentarán el amor y la misericordia de Dios, luego pueden volverse a él y vivir en paz y felicidad. La preparación para la homilía diaria también es esencial. Cada Misa es igual, pero la homilía es diferente. El sacerdote es un mediador entre Dios y los fieles. Su deber es explicar la palabra de Dios a la gente. Por lo tanto, la homilía debe prepararse cuidadosamente.

¿Quiénes son algunos de los santos, mentores o figuras importantes que te han ayudado en tu vocación?

La persona que más me influyó y siempre me animó a ser fiel a mi vocación es mi mamá. Es muy piadosa y fiel. Cuando era niño, ella me enseñó a rezar el rosario y otras oraciones cortas todos los días antes de acostarme. Me despertaba todos los domingos para ir a Misa. Me animó a asistir al culto diario en la iglesia. Me ayudó a desarrollar una vida de oración fiel, por la cual mi vocación sacerdotal se cultivó y nutrió fructíferamente.

Dos santos que han estado junto a mi vocación son san José y san Juan Pablo II. San José ha estado conmigo y me ha protegido desde que nací. El segundo es san Juan Pablo II. Mi cumpleaños es el 27 de abril, día de su canonización, y lo elegí como mi segundo santo patrón. Oro para poder vivir como un hombre de alegría, un hombre de unidad y un hombre de amor a María y la Eucaristía como san Juan Pablo II; creo que él intercederá por mí.

 

Diácono Ryan Mack

¿Cuál es tu ciudad de origen?

Me crié en Billings, Montana, y luego viví en Golden, Colorado y sus alrededores durante seis años antes de ingresar al seminario.

¿Cómo fue tu crianza?

Me crie en un hogar fielmente católico. En mi niñez, la vocación al sacerdocio no era algo en lo que realmente pensaba, pero mi hermano, mi hermana y yo fuimos bien formados en la práctica de la fe. Llegué a Colorado en el 2017 para estudiar ingeniería mecánica en Colorado School of Mines. Durante mis cuatro años de estudios universitarios, tuve una experiencia profundamente formativa con los misioneros y estudiantes de FOCUS en Mines Catholic Campus Ministry.

¿Cuándo descubriste que el Señor te estaba llamando a ser sacerdote?

Ahora que recuerdo, creo que la vida en la universidad fue demasiado estresante para discernir bien, y solamente hasta que mi vida se calmó y empecé a trabajar como ingeniero en Denver pude abordar activamente la cuestión de la vocación. Empecé la dirección espiritual con el párroco de mi iglesia. No fue hasta alrededor de un año y medio de simplemente desarrollar mi vida espiritual que me llegó un claro llamado a través de la oración. En un sentido concreto, en dos instancias particulares de oración escuché a Cristo invitarme a participar de su sacerdocio. Varios meses después, en el otoño del 2017, ingresé al seminario.

¿Qué es lo que más esperas de ser sacerdote?

Un llamado a la paternidad espiritual fue un elemento muy real en mi discernimiento vocacional, y como resultado de eso, realmente espero predicar y enseñar en la parroquia. Estoy emocionado de poder dar bendiciones y facilitar la vida sacramental en la Iglesia.

¿Quiénes son algunos de los santos, mentores o figuras importantes que te han ayudado en tu vocación?

Durante un momento particularmente estresante de la vida, los escritos de G. K. Chesterton ayudaron a afirmar el gozo y la maravilla en la vida diaria y me formaron en una cosmovisión católica. También debo mucho a los escritos del papa Benedicto XVI por ayudarme a comprender el Concilio Vaticano II y la tarea de la Iglesia en el mundo moderno. El cardenal san John Henry Newman ha sido un gran ejemplo para mí de cómo involucrar al hombre moderno y sus preguntas a partir de la riqueza de la herencia de la Iglesia. Además, san José ha sido para mí un maravilloso ejemplo de paternidad y un verdadero patrón.

 

Diácono Owen Limarta

¿Cuál es tu ciudad de origen?

Batam, Kepulauan Riau, Indonesia.

¿Cómo fue tu crianza?

Mis padres son ambos del mundo de los negocios corporativos (del sector bancario). Tengo una hermana menor que es dentista y un hermano menor que es banquero.

¿Cuándo descubriste que el Señor te estaba llamando a ser sacerdote?

Mi familia se convirtió del budismo a la fe católica cuando yo estaba en el tercer grado. Primero me enamoré de nuestra bendita Madre y comencé a rezar el rosario antes de acostarme. Desde ese punto, supongo que solo hay un lugar al que la Madre Santísima te llevará, en concreto, a un amor más profundo por Jesucristo. Me enamoré de ellos tan profundamente que solo quiero ser de ellos y completamente de ellos. Entonces supe que quería ser sacerdote.

Inicialmente, vine a los Estados Unidos para asistir a la universidad, me gradué con un título en negocios de la Universidad Estatal de Colorado. Durante mi tiempo allí aprendí más sobre el sacerdocio diocesano y me enamoré de esta diócesis. Entonces simplemente decidí entrar.

¿Qué es lo que más esperas de ser sacerdote?

Hacer lo que nos mandó Cristo: salgan, bautícenlos y enséñenles. “Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn 17, 3).

¿Quiénes son algunos de los santos, mentores o figuras importantes que te han ayudado en tu vocación?

La Santísima Madre, como siempre, y san Juan de la Cruz. Mis guerreros de oración: todos mis amigos, incluidas las familias, hermanos seminaristas, los sacerdotes de esta diócesis y las monjas (carmelitas, misioneras de la caridad y hermanas hijas del santo rosario [PRR]), que han estado orando por mí fielmente. Por último, mis compañeros de sufrimiento (aquellos que ofrecen sus sufrimientos físicos por mi vocación).

 

Diácono David Hall

¿Cuál es tu ciudad de origen?

Denver, Colorado.

¿Cómo fue tu crianza?

¡Nací y crecí católico, y asistí a una escuela católica desde que tenía tres años! He vivido en Colorado toda mi vida, excepto durante mis cuatro años de universidad. Soy el segundo de cuatro hijos, y pasamos nuestro tiempo practicando deportes, tocando música y rompiendo cosas en la casa.

¿Cuándo descubriste que el Señor te estaba llamando a ser sacerdote?

La primera vez que sentí el llamado a ser sacerdote aún era muy joven. Le dije a mi mamá que quería ser sacerdote cuando creciera, quizás a los 8 o 9 años. Este llamado fue más claro cuando estaba en la universidad, y durante mi último año, decidí que ingresaría al seminario después de graduarme.

¿Qué es lo que más esperas de ser sacerdote?

He tenido la dicha de experimentar el amor de Jesucristo en mi vida y ver las formas en que me ha transformado al comenzar mi viaje. Como sacerdote, deseo profundamente comunicar a las personas cuán profundamente son amadas por Dios.

¿Quiénes son algunos de los santos, mentores o figuras importantes que te han ayudado en tu vocación?

Algunos santos que me han inspirado grandemente son san Ignacio de Loyola, santo Tomás de Aquino, san Juan Pablo II, san Benito, santa Teresa de Lisieux, san Juan Vianney y muchos otros.

Estoy profundamente agradecido con los sacerdotes y el personal del seminario: los formadores, directores espirituales y maestros. Todos ellos me han impactado tremendamente en mis años de formación al guiarme, inspirarme y desafiarme en cada paso para crecer hacia la madurez cristiana y, eventualmente, si Dios quiere, hacia el sacerdocio.

También tuve la bendición de conocer a muchas personas que impactaron mi vida grandemente antes de ingresar al seminario, entre ellos todos los miembros de mi familia, inmediatos y extensos, los sacerdotes de la parroquia de St. Vincent de Paul cuando yo era niño, los maestros y los monjes de Benedictine College, y muchos, muchos más. No estaría donde estoy hoy si no fuera por el amor y la guía que he recibido en cada paso del camino.

*Las respuestas fueron traducidas del inglés por El Pueblo Católico.

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