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viernes, abril 26, 2024
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«Llegamos a Estados Unidos en busca de dinero, pero encontramos a Dios»

Edilberto y Brenda llegaron a Estados Unidos con un solo deseo: ganar dinero para después regresar a su hermoso estado de Guerrero. Pero no podían imaginar lo que aquí se encontrarían. Un accidente los llevaría a descubrir un tesoro infinitamente más valioso: el amor de Dios y el plan que él les tenía preparado.

“Cuando llegamos de México no buscábamos a Dios. Solo queríamos ganar dinero”, recuerda Edilberto Guardia, feligrés de la parroquia de Reina de la Paz y, con su esposa, servidor de la mesa directiva de la Renovación Carismática de Denver. “Mis abuelitos me llevaban a la iglesia de pequeño, pero llegando a cierta edad me separé completamente. Empecé a ver las cosas del mundo y me entregué al vicio del alcohol”.

Después de trabajar en Estados Unidos por un tiempo, recordaron que en México aún asistían a Misa, y les pareció que tenían que empezar a ir de nuevo. Así llegaron a Reina de la Paz, la parroquia más cercana. Ahí Dios los llamaría de forma más directa.

Dios llama

“En ese tiempo no estábamos casados por la Iglesia, solo por el civil. Y teníamos problemas porque yo no dejaba el vicio del alcohol”, dijo Edilberto. “Pero fue en la Misa de 1:30 que yo escuché claramente cómo la palabra de Dios llegó a mi corazón a través de un diácono que ese día dio la homilía”.

«Estaba en uno de los cuartitos de niños con mi hija cuando el diácono dijo: ‘Tú ya tienes que arreglar tus cosas. Tienes que casarte y buscar la manera de arreglar tu vida’. Sentí cómo la palabra, que es ‘espada de doble filo’, me llegó al corazón, porque sentí que Dios me lo dijo a mí directamente a través de él’”.

Decidieron casarse y empezaron a asistir a pláticas prematrimoniales. Pero Dios quería algo más grande para ellos, así que volvería a llamar.

Cada ocho días Edilberto y su esposa Brenda se encontraban con una pareja en el cuartito de niños durante la Misa, y las niñas de ambos habían entablado cierta amistad. Sucedió que un día la mamá de la niña los invitó al grupo de oración los miércoles por la tarde. Edilberto y Brenda le respondieron que sí por respeto, pero en realidad estaban muy indecisos. Después de que insistiera en varias ocasiones, finalmente decidieron que irían a ver de qué se trataba. La mujer que los invitó incluso se ofreció a esperarlos afuera antes de entrar para que no les diera vergüenza.

“Íbamos a ir solo por un ratito, pero desde que pisamos el grupo de oración, a los dos nos encantó”, dijo Edilberto. “Escuchábamos las pláticas, la alabanza, las oraciones. Teníamos una gran necesidad del amor de Dios y ahí lo encontramos”.

En ese tiempo se casaron por la Iglesia y empezaron a ayudar con cosas pequeñas, como a dar la bienvenida a los que llegaban.

El accidente

El camino de fe que habían emprendido pronto se encontraría con un problema grande y, en ese momento, incomprensible. Mas este aparente obstáculo los llevaría a abandonar los planes que ellos mismos habían diseñado para dar paso a los de Dios, que eran mucho más grandes y ricos.

Un día nevado Edilberto iba en su camioneta con su hija y su esposa Brenda, que en ese tiempo estaba embarazada, cuando el hielo hizo que perdiera el control y chocara con un policía y otro coche. Aunque ni él ni su esposa e hija resultaron heridos, el incidente los obligaría a comparecer ante la corte un sinnúmero de veces durante un año entero.

“Yo empecé a reclamarle a Dios: ¿qué quieres? A lo mejor no existes. Ya estábamos cambiando nuestra vida”, recuerda Brenda. “El dinero que habíamos ahorrado se nos fue en eso, pero todo era un proceso de Dios. De cierta manera empezamos a sentir su misericordia, y la clave fue el grupo de oración. Llegábamos muy desconsolados y tristes, pero salíamos con gran fortaleza para de nuevo empezar con las cortes cada semana. Les decíamos en el grupo de oración: ‘Hermanos, tenemos otra corte, oren por nosotros’, y sentíamos esa confianza”.

Edilberto y Brenda son feligreses de la parroquia de Raina de la Paz en Aurora, Colorado, y miembros de la mesa directiva de la Renovación Carismática de Denver. (Fotos provistas).

En medio de este proceso, Edilberto recibió una nueva bendición. Al principio, esta situación hizo que muchas de sus heridas surgieran. Había estado guardando resentimiento e ira; se enojaba rápido y no podía controlarse. Por eso decidió ir a un retiro de tres días para hombres.

En ese retiro por primera vez experimentó el poder sanador del Espíritu Santo durante la oración.

“La persona que estaba guiando la oración empezó a decir: ‘Señor, este joven necesita de ti, por favor, tócalo.’ Yo sabía que esas palabras eran para mí. Sentí que mi cabeza se iluminó y esa luz bajó a mi corazón. Caí de rodillas ante el altar y le dije a Dios: ‘Señor, te entrego todo, ya no puedo más. Te entrego mi familia, mi esposa, mis niñas’”, cuenta Edilberto. “Dios hizo su parte. Me mostró que en realidad esto es real”.

Esta experiencia cambiaría la manera en que ambos enfrentaron el problema.

“A través de ese accidente pudimos tener los cimientos de nuestra fe”, asegura Edilberto. “Fue así como fuimos dejando las ideas que teníamos de que el dinero era todo… Ahora vemos ese accidente como una bendición. Le damos gracias a Dios por eso, aunque en su momento no lo veíamos así”.

Gracias a las oraciones del grupo de oración y de Brenda, que rezaba insaciablemente en la corte, el caso llegó a su fin. Las personas que querían meter a Edilberto a la cárcel no se presentaron en la última sesión, y solo recibió horas de servicio a la comunidad.

A través de este camino difícil, Dios haría maravillas en su familia. No solo fortalecería su fe, sino que sacaría a Edilberto del vicio del alcohol y los prepararía para contestar el llamado de Dios a servir de manera más profunda.

Servicio a la Iglesia

A los 10 años de llegar al grupo de oración de Reina de la Paz, Edilberto y Brenda recibieron la invitación de servir como coordinadores del grupo. Igualmente comenzaron a ayudar en la escuela de evangelización que se formó en la parroquia. Después de servir como coordinadores por cuatro años, recibieron la invitación de integrarse a la mesa directiva de la Renovación Carismática de Denver, y fueron recibidos el mes de febrero de este año.

“Yo me enamoré tanto de la Renovación… Era un mundo que no conocíamos”, asegura Brenda. “Existe esa necesidad que la gente conozca a Dios y cómo trabaja en nosotros. En la Renovación no solo alabamos y aplaudimos, sino que también recibimos crecimiento y aprendemos de la palabra de Dios”.

Edilberto invita a todos los inmigrantes que llegan a este país a reflexionar sobre sus planes y no olvidarse de Dios en la búsqueda de una mejor vida.

“Son buenos los planes que traemos, pero esos planes hay que ponerlos ante Dios, primero debemos agarrarnos de Dios y ver a dónde nos lleva. Lo más importante es descubrir eso y luego ponernos en sus manos, porque sus planes muchas veces son otros; nosotros lo hemos vivido muy de cerca”.

Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez fue el editor de El Pueblo Católico y el gerente de comunicaciones y medios de habla hispana de la arquidiócesis de Denver.
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