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sábado, abril 27, 2024
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Oculista de Denver se jubila para continuar su misión en México 

Por May Farrow* 

Después de más de 30 años de ejercer como oculista, el Dr. James Conahan, MD, se jubilará de su trabajo de tiempo completo en Highlands Ranch a partir de noviembre. Pero no se retirará por completo. El Dr. James, impulsado por su fe católica, planea dedicar más tiempo a su misión, Healing Eyes (Sanando ojos), en la cual ofrece cirugías oculares gratuitas y servicios relacionados a los pobres y ciegos en México. 

“Todavía tengo muy buenas manos”, dijo a El Pueblo Católico, mostrándolas como prueba. «No están temblorosas». 

El trabajo misionero no es lo que el Dr. James había imaginado cuando comenzó su carrera como oftalmólogo. Estaba siguiendo los pasos de su hermano mayor. Era un ámbito “alegre”, dijo. Casi todas las personas que salen de una operación después de recuperar la vista son personas muy agradecidas y felices. Además, era un buen equilibrio entre el trabajo y la vida personal para el padre de tres hijos. 

Fue en el 2006 que la carrera del Dr. James dio un giro dramático que incluyó mucho trabajo misionero. Mientras estaba leyendo un libro en la playa durante sus vacaciones en Ixtapa, México, la hija mayor del Dr. James, Meagan, de unos 12 años en ese momento, se le acercó con una petición. 

“Ella vino del mercado y me dijo: ‘Papá, tenemos que venir aquí y cumplir una misión’”, recordó el Dr. James. “Y dije: ‘¿Por qué dices eso?’”. 

Meagan, que había pasado suficiente tiempo con su padre en el trabajo, le contestó: «Todos en el mercado tienen cataratas blancas». 

El doctor Dr. James dudó en ese momento. No puedes simplemente venir y cumplir una misión, le dijo a su hija. Se necesita permiso para estar en el país, material médico, un equipo, un plan… 

Pensando que había dejado de lado la idea, al día siguiente en la recepción del hotel se le acercó una mujer que lo conocía de su trabajo misionero anterior en Mante, México, donde había realizado cirugías de cataratas con una misión a través del Boulder Community Hospital. Después de intercambiar información y algunas llamadas telefónicas más tarde, la mujer hizo arreglos para que el Dr. James regresara en octubre a una clínica de anteojos. 

Era una misión de toda la familia: el Dr. James; su esposa, Molly; su hija, Meagan; y sus hijos, Matt y Brian, ayudarían con varias partes de la clínica. El Dr. James preparó a su familia de antemano, pues era posible que todo fuera un fracaso: tal vez nadie aparecería y, en ese caso, simplemente se irían de vacaciones. 

Para su sorpresa, durante los siguientes cuatro días de la misión, 150 personas se presentaron diariamente, por lo que el Dr. James tuvo que rechazar a la mitad de ellos, ya que estaban completamente ciegos por cataratas y necesitaban cirugía, para lo cual no estaba preparado.  

Sin que el Dr. James lo supiera en ese momento, cuando Molly sacaba a esos pacientes de la clínica, les prometía que regresarían en seis semanas, preparados para someterse a una cirugía de cataratas. 

Cuando el Dr. James se enteró, se enojó, dijo. “Aquí está mi arrogancia… y le dije a Molly: ‘Simplemente no lo entiendes. Ni siquiera entiendes lo que se necesita para hacer una cirugía’”. 

Molly le preguntó qué es lo que necesitaba. El Dr. James le respondió que necesitarían instrumentos, provisiones, personal y bastante dinero para pagarlo todo, a lo que ella respondió: “Está bien, pondremos todo nuestro diezmo”. 

El Dr. James, aún molesto, regresó a su oficina y preguntó a medias quién estaría dispuesto a acompañarlo en una misión médica a México en la temporada navideña. Nuevamente, para su sorpresa, varias personas de su oficina se ofrecieron como voluntarios. 

“Bueno, no tengo material médico”, dijo el Dr. James, y llamó a un proveedor médico que conocía de su época en Boulder Community Hospital. El proveedor pudo conseguirle cuatro juegos de instrumentos por 800 dólares, aproximadamente el 10 por ciento del costo de lo que el Dr. James esperaba pagar. 

Una a una, sus excusas fueron desapareciendo, y el plan de Dios fue tomando forma. 

“En ese momento, fue como si me dieran un jalón de orejas: ‘Es cierto que Dios quiere que haga esto’”, recordó. “A mi esposa le encanta esa historia”, añadió. 

En su primera misión oficial, el Dr. James y su pequeño equipo trataron 35 casos. Desde esa primera misión, el Dr. James, su esposa y un equipo han ido a México dos veces al año cada año (solo faltaron a una misión en el 2009 y a otra durante los confinamientos por el COVID-19). Han realizado más de 4000 cirugías oculares, distribuido más de 12 000 pares de gafas y atendido a más de 10 000 pacientes. 

Una de las historias favoritas del Dr. James sobre su trabajo misionero a lo largo de los años involucra a una mujer llamada Julia. 

Julia, que tenía aproximadamente 35 años, venía de uno de los pueblos de montaña que rodean el área de Zihuatanejo, México, y su madre la llevó en silla de ruedas a la misión. Julia había sido discapacitada mental toda su vida, explicó su madre, pero cinco años antes prácticamente había “muerto”, después de que unas cataratas blancas cubrieran sus ojos y la dejaran ciega. 

“Esta simplemente desanimada”, dijo el Dr. James. “Recuerdo haberle dicho a Molly que era como si ella (Julia) no tuviera vida”. 

La paciente Julia, a la izquierda, antes de su cirugía con el Dr. James. Crédito: Craig Fagerness
La paciente Julia, a la izquierda, antes de su cirugía con el Dr. James. Crédito: Craig Fagerness

El Dr. James aceptó operar a Julia, y cuando ella regresó al día siguiente para que le quitaran los parches de los ojos, fue como si hubiera vuelto a la vida. 

“Le quitamos el parche y fue como si un cadáver frio y blanco se hubiera llenado nuevamente de sangre. Julia gritó: ‘¡Mamá! ¡Puedo ver! ¡Y eres tan hermosa!’”, recordó el doctor. «Todo el mundo estaba llorando». 

Para el Dr. James, hasta cierto punto, es una transformación que ve en muchos de sus pacientes. Es casi como las escenas de la Biblia donde Jesús cura a los ciegos. 

“Estaba ciego y ahora veo, eso es realmente poderoso… Veo la gloria que Dios nos dio para ver”, dijo. 

Julia (centro) con el Dr. James, su madre y el equipo del doctor después de su exitosa cirugía. Crédito: Craig Fagerness
Julia (centro) con el Dr. James, su madre y el equipo del doctor después de su exitosa cirugía. Crédito: Craig Fagerness00

El Dr. James dijo que también ha sido sorprendente ser testigo de la fe de muchas de las personas que trata en México. 

“No se imaginan la cantidad de personas que enfrente de mí se han arrodillado con el rosario en la mano, alabando a Dios”, porque les ha devuelto la vista, dijo. 

El próximo mes de noviembre, el Dr. James se jubilará de manera oficial de su trabajo a tiempo completo. Con más tiempo libre, planea dedicar más tiempo al trabajo misionero mientras se sienta llamado y mientras sus manos se lo permitan. 

«Simplemente no quiero arrepentirme», dijo. 

Actualmente, con las restricciones de COVID y el calendario de la misión, su lista de espera para una cirugía es de dos años. «Es irrazonable», dijo.  

Es por eso que Molly, su esposa, que trabaja como técnica de limpieza en las misiones, propuso un plan. En lugar de realizar misiones de una semana, donde el ritmo de la cirugía se estaba volviendo excesivo, el equipo ahora participará durante dos semanas, con algunos días previstos para descansar y recuperarse. Esto permitirá a el Dr. James y su equipo atender a más pacientes, pero de una manera que también preserve su resistencia a medida que envejecen. 

“Así que ahora el plan es de ir en enero y hacer una misión de una semana, y luego en abril hacer una misión de dos semanas”, dijo el Dr. James. Luego, el equipo probablemente también agregará una misión de dos semanas en el verano. También esperan llevar más cirujanos a algunas misiones futuras.  

Si todo va bien, el Dr. James cree que posiblemente podrían realizar misiones de tres semanas de duración, con el objetivo de tener dos o tres misiones al año que durarían dos o tres semanas cada una. 

El Dr. James dijo que se inspira en dos grandes santos en su misión: san Juan Pablo II y la Madre Teresa. 

“Mi misión se resume en lo que dijo Juan Pablo II: ‘Tu ser crece en la medida en que lo entregas’”, dijo. “Se me pone la piel de gallina al hablar de ello”. 

“La Madre Teresa Calcuta es nuestra mentora. Y ella dijo que quería ver el rostro de Jesús en los pobres. En nuestros casos, se trata de los pobres ciegos”, dijo. 

Dijo que también se siente inspirado por la filosofía de la Madre Teresa de que todos tienen un papel que desempeñar al hacer “algo hermoso para Dios”. 

“No soy tan arrogante como para pensar que esta misión se debe a que hago la cirugía. Quiero decir, es un equipo”, añadió. “Y entonces la Madre Teresa me enseñó que tú puedes hacer algo que yo no puedo, y yo puedo hacer algo que tú no puedes. Pero juntos podemos hacer algo hermoso para Dios. Así que comencemos. Simplemente hagámoslo”. 

El Dr. James agregó que ha sido increíble ver cómo Dios ha trabajado a lo largo de su carrera y su vida para lograr todo el buen trabajo que ha realizado la misión. 

“Ver la huella de Dios en todo esto es simplemente sobrecogedor”. 

*Este artículo fue traducido del original en inglés por El Pueblo Católico. 

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