En el mes de la protección contra el abuso sexual infantil ofrecemos algunas reflexiones y recomendaciones para prevenir que los niños sufran esta experiencia que puede dejar grandes traumas por el resto de sus vidas.
Muchos padres de familia o personas adultas piensan que los niños que tienen a su cargo no corren ningún riesgo en sufrir algún tipo de maltrato físico, psicológico o, lo que es peor, abuso sexual.
Y es esta falta de conciencia la que hace que en muchos casos los niños y adolescentes sufran experiencias que en cuestión de minutos puedan causarles hondas heridas. Por ello las diócesis en Estados Unidos ofrecen permanentemente capacitaciones en Safe Envioment (Ambiente Seguro), para advertir sobre los riesgos que corren los niños y para estar alertas sobre algunas señales que pueden indicar un potencial peligro.
Carola Cortez, capacitadora en español en las parroquias Saint Michael the Archangel y Queen of Peace, señaló en diálogo con El Pueblo Católico cuáles son los mitos que giran en torno a la problemática del abuso sexual infantil.
El primer mito es que el voto del celibato es la causa de que algunos sacerdotes y religiosos sean pederastas. “Esto no es cierto. También ocurre entre personas que tienen una vida sexual activa: entrenadores, profesores y familiares cercanos entre otros”, dice Carola Cortez. Otro mito es pensar que el abuso sexual solo es ocasionado por personas extrañas: “muchas veces son personas cercanas, supuestamente de confianza”, indica.
Otro mito es pensar que un niño puede mentir cuando realiza este tipo de denuncias. Es muy improbable que este tipo de hechos entren en la categoría de imaginación de los niños. Un estudio realizado sobre reportes de abuso sexual en Denver señaló que el 53 por ciento de denuncias eran ciertas, el 43 por ciento quedaron inconclusas y solo el 1 por ciento de reportes que vinieron de denuncias narradas por niños eran falsas.
Por ello, es importante que los adultos, guiados siempre por la prudencia y la caridad, le indiquen a los niños cuáles son las partes de su cuerpo que nadie debe tocar – aquellas que tapa la ropa de baño. “Hay que decirles que solo los médicos en una consulta supervisada o sus papás (y en algunos casos los abuelos y otros familiares muy cercanos y confiables con autorización de sus padres) pueden tocar estas partes”, asegura la facilitadora, cuando los están aseando y vistiendo, pero siempre que sea un toque o contacto no sexual
Carola dice que dentro de la población hispana ve una excesiva confianza hacia los demás o que muchos consideran este tema como un tabú. “’El ladrón juzga por su condición’, dice el refrán. Si tú haces el bien piensas que los otros también, porque crees que nadie va a hacer una monstruosidad de esas”, indica. Es necesaria una sana desconfianza cuando algo no luce bien en una persona o una situación. Los adultos deben estar atentos a los signos de abuso que presentan los niños, como suelen ser un cambio repentino de comportamiento o patrones de reversión infantil y agresión, entre otras cosas. “De ser muy espontáneos y abiertos pueden pasar a ser retraídos”, puntualiza Carola. También el rechazo repentino de un niño hacia un adulto puede ser un indicador, como puede serlo el rechazo a las reglas de la casa y el bajo rendimiento académico sin causa conocida.
Después de dar el curso de Ambiente Seguro, Carola comenta que algunos adultos se les acercan para hacerle algunas preguntas o comentarios. “Desafortunadamente, he escuchado un par de casos de ‘esto me sucedió a mí’” y así da unas últimas recomendaciones: “Cuando vemos un comportamiento sospechoso de un adulto hacia un niño tenemos que indagar” y, “en caso de tener pruebas, denunciarlo a las autoridades”. Es importante reportar estos casos pero con hechos reales, concluye.
Para mayor información consulte a Christi.Sullivan@ArchDen.org y visite la página
