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jueves, marzo 28, 2024
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¿Por qué debería la Navidad transformarnos?

La Navidad debe transformar la manera en que vemos el mundo y vivimos la vida. El nacimiento de Nuestro Señor es un evento histórico que sucedió en una fecha y un lugar concretos. Pero aún más, es un evento que llegaría a marcar un antes y un después en la humanidad. El Creador del universo, en su infinito amor y sabiduría, se hizo hombre y vino al mundo para salvarnos.

Pero muchos de nosotros no logramos comprender lo que esto significa. No nos damos cuenta de que esta historia de salvación que encontramos en la Biblia contiene la respuesta a las preguntas más profundas de nuestro corazón: ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué todo en el mundo está tan roto? ¿Ha hecho Dios algo al respecto? ¿Cuál es mi propósito en la vida?

La historia de Cristo y su salvación nos da la respuesta. Y es una respuesta que transforma, que nos enseña a ver el mundo de otra manera, que nos da propósito y esperanza y que nos marca el camino a la plenitud.

A continuación, presentamos en forma resumida el kerigma, la proclamación de la historia más grande de la humanidad, la historia de un Dios que ha amado al ser humano hasta el punto de entregarlo todo.

Esta Navidad, dejémonos transformar por Cristo a través de esta historia, que es nuestra historia. Leamos la Biblia y conozcámosla.

 

¿POR QUÉ ESTOY AQUÍ?

Dios no tenía por qué crearnos. Creó el universo y al ser humano por amor, para compartir con nosotros su gloria, su majestad y su plenitud. Y no solo eso, como nos cuenta el libro del Génesis, también nos creó a su imagen y semejanza: libres, con uso de razón y con la capacidad de amar. En otras palabras, nos creó porque desea nuestra felicidad, desea que tengamos vida en abundancia. Él lo creó todo bueno.

 

¿QUÉ FUE LO QUE FALLÓ?

Sin embargo, al ver el estado roto de nuestro mundo, es inevitable preguntarnos: “Si Dios lo creó todo bueno, ¿por qué existe la maldad y el sufrimiento?”. La respuesta es que el ser humano fue esclavizado. Génesis 3 nos presenta al enemigo del ser humano: Satanás. Lleno de envidia por el destino glorioso que Dios había preparado para el ser humano, prosiguió a destruirlo. Tentó a Adán y Eva en el jardín, y ellos cayeron y pecaron. Ahora toda la historia de la humanidad está marcada por la consecuencia de esta caída. Todos hemos sido capturados, y el pecado y el sufrimiento parecen tener la última palabra.

 

¿HA HECHO DIOS ALGO AL RESPECTO?

Satanás esperaba la respuesta de Dios: ten[1]dría que ser grande y llamativa. En cambio, Dios lanzó un contraataque secreto para rescatarnos: por siglos preparó a su pueblo para su venida; se hizo hombre y llegó al mundo como un niño humilde e indefenso. Nació de una madre desconocida en la pobreza de un establo. Así, siendo hombre en todo como nosotros, tomó sobre sí el pecado y la muerte que esclavizaban al hombre y los venció con su muerte en la cruz y su resurrección. Su victoria sobre la muerte nos dice que Dios no nos ha abandonado, y que nos ama tanto que él mismo se entregó por nosotros. Su muerte nos enseña que la muerte no tiene la última palabra, que la vida tiene sentido y que podemos esperar la vida plena en él.

 

¿CUÁL ES MI PAPEL EN ESTA HISTORIA?

Sabemos que Dios se hizo hombre y murió por nosotros, pero ¿qué significa esto para cada uno de nosotros? ¿Cómo podemos responder al amor inmenso de Dios que se entregó para rescatarnos? Primero debemos dejar que nuestra visión del mundo sea una visión bíblica. Tenemos que ver la realidad a través de este plan de Dios para el mundo. Esta historia nos permite descubrir quiénes somos y qué estamos llamados a ser.

La respuesta adecuada a un acto de amor tan grande es un abandono total a Dios. Tenemos que vivir de manera que Cristo sea el guía de nuestra vida. Jesús instituyó la Iglesia para darnos los medios de la salvación, los sacramentos, a través de los cuales lo encontramos a él y recibimos la gracia que necesitamos. Nuestra respuesta como miembros de la Iglesia debe llevarnos a la oración continua, la comunidad y la misión. Dejemos que la venida de Cristo en esta Navidad transforme nuestra visión del mundo y la convierta en una visión bíblica. Así veremos nuestra vida como Dios la ve.

 

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