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viernes, abril 26, 2024
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Arzobispo Aquila: Dios está sanándonos y preparándonos para la misión

Cuando reflexiono sobre mi experiencia en el sínodo arquidiocesano, veo que Jesús está activo sanando a su pueblo y preparándonos para la misión. Nos llama a acercarnos a él, a una intimidad más profunda con él, y renueva su Iglesia, aunque haya menos personas en la sociedad en general que acepten su amor.

El papa Benedicto XVI dijo en un famoso discurso que pronunció como sacerdote en 1969: «De la crisis de hoy surgirá la Iglesia de mañana». En su opinión, la Iglesia va a ser más pequeña y más pura. El discurso se ha discutido mucho desde que lo pronunció hace más de 50 años. El papa Francisco incluso expresó recientemente su acuerdo durante un encuentro en abril de 2022 con los jesuitas de Malta. «El papa Benedicto —dijo— fue un profeta de esta Iglesia del futuro, una Iglesia que se hará más pequeña, perderá muchos privilegios, será más humilde y auténtica y encontrará energía para lo esencial.»

Cualquiera que preste atención a las tendencias culturales puede ver que las cosas se están volviendo más hostiles para las personas de fe, pero no debemos dejar que eso nos desanime. Por el contrario, debemos hacer lo que hizo la Iglesia primitiva y acercarnos a Jesús. Como parte de este viaje con Cristo, me gustaría compartir con ustedes los frutos de nuestro proceso sinodal arquidiocesano, para que podamos alegrarnos de sus obras y caminar juntos por el camino que ha marcado para la arquidiócesis.

Uno de los temas que sobresalió durante las sesiones de escucha y en mi oración fue la necesidad de sanación dentro del Cuerpo de Cristo. Hay muchas cosas que nos infligen heridas hoy en día y debemos traerlas a la luz y a Cristo para que nos sane. Jesús quiere sanarnos.

En las reuniones celebradas en casi 90 de nuestras parroquias surgieron temas realmente claros y comunes, demostrando que el Espíritu Santo estaba hablando en la oración comunitaria de la gente de toda la arquidiócesis de Denver. Dos temas que surgieron a nivel parroquial y que resonaron a nivel arquidiocesano fueron la unidad y la sanación.

Los efectos de esto se manifestaron en nuestras sesiones de grupos grandes en el evento de discernimiento arquidiocesano en Broomfield. Qué bueno fue escuchar las contribuciones de los fieles de habla hispana de los distintos rincones de la arquidiócesis. Darles la oportunidad de hablar de sus preocupaciones fue bueno tanto para ellos como para el resto de la Iglesia.  La misma experiencia fue válida para los feligreses más jóvenes y los de mayor edad, así como para los católicos que viven la fe en entornos rurales.

El proceso de discernimiento comunitario fue fruto del llamado a una experiencia sinodal. Al pedir a Dios que revelara sus planes, dejamos de lado nuestras propias ideas, preocupaciones y ansiedades. Muchas personas entraron en las sesiones de discernimiento parroquial, e incluso en el evento de discernimiento arquidiocesano, con sus propias ideas sobre lo que está mal en la Iglesia y cómo arreglarlo. Esto, naturalmente, conduce a conflictos y divisiones, ya que la gente tiene diferentes valoraciones sobre dónde está la Iglesia y hacia dónde debería ir. Dedicar primero un tiempo a la oración, pidiendo a Dios que nos revelara dónde y cómo quiere que vayamos a la misión, logró remendar la división causada por las agendas personales.

Nos reunimos para escuchar al Espíritu Santo en la oración y a los demás para poder seguir los planes de Dios para la arquidiócesis de Denver. No hay mejores planes que los suyos, y esto se vio en las conversiones que se produjeron.

En el evento de discernimiento arquidiocesano, un caballero le dijo a un miembro del equipo del sínodo todas sus opiniones sobre lo que la Iglesia está haciendo mal y lo que debe cambiar. El miembro del equipo le sugirió que entrara en la capilla y le dijera a Jesús exactamente lo que acababa de decir. Después de pasar un tiempo en adoración, el hombre salió de la capilla llorando, se acercó al miembro del equipo y le dijo: «Le dije a Jesús exactamente lo que te dije a ti y luego esperé a que Dios respondiera. Las primeras palabras que escuché fueron: ‘¿Importaría siquiera [cambiar esos problemas percibidos]?’”. Al pasar tiempo en oración honesta, se convenció de su propio orgullo y experimentó una conversión que lo impulsó a seguir la voluntad de Dios en lugar de su propia voluntad o la del mundo.

Por último, un tercer fruto del proceso sinodal es que algunas parroquias ya han empezado a actuar según la orientación que recibieron en la oración. Una parroquia discernió la necesidad de proporcionar un mayor sentido de comunidad a los feligreses e inmediatamente creó grupos pequeños, en los que un número pequeños de personas o familias se reunirían para compartir la fe y estar en comunión. Casi 200 personas se inscribieron inmediatamente para participar en estos grupos.

Me alienta oír cómo el Espíritu Santo está trabajando en la arquidiócesis de Denver. Cuando escuchamos al Espíritu Santo, nos sentimos atraídos hacia una intimidad más profunda con Jesús y el Padre. En lugar de venir con nuestras agendas y las del mundo, buscamos las de Dios. Como Jesús, llegamos a saber que nuestro alimento es hacer la voluntad del Padre, no la nuestra (Jn 4,34). Mientras seguimos escuchando y actuando según la llamada del Señor, hagamos nuestras las palabras de David en los salmos: «Encomienda tu camino al Señor; confía en él, y él actuará. Hará brillar como luz tu justicia, y tu derecho igual que el mediodía” (Sal 37,5-6).

Arzobispo Samuel J. Aquila
Arzobispo Samuel J. Aquila
Mons. Samuel J. Aquila es el octavo obispo de Denver y el quinto arzobispo. Su lema es "Haced lo que él les diga" (Jn 2,5).
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