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viernes, abril 26, 2024
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El futuro de la arquidiócesis de Denver a partir del Sínodo 2021-2023

La fase local del Sínodo sobre la sinodalidad, convocado por el papa Francisco, fue un motivo de alegría y fruto para toda la comunidad católica de la arquidiócesis Denver, que expresó lo que había escuchado en oración sobre el futuro de la arquidiócesis.

El objetivo de la fase local del sínodo consistió en pedirle al Espíritu Santo que le mostrara a la comunidad católica cómo la está llamando a cumplir con su misión en la actualidad. El arzobispo de Denver, Mons. Samuel Aquila, comenzó este proceso con el retiro arquidiocesano de Adviento, en el que a través de una serie de videos se proclamó el kerigma, el mensaje del Evangelio, como preparación.

Tras una etapa parroquial, la fase local culminó con el evento de discernimiento arquidiocesano que se llevó a cabo del 25 al 27 de marzo del 2022. El evento contó con representantes de diferentes parroquias de la arquidiócesis, y la comunidad hispana hizo sentir su presencia y su voz con la ayuda de un intérprete que estuvo presente durante todo el evento.

En dicho evento se dieron varias charlas cortas sobre la misión del discípulo, la familia, la parroquia y la Iglesia local y universal. Después de cada tema, los participantes tuvieron un tiempo de adoración frente al Santísimo, en el que le pidieron a Dios que les hablara sobre estos temas. Al terminar, cada persona compartió con su grupo pequeño lo que había escuchado en oración, y después un representante de cada equipo compartió los puntos principales de su grupo con todos los presentes.

A continuación, presentamos un resumen de lo que la iglesia local discernió en conjunto sobre cómo Dios está llamando a la arquidiócesis de Denver y a sus miembros a llevar a cabo su misión en la actualidad.

Misión del discípulo

  • Nuestra primera misión es a la intimidad divina, en la cual participamos a través de la oración y los sacramentos.
  • Darle importancia al hecho de que tenemos una responsabilidad personal en la misión de evangelizar a las personas más cercanas a nosotros: familiares, vecinos y compañeros de trabajo.
  • El plan de Dios es que yo crezca personalmente en la verdad, la virtud y la santidad, pero necesito que Dios me sane para poder hacerlo.
  • La era apostólica en que vivimos requiere de personas que se distingan por dar testimonio público de la fe; debemos compartir los frutos que provienen de nuestra permanencia en el Señor —es decir, el amor, la alegría, la audacia, la valentía y la convicción— de manera intencional.
  • El discipulado requiere de comunión, unidad y comunidad. No somos como islas, meros individuos, sino miembros del Cuerpo de Cristo.
  • Como san Pablo escribe en la carta a los Romanos: “… adelántense al otro en el respeto mutuo” como discípulos (Rm 12,10).
  • Jesús llamó a los Doce y comenzó su ministerio público con una comunidad (Mc 3,13). Nuestro llamado y crecimiento no se llevan a cabo a solas, sino en la comunión de la Iglesia.

Misión de la familia

  • Aceptar y acoger los líos y sufrimientos presentes en la familia. Cada familia necesita algún tipo de acompañamiento.
  • Ayudar a la familia a encontrar sanación y perdón.
  • Reconocer que los padres son los primeros formadores y educadores de sus hijos. Existe también un deseo de recibir formación sobre cómo cumplir con esta misión.
  • Existe una necesidad de clarificar y fortalecer el significado de padre y madre en esta era apostólica.
  • La identidad se recibe, para bien o para mal, de las relaciones que existen dentro de la familia.

Misión de la parroquia

  • Dios está pidiendo a las parroquias que sean más acogedoras, que ofrezcan una acogida como la del padre al hijo pródigo en el Evangelio de san Lucas, capítulo 15; un hogar donde se espere, se vea, se conozca y se ame a las personas. Esto se realiza a través de la invitación personal y el acompañamiento. Tal como Jesús hizo con Andrés y Juan, nosotros debemos invitar a las personas a que vengan y vean dónde Cristo vive (Jn 1,39).
  • Jesús pidió por que todos fueran uno para que el mundo sepa que fue enviado por el Padre (Jn 17). Nuestras parroquias deben trabajar activamente para lograr la sanción y unidad sobrenatural entre los católicos de distintos idiomas, culturas, expresiones litúrgicas, afiliaciones políticas, ministerios, etc. La sanación es una vía hacia la unidad.
  • Las parroquias están llamadas a ser un lugar de formación que prepare a los discípulos para a llevar a cabo su misión y vocación (Ef 4).
  • La parroquia no existe para sí misma, sino para salir al encuentro de la comunidad en general, buscando su bien. Debemos compartir la Buena Nueva, nuestro tesoro, con aquellos que se han alejado, con los pobres y la comunidad en general.
  • La Eucaristía es el alma de la parroquia. Como expresó el venerable Fulton Sheen: “Si estás frente al Santísimo Sacramento, ganarás la guerra”.

Misión de la Iglesia y la arquidiócesis de Denver

  • La Iglesia está llamada a ayudarnos a sanar nuestras heridas, infligidas por personas dentro de la Iglesia o por alguien más, a través de un encuentro con Cristo el Divino Médico.
  • La arquidiócesis de Denver está llamada a generar unidad, a manifestar la unidad del cuerpo místico de Cristo. Sobre todo, está llamada a reparar las divisiones entre personas de distintos idiomas y culturas.
  • Ayudarán a conseguir esta unidad la clara comunicación sobre lo que atañe a nuestra misión, más iniciativas de oración comunitaria y la sanación de heridas.
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