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martes, marzo 19, 2024
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Enfermedades del Espíritu ¿Cómo afectan tu matrimonio?

Dios entre nosotros – programa de formación integral para la vida familiar- organizó un evento con el propósito de revitalizar el matrimonio. Se trató de una serie de charlas a cargo del Padre Ángel Espinoza de los Monteros -sacerdote especializado en temas de matrimonio y familia- quien motivó a los cerca de quinientos asistentes que se reunieron en el auditorio del Teatro Z de la Regis High School.

El Padre Espinoza es miembro de la orden de los Legionarios de Cristo y es conocido por sus conferencias de revitalización de matrimonios y vida familiar. El sacerdote alentó a los presentes con sus reflexiones profundas, expuestas con humor y los invitó a dar al amor de pareja una dimensión espiritual.

El evento contó además con la presencia del obispo auxiliar de Denver, monseñor Jorge Rodriguez, quien fue maestro de teología del Padre Espinoza hace 22 años.

“Fui testigo en este evento, no solamente de la experiencia pastoral y talento del predicador, sino también del gran apostolado de la familia que Dios entre nosotros lleva a cabo”, dijo a El Pueblo Católico el obispo Rodríguez. “La respuesta fue un auditorio lleno de matrimonios deseosos de crecer en la vivencia de este maravilloso sacramento que el Señor dejó a su Iglesia. Pido al Señor que siga bendiciendo los frutos de este encuentro y otras iniciativas en favor de la promoción del matrimonio cristiano”, aseguró.

¡No hay peor enfermedad para los matrimonios que las enfermedades del espíritu! Señaló el padre Espinoza durante el evento, quien luego compartió algunos términos que definen con creatividad los puntos que pueden debilitar la unión matrimonial:

Los ciegos: No quieren ver todo el mal que hacen con su forma de comportarse. No ven todo lo bueno que podrían hacer si cambiaran un poco su carácter. No se dan cuenta cómo tratan a los demás: su marido, su mujer, sus hijos o personas que los rodean. Los ciegos pueden ver lo que hay afuera pero no lo que hay adentro de sí mismos y es por eso que creen que están bien. Juzgan a los demás. No alcanzan la felicidad porque no ven todo lo que tienen.

Los sordos: No saben o no quieren escuchar. Un consejo para los hombres: Escuchen a su mujer. Cuando estén con ella tengan estas frases preparadas ¡No me digas!; ¿Qué más?; ¡Qué barbaridad! o pueden salir con otra frase mejor: … ¡No puede ser!

Y es que no vale la pena discutir. Ábrete a la posibilidad de que él o ella tengan la razón. Pierde todas las discusiones tontas y te ganarás el corazón de tu marido o tu mujer.

Los mudos: No se quieren comunicar. No hablan. Hablan de más, pero no de lo importante. Le hacen daño al matrimonio quienes no logran transmitir sus sentimientos. Dile a tu mujer o a tu marido: “¡Te quiero!, ¡te amo!, ¡te necesito!”. Otro consejo para los maridos: dile a tu mujer “¡qué guapa estas”, ¡aunque luego te confieses!

Déficit de atención: Concentrarse en todo menos en la familia. Ningún éxito profesional justifica fracasar en la familia.

Estar manco: No saber servir y no saber dar cariño. Jubilarse de la intimidad sin avisar. ¿Qué han hecho del cariño que se tenían antes de que se casaran?

Tetraplejia: Quisiera…pero nunca hacen nada. Hay que hablarse con respeto.

Depresión: A la que le pusimos el nombre bonito y llamamos “Depre”… pariente de la flojera. La vida es un ciclo, existen etapas…como las estaciones del año. Aprende a ver lo bueno de cada momento. Pide ayuda cuando necesites y estés pasando por un momento en el que creas que no puedes más.

Esclerosis múltiple: La dureza de trato, de palabra, de juicio.

El Alzheimer selectivo. Se nos olvidan los detalles. Se nos olvidan las cosas pequeñas. Se nos olvidan las promesas del matrimonio. Se nos olvida que estamos casados.

Esposa Zeta. Solo habla para amenazar o pedir dinero.

Según el padre Espinoza, ser fiel es el principio para cuidar el matrimonio. “Amar y hacer feliz a una persona es un proyecto de vida.

“Una cura para las enfermedades espirituales es el amor”, señalo el conferencista “y el médico es Jesús”. Recen unidos. Acérquense a Dios y háganse estas preguntas: ¿Te estoy haciendo feliz? ¿Qué más tengo que hacer para hacerte feliz? Y recuerden “vivir en amor… ¡El anillo es para siempre!”, concluyó el sacerdote.

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