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viernes, abril 26, 2024
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Inmigrantes que trabajan el campo: ¡No están solos!

Por Wayne Laugesen

El Obispo auxiliar de Denver monseñor Jorge Rodríguez dio un mensaje a los trabajadores inmigrantes y a sus familias durante una misa celebrada especialmente para ellos el pasado 24 de septiembre en la parroquia Saint Nicholas en Platteville: Ustedes no están solos.

“Mi mensaje fue para que ellos sean conscientes de que Dios está ahí”, dijo el obispo, después de la Misa dedicada a los inmigrantes que trabajan el campo. “Hay un padre amoroso que no está lejos de lo que ellos están viviendo. Ellos deben sentir todo el tiempo que no están por sí mismos. Que Dios está con ellos en cualquier dificultad que tengan”.

Cerca de unas cien personas participaron de la Misa, incluyendo inmigrantes trabajadores del campo y aquellos que vienen a mostrar el apoyo en esta comunidad campesina que tiene una gran población hispana.

“Los trabajadores necesitan la seguridad que le brindan sus compañeros católicos”, dijo la hermana Molly Muñoz, quien trabaja en varias parroquias del oriente de Colorado. “Quisiera ayudarlos a que sepan que somos conscientes de su situación y que nos preocupan. Ellos están sufriendo mucho”.

Después de la Misa se realizó una cena en la que los familiares compartieron su preocupación sobre la promesa que hizo Donald Trump de deportar a los trabajadores indocumentados.

“Mi mamá se preocupa de que esto pueda separar las familias”, dice un chico de 15 años. Los padres lo trajeron de México cuando tenía un año. Ellos trabajan en las granjas y campos de Colorado. “Mi mamá solo quiere que el presidente deje de amenazar a las familias. Esto le preocupa. Ella quiere que nos dé más oportunidades a aquellos que trabajamos en los campos. Quiere una oportunidad para estudiar y para aprender varias habilidades”. La madre del muchacho puso las manos en su frente y habló con un inglés mal pronunciado.

“Cada día la comida está más costosa”, dijo la mujer. “La renta. Nosotros pagamos más y más y esa ha sido nuestra lucha por 14 años”.

Oren por ellos, dijo el obispo Rodríguez.

“Como católicos tenemos que pedir al Señor una bendición para ellos”, dijo. “Sabemos que viven en unas condiciones muy difíciles, que necesitan la bendición de Dios ahora más que nunca. Tenemos que estar más conscientes de la realidad que ellos enfrentan, y ser más conscientes de que ellos son nuestros hermanos y que necesitan ayuda”.

Los voluntarios católicos del área metropolitana de Denver han llevado, por mucho tiempo, la Misa a los campos de los Llanos del Este, donde los trabajadores inmigrantes son un componente esencial para la economía.  La Misa del pasado 24 de septiembre había sido originalmente planeada para ser celebrada en el campo pero debido a la Lluvia tuvo que moverse a la iglesia Saint Nicholas.

“Es la primera vez que tenemos a un Obispo celebrando Misa”, dijo Marie Ramos Beeler, una voluntaria del ministerio de migrantes de la parroquia Spirit of Christ en Arvada.

Beeler, junto con otros voluntarios van una o dos veces por semana a llevar comida, ropa, frazadas, ventiladores, juegos de sábanas y otras donaciones. Este ministerio recibe donaciones de los parroquianos y de lugares como Panera Bread y Costco.

“¿Los católicos hacemos lo suficiente para ayudar?” Yo pensaba que no hasta que me reuní con el obispo Rodríguez en julio”, dijo Beeler. “Pero desde nuestra reunión ha sido maravilloso. Él ha estado en los campos con nosotros, visitando los inmigrantes y sus casas. Ha dicho que quiere estar más involucrado en esta comunidad y hacer que la Iglesia también lo esté”.

A Beeler le preocupa que los coloradeños no aprecien a los trabajadores inmigrantes sino hasta que se van y ya no pueden regresar a este país.

“El otro día hablé con un granjero en esta área”, dice. “Ella puso un anuncio en el periódico local durante dos meses para contratar ayuda en la granja, y no obtuvo absolutamente ninguna respuesta. No conozco ningún americano que pueda hacer lo que hace esta gente. Durante el verano todo lo que hago aquí es entrar y salir con mi camión para repartirles comidas y siempre termino exhausto. No puedo imaginar cómo ellos trabajan bajo 90 grados Fahrenheit”.

Desde las últimas elecciones presidenciales, Beeler dijo que los inmigrantes han ido más lejos. “Aquí la gente tiene mucho miedo”, dijo. “Ellos han comenzado a cubrir sus ventanas. Cuando el actual presidente fue elegido, ellos no abrían las puertas porque tenían mucho miedo. Muchos incluso prefirieron no ir a la Misa con el obispo porque tenían miedo a ser deportados”, explicó el inmigrante.

Beeler y otros voluntarios han escuchado toda la controversia que tiene que ver con el status legal de la mayoría de los inmigrantes. Ellos no están dispuestos a un debate político. Los inmigrantes viven y trabajan aquí independientemente de si les gusta o no. Muchos de ellos son católicos. Todos son seres humanos.

“Como católicos necesitamos tratarlos como nosotros quisiéramos ser tratados”, dijo Beeler. “Ellos son hijos de Dios, así como nosotros también lo somos”, concluyó.

Traducido del original en español por Carmen Elena Villa.

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