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7 prácticas que te ayudarán a vivir bien el Adviento

No estamos acostumbrados a pensar en la penitencia durante el Adviento, porque —seamos honestos— el champurrado, los tamales y los dulces de las posadas se llevan el premio y la atención. Sin embargo, desde tiempos remotos el Adviento se consideraba un tiempo de penitencia y preparación para la Navidad.

Adviento y Cuaresma

Que el Adviento sea un tiempo de penitencia no quiere decir que es idéntico a la Cuaresma, aunque sí tienen aspectos en común. Vemos, por ejemplo, que en ambos tiempos se utiliza el color morado en la liturgia, lo que indica un tiempo de preparación, penitencia, austeridad y espera. En la Cuaresma nos preparamos para el Triduo Pascual y el Domingo de Pascua, el día más importante de todo el año. Por ello, las prácticas de la Cuaresma giran más en torno a la pasión y muerte de nuestro Señor. Las prácticas de Adviento llevan un tono distinto: son una anticipación gozosa de la venida de Cristo en Navidad. Aún así, esto no significa que el Adviento en sí sea ya una celebración. Sigue siendo un tiempo de preparación. Y aunque podemos participar en las posadas como una espera gozosa de Cristo, la Iglesia aún nos invita a prepararnos. La pregunta es prepararnos para qué y cómo.

¿Para qué nos preparamos?

En el Adviento nos preparamos para la venida de Jesús. “Adviento” significa “venida”, pero la palabra “venida” hace referencia a más de una realidad.

Por un lado, se refiere a la venida de Jesús hace 2000 años. En este tiempo recordamos que el Dios todopoderoso se hizo hombre para venir a salvarnos, para abrir las puertas del cielo que estaban cerradas a causa del pecado de nuestros primeros padres. Recordamos que aún actúa en el mundo y en nuestra vida, que la verdadera vida, salvación y felicidad solo se encuentran en él.

Pero esto no lo es todo. En este tiempo también nos preparamos para la venida de Cristo al final de los tiempos. Jesús vendrá en toda su gloria como rey. ¿Estaremos preparados para ese día? ¿Podremos estar en su presencia? ¿Nos avergonzaremos por la vida que vivimos o con humildad y honestidad podremos decirle: “Señor, todo lo que tengo es tuyo”? ¿Vivimos una vida egoísta y centrada en nosotros mismos o lo imitamos y nos entregamos con amor en servicio a los demás? ¿Cómo podemos preparamos para ese momento si no es a través de una verdadera conversión de vida?

Por último, nos preparamos para recibirlo de nuevo en el corazón, para dirigir todas nuestras acciones y nuestros pensamientos hacia él. Lo buscamos sobre todo en la Eucaristía, pues es esa la manera en que quiso quedarse con nosotros hasta su segunda venida.

Conversión

Por esta razón la Cuaresma sigue siendo un tiempo de sacrificio y preparación. Es una oportunidad para examinar nuestra vida y poner a Cristo en el centro. Lo hacemos también a través de la oración, el ayuno y la limosna. Cada una de estas prácticas nos ayudan a desprendernos de nosotros mismos y poner a Cristo en el centro.

Prácticas para el Adviento

Las siguientes prácticas te pueden ayudar a vivir un Adviento de preparación para recibir a Cristo ahora mismo, así como a la hora de tu muerte y al final de los tiempos. Nos ayudarán a aceptar la libertad que solo él puede darnos, la libertad y alegría de los hijos de Dios.

Sé paciente

El Adviento aún no es Navidad. Aunque es un periodo de espera alegre, lo mejor aún está por venir: Cristo mismo. Céntrate en tener un corazón limpio y libre de estorbos para recibirlo. Luego celebra en grande en familia el 25 de diciembre y durante toda la octava de Navidad.

Oración diaria

No puede haber una preparación verdadera sin oración. Si nos cuesta orar, este es el tiempo para fortalecer nuestra vida de oración. También es el tiempo para acostumbrarnos a orar en familia. Sé concreto, fija una hora y hazlo una prioridad.

Confiésate

La confesión es esencial en el tiempo de Adviento. No solo limpia nuestro corazón para que Jesús pueda habitar en él, sino que también nos da la gracia para no volver a pecar. ¿Por qué no fijar una fecha para llevar a toda la familia a confesarse?

Asiste a Misa

La mejor preparación es recibir la Eucaristía, pues la Navidad no solo es un recuerdo del nacimiento de Jesús, sino que también nos prepara para encontrarlo en nuestra vida y al final de los tiempos. No faltes a la Misa de Navidad. Esa es la verdadera celebración.

Despréndete de algo

Todo tiempo de espera y preparación debe ir acompañado de un desprendimiento de algo que no es esencial. La clave es preguntarnos qué cosa o costumbre nos aleja de Dios y de la oración. Esta es tu oportunidad para cambiarlo. ¿Acaso es tu teléfono, las redes sociales, algún programa, alguna preocupación? Déjalo durante este tiempo para que Dios entre en tu vida de manera más profunda y te dé la verdadera libertad que deseas.

Ayuda a tu prójimo

El Adviento también es un tiempo para salir de nosotros mismos y prestar atención a los demás, de encontrar a Cristo en el prójimo. Una manera de hacerlo es ayudando de forma material o espiritual a una persona o familia que lo necesite. Llámale a ese familiar o amigo para preguntarle cómo está, invita a una persona que vive sola a celebrar la Navidad con tu familia, etc.

Aprovecha las tradiciones

Hay muchas prácticas de Adviento que pueden ayudarnos a crecer en espera de nuestro Señor. Así que no olvides poner las luces, el nacimiento, el árbol de Navidad… Todo esto nos recuerda que en realidad se avecina algo grande. Investiga el significado católico de estas prácticas y comparte lo que aprendiste con tus seres queridos.

 

Este artículo se publicó en la edición de la revista de El Pueblo Católico titulada «¿Estás listo para recibirlo?». Lee todos los artículos o la edición digital de la revista AQUÍ. Para suscribirte a la revista, haz clic AQUÍ.

 

Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez fue el editor de El Pueblo Católico y el gerente de comunicaciones y medios de habla hispana de la arquidiócesis de Denver.
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