Por Mons. Jorge Rodríguez, Obispo Auxiliar de Denver
Cada cuatro años los católicos, como el resto de los ciudadanos americanos, son llamados a votar para elegir al presidente. Es decir, se apela a nuestra responsabilidad civil para el bien de la comunidad nacional. El papa Benedicto XVI así nos lo recordaba:
“Queremos llamar al sentido de responsabilidad de los laicos para que estén presentes en la vida pública, y más en concreto ‘en la formación de los consensos necesarios y en la oposición contra las injusticias’”.
La Iglesia no es para hacer política, sino para evangelizar y llevar la salvación de Cristo a todos los hombres y mujeres: “A Dios lo que es de Dios”. Pero los católicos, movidos por el amor, están llamados a vivir como cristianos responsables en la sociedad civil y buscar la justicia y el bien común de la sociedad: “Al César lo que es del César.”
La fe en Cristo es una fe “encarnada”, es decir, que tiene que ser llevada a la práctica, tiene que ser hecha vida en la familia, en la comunidad, en la sociedad y en la vida pública. El papa Francisco dice que “no llevar la Palabra a la realidad, significa construir sobre arena…”. De aquí deriva el deber del católico de participar en la vida pública, de luchar por leyes justas que protejan a todos, especialmente a los más vulnerables: las criaturas en el seno de sus madres, los niños, los enfermos, los pobres, los refugiados y los inmigrantes; y de tomar parte en la elección de los gobernantes. Debemos luchar para que nuestra fe cristiana –que profesa que todos somos hermanos y hermanas hijos del mismo Padre y por lo mismo compartimos una altísima e inviolable dignidad como personas– y el mandamiento del amor que nos dejó nuestro Salvador Jesucristo animen y queden plasmados en las leyes y organización social en que vivimos.
Estas próximas elecciones se presentan muy controvertidas. Se nos llama a elegir entre dos candidatos y dos plataformas políticas de valores o antivalores. Se contrapone la promoción del aborto, a una cultura por la vida; se contrastan políticas inmigratorias injustas a una orientación de apertura al refugiado y al inmigrante; se enfrenta la creación de riqueza y empleo, a los programas sociales en ayuda de las clases más necesitadas; se encara un sistema lucrativo de atención médica, a una opción pública de atención médica para todos; se contrarrestan una opción por la familia constituida por hombre y mujer y finalizada a los hijos, a una propuesta en apoyo del transgénero y del modo de vida homosexual.
Votar es un acto de suma responsabilidad y no se puede tomar a la ligera, pues se corre el riesgo de hacerse cómplice de acciones que pueden atentar contra la vida de nuestros hermanos o pueden ser muy destructivas dela familia y de la sociedad.
Hay que votar por lo que respeta la dignidad de la persona sin distinción, y no contradice los valores de la vida, de la justicia y del Evangelio.
Les recomiendo dos cosas para prepararse a ejercer este acto de tantas consecuencias para la vida, las familias y nuestro país. Lo primero es rezar: pídanle a Dios que les ilumine a elegir el candidato y plataforma política más conveniente. Y lo segundo: infórmense bien. Es importante que ustedes sepan qué es lo que cada candidato y partido político está proponiendo y, delante de Dios y de su conciencia, valoren qué es lo que no se puede en absoluto aceptar y aprobar. Pongan en la balanza las diversas propuestas y reflexionen sobre lo que es intocable, y lo que sí se puede evaluar en base a lo que traería más provecho para las personas, las familias y la sociedad. Es importante en este discernimiento no dejarnos llevar por intereses partidistas o individualistas: recuerden que se busca el bien común, el bien de todos.
Para ayudar a los católicos a votar con una conciencia bien formada, la Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos elaboró una guía titulada “Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles: Llamado de los obispos católicos de los Estados Unidos a la responsabilidad política”.
Les recomiendo encarecidamente que antes de votar la lean. Recuerden: es nuestra responsabilidad votar en conciencia, después de habernos informado adecuadamente, porque hay que “dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. (Lc. 20,25)