Este sábado 18 de febrero, siete hombres dijeron “sí” al Señor en su ordenación al diaconado transitorio en la Catedral Basílica de la Inmaculada Concepción de Denver, lo que los pone a solo un paso de la ordenación sacerdotal.
Los ordenados fueron: Patricio Chuquimarca, Zachary Michalczyk, David Hall, Owen Limarta, Jacob Machado, Quoc Bui y Ryan Mack. Entre los siete se vieron representadas cuatro nacionalidades, un testimonio de la hermosa universalidad de la Iglesia.
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«Ciertamente, cuando el obispo Machebeuf llegó aquí a Denver, poco se imaginaba que en este tiempo tendríamos una lectura en vietnamita, en indonesio, en español y en inglés. Y, sin embargo, todos están representados aquí [hoy]», dijo el arzobispo de Denver, Mons. Samuel J. Aquila al comenzar su homilía.
La primera lectura de la Misa se tomó del libro del profeta Jeremías y se leyó en vietnamita.
«Oímos al Señor hablar a Jeremías en la primera lectura: ‘Yo te formé. Yo te consagré. Yo te constituí. Te conocí en el seno materno’. Y eso es verdadero para cada uno de ustedes: que el Señor los ha llamado a cada uno de ustedes», dijo el arzobispo a los hombres. «Han escuchado ese llamado dentro de su corazón. Y puede que haya habido cierta resistencia a él, la misma resistencia de la que habla Jeremías. Pero el Señor le recuerda: ‘Yo te envío. Yo te ordeno. Yo estoy contigo para librarte'».
El arzobispo continuó: «Hoy les dirige esas palabras. Dejen atrás sus miedos y sus vacilaciones, sus angustias. No sirven más que para agitarlos. Tengan confianza en Jesucristo, en su palabra y en sus promesas. Él nos dice en el Evangelio de hoy que, como discípulos, y especialmente cuando son ordenados diáconos transitorios, deben entrar en esa comunión de amor con el Padre, Jesús y el Espíritu Santo. ‘Como el Padre me ama, así los amo yo a ustedes. Permanezcan en mi amor’. Él llama a cada uno de ustedes a esa verdad: que hemos de ser nosotros los que reciben su amor».
Mons. Samuel Aquila imploró a los futuros diáconos a imitaran a Cristo en su labor por el pueblo de Dios en su nuevo ministerio.
«Ya que hoy estarán configurados con Cristo siervo, están llamados a ser aquellos que llevan a cabo en el mundo las obras de caridad, como lo hizo Jesús», dijo. «Están llamados a ser aquellos que aman a los demás como Jesús amó; con un amor que, sí, es exigente, un amor que implica nuestra completa entrega a él. Pero es un amor que dará mucho fruto».
Este amor no siempre resulta fácil, y la única manera de llevarlo a cabo eficazmente es permanecer arraigados en Cristo, dijo el arzobispo. Esta realidad es aún más importante para los recién ordenados, que dan el primer paso en su camino hacia el sacerdocio.
«La única manera en que ustedes darán fruto es si permanecen unidos a la vid, a Jesucristo. Eso significa que cada uno de ustedes debe tener una profunda amistad con Jesucristo, que él debe ser lo primero en su vida antes que cualquier otra cosa, y que deben vivir en esa comunión con él y aprender de él», los exhortó. «Él es nuestro maestro. Él es el que forma nuestros corazones y nuestras mentes. Esto será posible solo si le entregamos nuestras almas por completo. Y hoy [su ordenación al diaconado] es solo el primer paso del camino».
Las vocaciones al sacerdocio son un signo de contradicción en medio de una cultura que se consume a sí misma, y, como tal, los hombres se enfrentarán a retos comunes en la vida cristiana.
«Mis queridos hijos, experimentarán la cruz en su ministerio», advirtió el arzobispo. «Es absurdo pensar que no sucederá. Pero significa que tendrán que abrir el corazón y sufrir con Cristo. Tendrán que escucharlo y no depender de ustedes mismos, sino del Espíritu Santo, que está con ustedes».
Sin embargo, como ocurre con todos los cristianos, no estarán solos a la hora de cargar con sus cruces. Al entrar en su nueva vida como diáconos, el arzobispo los animó a recordar que el Señor los ha llamado a esta nueva vida y desea que sus vocaciones estén llenas de alegría.
«Sepan que el Señor está con ustedes», concluyó Mons. Samuel Aquila. «En estos momentos, él está ahí, presente para ustedes. Sigan sus palabras y sepan lo que él quiere para ustedes hoy y durante toda su vida: ‘Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa. Esto les mando: ámense los unos a los otros'».
Este artículo fue traducido del original en inglés por El Pueblo Católico.
