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domingo, abril 28, 2024
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“Es hora”: Escuela utiliza alarmas de restaurante para llamar a los estudiantes a la confesión

Por Kelly Clark*

Uno no encontrará líneas para la confesión por los pasillos de la escuela preparatoria Bishop Machebeuf de Denver. En cambio, si un estudiante quiere confesarse, solo toma una alarma, como aquellas que uno recibe en los restaurantes, y espera a que se encienda para dirigirse al confesionario.

El padre CJ Mast, capellán de Bishop Machabeuf, dijo: “Al principio, solo era una broma y nos reíamos al pensar en ello. Pero creo que fue el director, el Sr. Siegel, quien dijo: ‘Pues, intentémoslo. Si fracasa, fracasa. Pero podría ser algo grande que funcione, así que hay que intentarlo”.

Una vez se enciende la luz roja, los estudiantes saben que ha llegado la hora de ir a la oficina del padre CJ para confesarse. El padre CJ tuvo la idea en un momento de oración al comienzo de su primer año como capellán. “Cuando me asignaron a Machebeuf comencé a pensar en cómo estructuraría mi día: cuándo iba a celebrar la Misa, facilitar los estudios de Biblia, pasar tiempo con los estudiantes… Una de las dificultades en las que pensé fue en cuándo iba a oír confesiones. Y cuando se trata de los estudiantes de preparatoria, creo que son unas de las personas más ocupadas de nuestra cultura, y por eso es muy difícil que vengan a confesarse antes del comienzo del día de clases”.

Los estudiantes toman una alarma por la mañana y anotan tres horas en las que pueden salir de clase durante el día para ir a confesarse. Esto le da al padre CJ una idea de cuándo puede llamarlos. Paola Chacón-Arredondo, una estudiante de tercer año en Machebeuf, dice que este método le ha ayudado a mantener un buen estado mental. “No hay nada de qué preocuparse, y creo que eso es lo que hace que funcione tan bien. El padre CJ no quiere que nadie tenga miedo de ir a confesarse. Él nos invita a ir, por eso tiene las alarmas, y he visto lo mucho que eso ha ayudado”, dijo.

El hecho de que no tienen que esperar en fila ayuda a que los jóvenes no se sientan incómodos o juzgados por sus pecados. “Tenía tanto miedo de ir a confesarme”, dijo Paola. Pensaba que sus pecados asustarían al sacerdote. Pero la facilidad de tener una alarma la ayuda a sentirse más relajada, lo que ha aliviado la presión.

Nabyu Ablel también es un estudiante de tercer año de Machebeuf. Cuando el padre CJ llegó a la escuela, él también admitió que tenía miedo de confesar sus pecados al comienzo del año escolar, así que no iba. Sin embargo, con el tiempo el padre CJ le aseguró que todo estaría bien, tal como lo había hecho el padre Julio, el capellán anterior.

Los maestros de Machebeuf también han respaldado la iniciativa. “Creo que es algo maravilloso. Cuando oímos la idea por primera vez creímos que era algo gracioso, pero en realidad está funcionando”, dijo Ralph Pasce, decano de la facultad y maestro de humanidades en Machebeuf. “Creo que el hecho de que es algo gracioso anima a los estudiantes a ir a confesarse. La confesión es uno de esos sacramentos que intimidan a la gente. Y puede ser algo intimidante para los estudiantes, especialmente si hace mucho tiempo que no se confiesan y quieren adquirir ese hábito. Así que creo que tener las alarmas para la confesión hace que se convierta en algo accesible para los estudiantes y lo hace menos aterrador”.

Christian Grandon, el maestro de teología, estuvo de acuerdo. “He visto que ha funcionado muy bien. No es algo que interrumpe demasiado la clase. Los estudiantes simplemente avisan con discreción que es hora. De esta manera, podemos ayudarles a crecer y desarrollar esas virtudes que les ayudarán de diferentes formas y que no encontrarán en el mundo secular”, dijo.

Aunque la idea del sistema de las alarmas para la confesión comenzó como una broma, ha demostrado ser una manera alegre y divertida de ayudar a los jóvenes a conocer el amor y la misericordia de Jesucristo. “Creo que muchos de los problemas que los jóvenes experimentan se derivan de que el mundo ha abandonado el sentido [de la vida]”, aseguró el padre CJ. “Creo que nuestra cultura es el ejemplo perfecto de esta realidad. Uno tiene que reinventarse a sí mismo. [Se nos dice] que uno puede convertirse en lo que quiera, que uno decide lo que es… Así que creo que es algo hermoso poder llevar a los estudiantes de vuelta a un lugar donde sí hay un Dios, que es Jesucristo y que ha venido a redimirlos, que ha venido a darles propósito en la vida y a ofrecerles la vida eterna”.

*Este artículo fue traducido del original en inglés por el equipo de El Pueblo Católico.

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