67.2 F
Denver
viernes, abril 26, 2024
InicioLocalesUn nuevo diácono hispano para la arquidiócesis de Denver

Un nuevo diácono hispano para la arquidiócesis de Denver

Dentro de los cuatro diáconos que fueron ordenados este sábado en la Catedral de la Inmaculada Concepción en Denver, hay un hispano. Se trata del mexicano  Salvador Sánchez. Él asegura que con este “sí” que dio al Señor, quiere “cumplir su voluntad”.  

¿Cómo fue la experiencia de recibir la ordenación diaconal?

Maravillosa. Vino mucha gente de mi pueblo (León Guanajuato). No me lo esperaba. Se hicieron tres días de camino. Me dieron las gracias por compartirles la gran alegría que tenía. La celebración fue algo hermosísimo. Monseñor Aquila dijo casi al final de la homilía que nosotros nos conformamos con Cristo como servidor, no como cabeza y pastor. Siento que, aunque no soy digno, Dios me quiso llamar para servirlo.

Salvador, cuéntenos a cerca de su infancia ¿cómo fue creciendo en usted la semilla de la fe?

Soy de León Guanajuato, específicamente de un ranchito, nací en 1983, estudié en un colegio salesiano. Siempre tuve la inquietud de ser sacerdote. El padre Pablo Escalera era mi párroco y fue uno de los que más influyó en mi fe.

Antes de entrar al seminario se la pasó entre México y Estados Unidos, ¿a qué se dedicaba?

Trabajé en México por un tiempo, vine a Estados Unidos en el año 2001 y trabajé por cinco años. Estaba muy solo. Veía la necesidad de la gente y también la necesidad espiritual. Me acerqué a la Iglesia pero no encontraba esa respuesta, no me animaba a ir al seminario, no hablaba el idioma. Casi que desistí de la idea de ser sacerdote. Pero luego decidí ir a México y allí me invitaron a entrar al seminario y acepté. Y aunque tenía miedo, siempre tuve el apoyo de Dios y me sentí acompañado por Él. Espero que el próximo año pueda ser ordenado sacerdote.

¿Cómo descubrió que el sacerdocio era su vocación?

El llamado siempre estuvo ahí, siempre busqué ir a la Iglesia pero las circunstancias no se prestaban. Especialmente por el trabajo.  Cuando regresé a México tenía 22 años y pensé que ya se había pasado el tiempo, pero me invitaron a entrar y dije “es mi última oportunidad”.  Y me acordé del padre Pablo Escalera, de quien yo había sido su acólito. Él me enseñaba de liturgia, de Dios, me llevaba con él a visitar a los enfermos. Siempre me llamaba la atención verlo cómo acompañaba a la gente y cómo la gente se quedaba tan tranquila después de que él les daba la comunión y la unción de los enfermos.

¿Cómo fueron para usted los años  en el seminario?

Muy difíciles pero llenos de bendiciones. El primer seminario fue Cristo Rey – Santa María de Guadalupe que está en Texcoco, es el seminario para vocaciones adultas. Es un seminario muy pobre. Teníamos que trabajar para poder comer, teníamos que ir al campo, ordeñar las vacas, hacer todo en la granja. Ahí aprendí  a  ser humilde, a valorar lo que tenemos. Porque llegar de Estados Unidos y entrar a un seminario tan pobre fue una experiencia muy diferente.  Ahí hice el año espiritual y comencé a terminar a la par la preparatoria. Luego me fui a la arquidiócesis de  Morelia a hacer la filosofía y a terminar el colegio y después llegué a Denver.

¿Y cuáles fueron las mayores dificultades?

El hecho de que antes  yo vivía muy independiente y llegar a tener ciertas estructuras, normas, tener un horario día a día y empezar a estudiar de nuevo fue difícil, pero fue algo muy hermoso. Dios lo quiso así.  Hice muy buenos amigos, mucho apostolado, fue una bendición, aprendí mucho de los sacerdotes en México. Estoy ahora en el tercer año de Teología. Regresé a Colorado en el 2011. Aquí me he dedicado a formarme. Primero en clases de inglés.  Luego seguí la teología con algunos cursos y después continué la carrera completa.

¿Algún santo sacerdote al que le tenga devoción?

Como estudié en un colegio salesiano, San Juan Bosco me inspiró mucho.  Los sacerdotes estamos para enseñarle a la gente cómo amar y cómo servir. San Juan Bosco dijo: “si no enseñas con amor no vas a enseñar nada”. Y es verdad. También le tengo mucha devoción a San Juan XXIII, el Papa bueno. He visto muchas veces su película (unas seis o siete veces) y siempre veo cosas nuevas. De él he aprendido que hay que ser sencillos para que nos entiendan y para que entiendan la Palabra de Dios.

Si usted encuentra algún joven con inquietudes vocacionales al sacerdocio,  ¿qué le diría?

Que se anime, que no tenga miedo y que arriesgue el todo por el todo a darle la respuesta al Señor en esta inquietud.

Tal como señala el Catecismo de la Iglesia Católica, el diacono cuenta con las facultades de distribuir la eucaristía, leer y predicar el evangelio y administrar algunos sacramentos como el bautizo, bendecir el matrimonio y presidir exequias. También entregarse a diversos servicios de caridad.

 

Artículos relacionados

Lo último