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Cracovia 2016, contra la “felicidad del sofá”

 

Cracovia, ciudad polaca que fue testigo de la santidad de Juan Pablo II, Sor Faustina Kowalska y cuna de la devoción a la Divina Misericordia. Esta fue la sede de la Jornada Mundial de la Juventud que se llevó a cabo del 27 al 31 de julio.

¿Los invitados? Jóvenes convencidos de que la vida cristiana es la mejor aventura ¿El motivo? Un encuentro con el Papa Francisco ¿El número? Un millón y medio de chicos y chicas ¿los eventos? Jornadas de catequesis, un vía crucis, una vigilia, la Misa final y muchos momentos de compartir y celebrar juntos.

Mexico
Foto de Weronika Piorek /Flickr

Los jóvenes participaron así de una fiesta llena de alegría auténtica. Se les veía caminando y bailando por las calles, cantando, alzando banderas, pancartas, intercambiando recuerdos del propio país. Sobresalían la fraternidad y la solidaridad. Estuvieron ausentes el alcohol, las drogas y las peleas callejeras.

El 30 de junio el enorme Campus Misericordiae de Cracovia fue testigo de una vigilia que combinó la oración, la reflexión, y la celebración.

Los jóvenes también pudieron apreciar el arte con una obra de teatro cuyo eje principal fue la vida de Santa Faustina, que mostraba el drama de la soledad y aislamiento en la que viven muchos jóvenes y la valentía de quien se atreve a seguir el llamado de Cristo en medio de tantos sucedáneos.

Tocados por la misericordia

Antes del discurso del Papa, jóvenes provenientes de diferentes continentes compartieron ante el inmenso público sus historias: Rand Mittri llegó desde Alepo – Siria: “Es un sentimiento difícil y doloroso saber que se está rodeado por la muerte y la matanza, y que no hay forma de escapar, que nadie ayuda”, dijo conmovida esta joven de 25 años. Viajó a Cracovia con una delegación de 21 jóvenes valientes del Medio Oriente.

Y ante la pregunta de dónde está Dios en estos momentos, Mittri respondió: “Vemos la presencia de Dios cuando vemos a un niño que ayuda a tener agua, vemos a Dios en aquellos que se trabajan y se arriesgan por otros, vemos a Dios en padres que no se rinden y son capaces de darles alimentos a sus hijos”, dijo.

“He aprendido que mi fe en Cristo supera las circunstancias de la vida. Esta verdad no está condicionada a vivir una vida de paz que esté libre de dificultades”, aseguró la joven siria.

Luego habló Miguel, Paraguayo. Fue drogadicto, cometió varios delitos, estuvo dos veces en la cárcel. Pero decidió rehabilitarse y luego acercarse a Dios. Hoy ayuda a que otros también dejen la vida de vicio y sicariato. El mal que hizo se transformó en perdón y solidaridad. No solo para sí mismo sino para aquellos que quieran salir de esta problemática.

El último testimonio fue el de Natalia Wrzesien, Polaca. Vivía una vida vacía y trató de llenarse con felicidades aparentes que la dejaron más infeliz. Decidió ir a confesarse, pensando que quizás no podría ser perdonada y el sacerdote la escuchó con amor y espíritu de acogida y le dijo: “Esta es una confesión muy bella’. Decidió cambiar y participó en la organización de esta jornada.

Auténtica felicidad

Tras escuchar y agradecer estos testimonios, el Papa habló a esta gran multitud de jóvenes. Los invitó a salir de sí mismos, del encierro que da el miedo a no correr riesgos. Los desafió atreverse a soñar, a ser felices, pero no “con la felicidad del sofá”. “Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. Un sofá —como los que hay ahora modernos con masajes adormecedores incluidos— que nos garantiza horas de tranquilidad para trasladarnos al mundo de los videojuegos y pasar horas frente a la computadora”. Y les pidió que no fueran como aquellos jóvenes que “se jubilan a los 20 años”.

El Papa también administró el sacramento de la confesión a algunos jóvenes. Foto de L’ Osservatore Romano

“Hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados…” Luego expresó la necesidad que tienen los adultos de los jóvenes. “Que nos enseñen como ahora hacen ustedes, a convivir en la diversidad, en el diálogo, en compartir la multiculturalidad, no como una amenaza sino, como una oportunidad y ustedes son una oportunidad para el futuro”.

La próxima Jornada Mundial de la Juventud será en 2019 en Panamá. «Yo no sé si voy a estar”, dijo el Papa en un encuentro con los voluntarios de la JMJ el pasado 31 de julio. “Pero les puedo asegurar una cosa, que Pedro (el Papa) va estar en Panamá».

 

 

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