Por: Dana Molina
Un grupo de la parroquia Queen of Peace de Aurora – Colorado llegó el pasado jueves a Polonia. Es parte de un grupo de 300 peregrinos del Camino Neocatecumenal que participan en la jornada. En los últimos días hemos estado en Praga, capital de República Checa. Tanto la primera noche, como la tarde en el segundo día, salimos a las calles a proclamar la Buena Nueva. ¡Imagínense, alrededor de 300 personas, la mayoría jóvenes, procesando por las calles de Praga, una ciudad desconocida, cuyo lenguaje no entendemos, cantando, aplaudiendo, tocando la guitarra, tambores y tamborines ¡Fue increíble! Todos nos volteaban a ver, sorprendidos. Nos tomaban fotos, y nos hacían preguntas. Me contaron que el 80 por ciento de la población en Praga se considera Ateo. Me tocó mucho el poder alabar al Señor y dar una señal de la alegría que Él nos da, con algo tan simple – el cantar.
También hemos ido a dos campos de concentración. Ayer fuimos a Terezin, el lugar a donde llevaban a los judíos antes de llevarlos a Auschwitz y a otros campos. Hoy visitamos Auschwitz. Me costó mucho trabajo el imaginarme que estaba parada en el mismo lugar donde hace algunas décadas hubo tanto sufrimiento, tanta injusticia. Veía los edificios, en Terezin, vi su interior, y no podía imaginar que era el mismo lugar en donde murieron tantas personas. Lo que más me tocó fue el ver las fotos de las personas al llegar a los campos de concentración: caras de angustia, de ansiedad. No tenían idea del infierno que les esperaba. Me toco mucho ver a las mamás con sus hijos pequeños, y lo mucho que, me imagino, querían protegerlos. Sentí mucha tristeza de ver a los niños. Me imagino que en poco tiempo después de la foto fueron llevados a las cámaras de gas.
Algo que escuche el día antes del viaje, y un tema que se sigue repitiendo en esta peregrinación, es que debo tomarme mi vida en serio, porque Dios la toma en serio. Al estar en los campos de concentración me di cuenta de la vida tan bella que el Seños me ha dado. Me di cuenta que no la aprecio, y que la vivo para mí misma, buscando mi comodidad. Es cierto que tengo que tomar mi vida en serio, y que no puedo seguir viviendo para mí misma.
En los campos de concentración recibimos una catequesis. Aprendimos que nosotros también podríamos cometer actos tan horribles como los que sucedieron en Auschwitz, cuando ponemos a una ideología antes que Dios, cuanto vivimos nuestras vidas apartadas de Dios. Escuché que el ser Cristiano no es una ideología, es un encuentro con Jesucristo. Esto es lo que más anhelo en esta peregrinación, el tener un encuentro con el Señor.
