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sábado, abril 27, 2024
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Hispanos, conservemos la esperanza

Conocemos del dolor de la comunidad hispana en los Estados Unidos por el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales del pasado 8 de noviembre. Nos duele su dolor y estamos con ellos.

Cuando estás enfermo no llamas a tu jefe a decirle “no voy a ir porque mi cabeza está enferma” o “mi pie está enfermo”. Si parte de tu cuerpo te duele, todo tu ser está enfermo. Como la Iglesia es el cuerpo místico de Cristo, toda ella sufre. No importa el nivel en que nos está afectando directamente. La Iglesia está contigo en esto. La Iglesia escucha tu preocupación, escucha el hecho de que estamos en suspenso y de que estamos a la espera de las medidas que el próximo gobierno va a tomar. En un futuro podremos analizar objetivamente los hechos porque no estamos enterados de cuánto va a ser real que el presidente electo cumpla con las propuestas que ha presentado en sus discursos.

 

Realismo

Quizás sería un buen momento para hablar de la parábola que usa Jesús de los dos hijos.   (Mt. 21, 28 – 32). Al primero le pide trabajar en la viña y le dice «No quiero», pero después se arrepintió y fue.  Y el segundo le dice «Voy, Señor», y no fue.  “¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?”, pregunta Jesús.  “El primero”, le dicen sus discípulos.

El actual gobernante de este país, Barack Obama, fue como el hijo que dijo que sí y que no fue. Hizo muchas promesas a la comunidad hispana pero aparte del DACA no hizo mucho más. Además, es el presidente que más deportaciones ha hecho. (2,768,357, hasta el pasado 30 de julio, según el Departamento de Seguridad Nacional DHS).

Ahora tenemos a Donald Trump que puede ser como el segundo hijo de la parábola, que dijo que no iría, pero resultó yendo.

 

Confianza en Dios

Al ver la tristeza y el desconcierto de muchos inmigrantes creo también que la situación de incertidumbre que vivimos los hispanos en este país también nos debe llevar a confiar más en Dios. Recordemos que como cultura y como Iglesia hemos superado obstáculos más grandes. No estamos diciendo que no sea preocupante la situación actual. Estamos diciendo más bien que Dios es más grande que nuestros problemas y que pase lo que pase Él va a estar con nosotros y la Iglesia también.

Si Donald Trump llegara a impulsar medidas injustas y duras a nuestra comunidad tengan por seguro que los obispos y sacerdotes se van a unir como una lámpara en la oscuridad para llamar al cambio. Reconocemos el sufrimiento y la Iglesia mira a la comunidad en sentido de cuerpo.

En un futuro veremos objetivamente qué quiere hacer el presidente electo de los Estados Unidos. También cuáles de las medidas que propuso son las que realmente puede ejecutar y cuáles no.

Cuando Trump vino a Denver habló del muro que quiere construir en la frontera entre México y Estados Unidos, lo cual nos preocupa. Pero también dijo que ese muro va a tener puertas por donde va a entrar y va a salir la gente. En toda la oscuridad que se pueda ver en el panorama hay brillos de luz.

 

Oración y esperanza

Es un momento en que se ve probada nuestra esperanza. ¿Cómo podemos mantener esta virtud en un momento de tanta incertidumbre? Con la oración. San Pío de Pietrelcina (más conocido como el Padre Pío) lo dijo: “»Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración”.

Recordemos que, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, la esperanza es “la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo”.

*Director del Ministerio Hispano de la Arquidiócesis de Denver y del Centro San Juan Diego.

 

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