48.7 F
Denver
viernes, abril 26, 2024
InicioSin categorizarLa Morenita: Madre del inmigrante en camino al cielo

La Morenita: Madre del inmigrante en camino al cielo

Este artículo es parte de una serie de artículos publicados en la última edición de la revisa de El Pueblo Católico. Para suscribirte y recibir la revista GRATIS, HAZ CLIC AQUÍ.

 

Por el padre Benito Hernández, Párroco del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, Denver.

 “Yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive”.

Estas son las palabras que la Virgen de Guadalupe le dirige a san Juan Diego en su primera aparición, presentándose como la verdadera Madre de Dios por quien se vive, siempre preocupada por todos sus hijos e hijas donde quiera que estén.

Ella como Madre nos cuida y protege; escuchando nuestras súplicas, nuestras penas, nuestras alegrías, nuestras esperanzas y todos los desvelos de cada día. Sus palabras siempre llenas de amor, de ternura y de confianza resuenan en nuestro corazón:

“¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?”.

La Virgen de Guadalupe sigue mostrándonos ese mismo cuidado maternal presente y que nunca se acaba, un amor que nos lleva a su Hijo Jesús. Ella así se nos presenta como la Madre del Verdadero Dios por quien se vive. De hecho, es la única aparición de la Virgen María durante toda la historia donde se nos presenta con Jesús en el vientre. Se nos presenta así, porque es ella misma quien quiere conducirnos a Jesús, a su Hijo. ¡Qué maravillosa Madre tenemos todos los que acudimos a ella! ya que es ella misma quien nos toma de la mano y nos lleva hacia su Hijo Jesucristo Nuestro Salvador.

La Virgen Morenita, como de cariño la saludamos, se encarna en nuestra cultura, en nuestro tiempo y en nuestra misma piel; de hecho, no se ha querido quedar en tan solo una aparición y ya, sino que la Mujer Vestida de Sol se queda siempre viva en el ayate de san Juan Diego, quedándose con nosotros para escucharnos y atender nuestras súplicas.

Como una Madre quiere vernos siempre unidos como una sola familia; es por eso por lo que ella quiere darnos su protección, su consuelo y su auxilio por medio de su poderosa intercesión. Y ella nos atiende con palabras dulces, suaves y amorosas:

“Soy Madre de los moradores de estas tierras y de más amadores míos, todos los que a mí acudan”.

Estas palabras nos recuerdan que ella camina con nosotros, y que sale al encuentro de todos aquellos que más la necesitan y que a ella acuden.

Por eso es necesario que reconozcamos su presencia: ella quien llegó con nosotros a este país extranjero, y acompañándonos como una madre lo hace con sus hijos. Ella continúa con nosotros y su presencia es el testimonio del vivo amor que tiene por cada uno.

Su mensaje sigue siendo un eco que resuena y que nos pide que, como católicos, amemos a cada persona: al inmigrante, al no nacido, a la persona con discapacidad, al pobre, al huérfano, a la viuda, al desempleado, al que es diferente.

La Virgen María de Guadalupe es la inmigrante por excelencia.

Ella no solo emigró del cielo a la tierra y al pueblo de México, sino que sigue inmigrando con cada uno de los inmigrantes que se acogen a ella al salir de su país de origen para llegar a este país que nos recibe.

Todos somos inmigrantes que vamos de paso por esta tierra, por eso tenemos que reconocer que la inmigración no es de hoy, sino de siempre; una inmigración que tiene rostros, historias, sufrimientos, penas, alegrías y muchas esperanzas.

La Virgen de Guadalupe se nos aparece a nosotros, a sus hijos de hoy quienes sufren la discriminación y la separación; la angustia y el dolor. No perdamos la confianza en ella, quien es también nuestra esperanza, y así seguros iremos por la vida teniendo como Madre, a la misma Madre del verdadero Dios por quien se vive, la Piadosísima Virgen María de Guadalupe, que nos llevará a su Hijo.

Nota del editor: Una versión anterior de este artículo empleó la palabra «incapacitado», la cual ha sido sustituida por «persona con discapacidad».

Artículos relacionados

Lo último