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LA REVOLUCION MISIONERA DE EVANGELII GAUDIUM

El pasado 24 de noviembre, Solemnidad de Cristo Rey, y con motivo de la conclusión del Año de la Fe, el Papa Francisco nos ha hecho un regalo impresionante: la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium («la alegría del Evangelio») sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. Se trata de un documento de importancia capital, dada nustra pastoral fundamentalmente orientada a los que ya practican la fe, que nos da una luz renovada sobre nuestra misión con esa frescura profunda y lenguaje claro del Papa Francisco. Aquí solo pretendo subrayar algunos elementos del texto que me han parecido más necesarios.

En Evangelii Gaudium, el Papa Francisco contrasta la tristeza individualista del materialismo aislador tan común en nuestras sociedades modernas con la alegría del discípulo misionero que ha sido librado del egoísmo de buscar sus propios intereses por el amor eterno de Cristo. El Papa nos invita a “recuperar la frescura original del Evangelio”, encontrando “nuevos caminos” y “métodos creativos”, a no encerrar a Jesús en nuestros “esquemas aburridos”. Es necesaria “una conversión pastoral» que no deje «las cosas como están” y una “reforma de estructuras” eclesiales, incluso del papado, para que “todas ellas se vuelvan más misioneras” y lleven el Evangelio a «tantos hermanos nuestros que viven sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida» (EV, 49).

«Si alguien ha acogido el amor de Cristo que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?» (EG, 8). Citando el Documento de Aparecida en numerosas ocasiones, el Papa Francisco insiste en que «hace falta pasar «de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera».» (EG, 15). Programas, administración, catequesis, dar sacramentos sin más, juntas y grupos que ayudan al mantenimiento y la autopreservación de la fe de nuestros feligreses no son suficientes. Hoy se necesitan parroquias más acogedoras, en «estado permanente de misión» (EG, 25) que formen discípulos misioneros que salgan fuera a encontrar a la oveja perdida con el amor del Evangelio. Las parroquias necesitan una renovación profunda para que estén «más cerca de la gente, que sean ámbitos de viva comunión y participación, y se orienten completamente a la misión» (EG, 28).

El fin principal de la exhortación es «proponer líneas que puedan alentar y orientar en toda la Iglesia una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y dinamismo» (EG, 17). Para ello el Papa ha desarrollado el contenido a través de cinco capítulos: 1. La transformación misionera de la Iglesia; 2. Las tentaciones de los agentes pastorales; 3. El anuncio del Evangelio; 4. La dimensión social de la Evangelización; 5. Evangelizadores con Espíritu.

Para el Papa Francisco, una pastoral misionera necesita concentrarse en lo más esencial, atractivo y necesario del Evangelio, que es el amor salvador de Jesucristo, y no perderse, al menos en sus primeros pasos, en sus consecuencias doctrinales. Hoy es necesario trasmitir la belleza de la Buena Noticia, y para ello es fundamental utilizar un lenguaje kerigmático, que no sea ni crítica, ni moralismo, ni teoría, sino testimonio de vida. Pero no basta con anunciar la Palabra: «hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas de crecimiento de las personas» (EG, 45). La parroquia según el Papa Francisco necesita ser la casa abierta del Padre del hijo pródigo dónde nos miramos a los ojos y nos escuchamos personalmente, y así vivimos el amor de Dios hecho carne.

Para nuestro Santo Padre, es importante que tomemos en cuenta el contexto cultural dónde estamos llamados a ser evangelizadores. Y para ello, Francisco hace un análisis honesto y valiente de la situación de la Iglesia en que vivimos. Hoy vivimos bajo la idolatría del dinero que usa a las personas y causa profunda violencia. Además de persecución y ataques contra la libertad religiosa, «en la cultura predominante, el primer lugar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio» (EG, 62). Secularización, individualismo, crisis de la familia, subjetivismo relativista y falta de trasmisión de la fe son algunos de los fenómenos en los que vivimos inmersos. Pero aún más preocupantes son para el papa las tentaciones de los agentes pastorales (la pereza egoista, amor al dinero, la envidia, el desgaste de la fe, la conciencia de derrota, la mundanidad espiritual, el clericalismo, …): «¿A quién vamos a evengelizar con estos comportamientos?» (EG, 100). «¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!» (EG, 83).

El Papa Francisco considera la homilía como un bello diálogo amoroso de corazón a corazón entre Cristo y su pueblo de carácter «cuasi sacramental» (EG, 142). La evangelización require «un camino comunitario de escucha y de respuesta» (EG, 162). Ésta implica «desear, buscar y cuidar el bien de los demás», especialmente los pobres y los excluidos (EG, 178). «Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás» (EG, 270). «Precisamente en esta época, … los discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-16)» (EG, 92).

Como párroco y como misionero, estoy convencido que si esta obra original del Magisterio es debidamente recibida, rezada, reflexionada y llevada a la práctica, veremos muchos frutos de santidad y conversión en nuestras parroquias y comunidades de fe. La alegría de los cristianos es siempre la «alegría misionera» (EG, 21) de llegar a los alejados y estar cerca de todo el que sufre.

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