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viernes, abril 26, 2024
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¡Que Cristo sea el centro de nuestras vidas!

Ante una Plaza San Pedro abarrotada de fieles de todo el mundo, el Papa Francisco clausuró el Año de la Fe este domingo 24 de noviembre, al presidir la Misa por la Solemnidad de Cristo Rey del Universo. Alentó a todos los fieles a poner en el centro a Cristo, porque así “nuestros pensamientos serán pensamientos cristianos, pensamientos de Cristo. Nuestras obras serán obras cristianas, obras de Cristo. Nuestras palabras serán palabras cristianas, palabras de Cristo”.

En dicha ocasión, el Papa recordó a todos que la iniciativa del Año de la Fe fue de su amado predecesor, Benedicto XVI, “a quien recordamos ahora con afecto y reconocimiento por este don que nos ha dado”. “Con esa iniciativa providencial, nos ha dado la oportunidad de descubrir la belleza de ese camino de fe que comenzó el día de nuestro bautismo, que nos ha hecho hijos de Dios y hermanos en la Iglesia”, dijo el Papa. Este camino, apuntó, “tiene como meta final el encuentro pleno con Dios, y en el que el Espíritu Santo nos purifica, eleva, santifica, para introducirnos en la felicidad que anhela nuestro corazón”.

En su homilía, el Santo Padre dijo que las lecturas bíblicas de la Solemidad de Cristo Rey “tienen como hilo conductor la centralidad de Cristo. Cristo está al centro. Cristo es el centro. Cristo centro de la creación, del pueblo y de la historia”. “El apóstol Pablo, en la segunda lectura, tomada de la carta a los Colosenses, nos ofrece una visión muy profunda de la centralidad de Jesús”. Francisco señaló que San Pablo presenta a Jesús “como el Primogénito de toda la creación: en Él, por medio de Él y en vista de Él fueron creadas todas las cosas. Él es el centro de todo, es el principio. Jesucristo, el Señor. Dios le ha dado la plenitud, la totalidad, para que en Él todas las cosas sean reconciliadas. Señor de la Creación, Señor de la reconciliación”.

Como último punto, el Papa dijo que “Cristo es el centro de la historia de la humanidad y también el centro de la historia de todo hombre”. E invitó a todos a confiar en Él. “A Él podemos referir las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias que entretejen nuestra vida. Cuando Jesús es el centro, incluso los momentos más oscuros de nuestra existencia se iluminan, y nos da esperanza, como le sucedió al buen ladrón en el Evangelio de hoy”.

El Santo Padre pidió que todos pensemos en nuestra historia y nuestro camino, pues “cada uno de nosotros tiene su historia; cada uno de nosotros también tiene sus errores, sus pecados, sus momentos felices y sus momentos oscuros”. “Nos hará bien, en esta jornada, pensar a nuestra historia y mirar a Jesús y desde el corazón repetirle tanta veces, pero con el corazón, en silencio, cada uno de nosotros: ‘¡acuérdate de mí, Señor, ahora que estás en tu Reino!’. ‘Jesús, acuérdate de mí, porque yo tengo ganas de ser bueno, tengo ganas de ser buena, pero no tengo fuerza, no puedo: ¡soy pecador, soy pecador! Pero acuérdate de mí, Jesús: ¡Tú puedes acordarte de mí, porque Tú estás al centro, Tú estás precisamente en tu Reino! ¡Qué bello! Hagámoslo hoy todos, cada uno en su corazón, tantas veces. «¡Acuérdate de mí Señor, Tú que estás al centro, Tú que estás en tu Reino!’”. El Papa señaló que “la promesa de Jesús al buen ladrón nos da una gran esperanza: nos dice que la gracia de Dios es siempre más abundante que la oración que la ha solicitado”. “El Señor siempre da más de lo que se le pide, es tan generoso, da siempre más de lo que se le pide: ¡le pides que se acuerde de ti y te lleva a su Reino! Jesús está precisamente al centro de nuestros deseos de alegría y de salvación. Vayamos todos juntos por este camino”, concluyó.

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