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viernes, abril 26, 2024
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«Suscita horror pensar en los niños que no verán nunca la luz víctimas del aborto», dijo el Papa

En su encuentro con el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, realizado hoy 13 de enero en el Vaticano, el Papa Francisco pasó revista a una serie de importantes asuntos en todo el orbe como la paz, los jóvenes, la familia, las guerras, los desastres naturales y la ayuda de la Iglesia Católica. En dicho discurso también resaltó que “suscita horror sólo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto”.

La frase se escuchó en el momento en el que el Papa se refirió a lo que él ha denominado la cultura del descarte. “Por desgracia, objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos, que vienen «descartados» como si fueran «cosas no necesarias»”, dijo el Pontífice. “Por ejemplo, suscita horror sólo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto, o en los que son utilizados como soldados, violentados o asesinados en los conflictos armados, o hechos objeto de mercadeo en esa tremenda forma de esclavitud moderna que es la trata de seres humanos, y que es un delito contra la humanidad”.

El objetivo del encuentro fue, según dijo el Santo Padre, “manifestar los mejores deseos e intercambiar algunas reflexiones, que brotan sobre todo del corazón de pastor (del Papa), que se interesa por las alegrías y dolores de la humanidad. Por eso, el encuentro de hoy es un motivo de gran alegría. Y me permite formularles a ustedes personalmente, a sus familias, a las autoridades y pueblos que representan mis mejores deseos de un 2014 lleno de bendiciones y de paz”.

Entre otro de los temas que trató el Pontífice, estuvo el de la familia, que tanto le preocupa.

“En el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, dedicado a la fraternidad como fundamento y camino para la paz, he subrayado que «la fraternidad se empieza a aprender en el seno de la familia», que «por vocación, debería contagiar al mundo con su amor» y contribuir a que madure ese espíritu de servicio y participación que construye la paz. Nos lo señala el pesebre, donde no vemos a la Sagrada Familia sola y aislada del mundo, sino rodeada de los pastores y los magos, es decir de una comunidad abierta, en la que hay lugar para todos, pobres y ricos, cercanos y lejanos. Se entienden así las palabras de mi amado predecesor Benedicto XVI, quien subrayaba cómo «la gramática familiar es una gramática de paz»”.

Por desgracia, añadió el Papa, “esto no sucede con frecuencia, porque aumenta el número de las familias divididas y desgarradas, no sólo por la frágil conciencia de pertenencia que caracteriza el mundo actual, sino también por las difíciles condiciones en las que muchas de ellas se ven obligadas a vivir, hasta el punto de faltarles los mismos medios de subsistencia. Se necesitan, por tanto, políticas adecuadas que sostengan, favorezcan y consoliden la familia”.

Por otro lado, el Papa Francisco se refirió como siempre a la urgente necesidad de encontrar caminos de paz y reconciliación en el mundo. Hizo nuevamente un llamado a la paz en las distintas zonas del globo que están en conflicto: Siria, Líbano, Egipto, Israel, Palestina, Nigeria, la República Centroafricana, Sudán del Sur, entre otros países y regiones.

Excelencias, Señoras y Señores, dio hacia el final de su discurso Francisco: “El Papa Pablo VI afirmaba que la paz «no se reduce a una ausencia de guerra, fruto del equilibrio siempre precario de las fuerzas. La paz se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hombres»”.

“Éste es el espíritu que anima la actividad de la Iglesia en cualquier parte del mundo, mediante los sacerdotes, los misioneros, los fieles laicos, que con gran espíritu de dedicación se prodigan entre otras cosas en múltiples obras de carácter educativo, sanitario y asistencial, al servicio de los pobres, los enfermos, los huérfanos y de quienquiera que esté necesitado de ayuda y consuelo. A partir de esta «atención amante», la Iglesia coopera con todas las instituciones que se interesan tanto del bien de los individuos como del común”, agregó.

Finalmente, el Papa concluyó su discurso con la bendición para todos: “Al comienzo de este nuevo año, deseo renovar la disponibilidad de la Santa Sede, y en particular de la Secretaría de Estado, a colaborar con sus países para favorecer esos vínculos de fraternidad, que son reverberación del amor de Dios, y fundamento de la concordia y la paz. Que la bendición del Señor descienda copiosa sobre ustedes, sus familias y sus pueblos. Gracias”.

 

 

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