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Promesas de la Virgen para quienes mediten en sus siete dolores

La Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Dolores, prometió siete gracias extraordinarias a quienes meditaran diariamente sobre sus siete dolores. Esta devoción, que la Virgen otorgó a santa Brígida de Suecia en el siglo XIV, consiste en rezar un avemaría por cada dolor. También es común rezarla en forma de rosario, diciendo un padrenuestro y siete avemarías por cada dolor.

La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores se celebra el 15 de septiembre.

Promesas

Las promesas de la Virgen para las personas que mediten diariamente en sus dolores son las siguientes:

  1. «Concederé paz a sus familias».
  2. «Serán iluminados sobre los misterios divinos».
  3. «Los consolaré en sus sufrimientos y los acompañaré en su trabajo».
  4. «Les daré lo que me pidan, siempre y cuando no se oponga a la adorable voluntad de mi divino Hijo o a la santificación de su alma».
  5. «Los defenderé en sus batallas espirituales con el enemigo infernal y los protegeré en cada instante de su vida».
  6. «Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte: verán el rostro de su Madre».
  7. «He obtenido esta gracia de mi divino Hijo: que aquellos que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores serán llevados directamente de esta vida terrenal a la felicidad eterna, ya que todos sus pecados serán perdonados, y mi Hijo y yo seremos su eterno consuelo y alegría».

Siete dolores de la Virgen María

A continuación, presentamos la lista de los siete dolores de la Virgen. Leer el pasaje bíblico correspondiente siempre nos puede ayudar a meditar en ellos de manera más profunda.

  1. La profecía de Simeón (Lc 2, 34-35)
  2. La huida a Egipto (Mt 2, 13-21)
  3. Jesús perdido en el Templo (Lc 2, 41-50)
  4. María se encuentra con Jesús camino al Calvario (Jn 19, 18-30)
  5. La crucifixión y muerte de Jesús (Jn 19, 18-30)
  6. María recibe el cuerpo de Jesús (Jn 19, 39-40)
  7. Jesús es colocado en el sepulcro (Jn 19, 39-42)

Cómo rezar los siete dolores

La forma más simple de practicar esta devoción consiste en rezar un avemaría por cada dolor mientras se medita en él.

También se puede rezar el rosario de los siete dolores de la siguiente manera:

  • Señal de la cruz
  • Acto de contrición
  • En cada dolor o misterio: un padrenuestro y siete avemarías

Puedes encontrar cada misterio con una breve meditación aquí: https://elpueblocatolico.org/los-siete-dolores-de-la-virgen-maria/.

«Stabat Mater»

Cuando se trata de recordar a la Dolorosa, que se unió de forma admirable a Cristo en la cruz mediante su propio sufrimiento, no podemos olvidar el hermoso canto «Stabat Mater». Meditarlo nos ayuda a profundizar en este gran misterio.

Aquí una traducción al español:

1. De pie la Madre dolorosa
junto a la Cruz, llorosa,
mientras pendía el Hijo.

2. Cuya ánima gimiente,
contristada y doliente
atravesó la espada.

3. ¡Oh, cuán triste y afligida
estuvo aquella bendita
Madre del Unigénito!

4. Languidecía y se dolía
la piadosa Madre que veía
las penas de su excelso Hijo.

5. ¿Qué hombre no lloraría
si a la Madre de Cristo viera
en tanto suplicio?

6. ¿Quién no se entristecería
a la Madre contemplando
con su doliente Hijo?

7. Por los pecados de su gente
vio a Jesús en los tormentos
y doblegado por los azotes.

8. Vio a su dulce Hijo
muriendo desolado
al entregar su espíritu.

9. Oh, Madre, fuente de amor,
hazme sentir tu dolor,
contigo quiero llorar.

10. Haz que mi corazón arda
en el amor de mi Dios
y en cumplir su voluntad.

11. Santa Madre, yo te ruego
que me traspases las llagas
del Crucificado en el corazón.

12. De tu Hijo malherido
que por mí tanto sufrió
reparte conmigo las penas.

13. Déjame llorar contigo,
condolerme por tu Hijo
mientras yo esté vivo.

14. Junto a la Cruz contigo estar
y contigo asociarme
en el llanto es mi deseo.

15. Virgen de Vírgenes preclara
no te amargues ya conmigo,
déjame llorar contigo.

16. Haz que llore la muerte de Cristo,
hazme socio de su pasión,
haz que me quede con sus llagas.

17. Haz que me hieran sus llagas,
haz que con la Cruz me embriague,
y con la Sangre de tu Hijo.

18. Para que no me queme en las llamas,
defiéndeme tú, Virgen santa,
en el día del juicio.

19. Cuando, Cristo, haya de irme,
concédeme que tu Madre me guíe
a la palma de la victoria.

20. Cuando el cuerpo sea muerto,
haz que al ánima sea dada
del Paraíso la gloria.

Amén.

Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez fue el editor de El Pueblo Católico y el gerente de comunicaciones y medios de habla hispana de la arquidiócesis de Denver.
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